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Armero de Edo, y esperaba con agrado<br />
la oportunidad de conocerlo él también.<br />
Llevaba la katana que aquél le había<br />
confiado, envuelta entre sus ropas como<br />
un fardo más. Dos soldados al final de<br />
la caravana llevaban la orden de no perder<br />
de vista los bultos de Atsuo.<br />
La mañana era luminosa, las tierras<br />
mostraban intensos colores según sus<br />
siembras, bandadas de pájaros iban de<br />
un lado para otro aprovechando las suaves<br />
corrientes de aire llenas de insectos,<br />
los labradores dejaban de trabajar y se<br />
inclinaban al paso de la caravana reconociendo<br />
los estandartes del daimio y el<br />
palanquín de Yoko.<br />
Un par de perros de la hacienda<br />
acompañó al grupo hasta la linde de<br />
las tierras de labor con el bosque, allí se<br />
quedaron contemplando cómo se perdían<br />
en el sendero que atravesaba los<br />
árboles. Luego se volvieron a la casa.<br />
Tres días antes, Katsuro decidió enviar<br />
a su familia a Edo, y acto seguido<br />
mandó en secreto a cinco exploradores<br />
para que fueran revisando el camino<br />
y sus proximidades. Estos exploradores,<br />
expertos en ocultación y artes marciales,<br />
pertenecían a la familia Shinzo,<br />
cuya actividad ninja estaba al servicio<br />
del clan Hirotoshi. Estaban dirigidos<br />
por Kaito, y nadie en el clan sabía cómo<br />
se ponía Katsuro en contacto con ellos.<br />
Nadie, excepto quizá Takeshi, a quién<br />
la familia Shinzo respetaba tanto como<br />
al daimio.<br />
Fue el instructor de esgrima, cuando<br />
le pidió el favor a Atsuo para que le llevara<br />
la katana al armero de Edo, el que<br />
le advirtió en su habitación.<br />
- Mira todas las mañana debajo de tu<br />
silla de montar -le dijo con seriedad-.<br />
Un amigo te dejará mensajes con in-<br />
Ramón Plana - EL PERGAMINO DE ISAMU - I<br />
formación que te será útil para la seguridad<br />
de la caravana. Si quieres ponerte<br />
en contacto con él, utiliza el mismo procedimiento.<br />
Atsuo miraba a su alrededor en el<br />
bosque, preguntándose por donde andarían<br />
los integrantes de la familia<br />
Shinzo. Se sentía más tranquilo sabiendo<br />
que tenía aliados tan expertos por<br />
los alrededores.<br />
El viaje transcurría tranquilo. Dejaron<br />
el bosque llano y entraron en terreno<br />
abrupto, en donde el paso de los palanquines<br />
y las caballerías se hizo más<br />
lento. La vegetación seguía siendo exuberante,<br />
formada principalmente por<br />
abetos, cedros y coníferas; su amplio<br />
porte hacía que el sendero fuera serpenteando<br />
con frecuentes cambios de nivel.<br />
El piar de los pájaros les acompañaba<br />
haciendo más ameno el camino. Atsuo<br />
estaba atento, la compañía de los gorriones<br />
le indicaba que no había ojos indiscretos<br />
cerca del sendero. A pesar de<br />
ello puso la mano con descuido sobre la<br />
empuñadura de la katana.<br />
Un poco más atrás, Fujio seguía en<br />
animada conversación con Aiko y Saburo,<br />
sus risas coreadas por los trinos<br />
rebotaban en la bóveda del bosque.<br />
Matsushiro mandó adelantarse a dos<br />
exploradores, conocía el terreno y sabía<br />
que estaban a poca distancia de una<br />
zona despejada. El caballo de Matsushiro<br />
cabeceó inquieto mientras los dos<br />
hombres se adelantaban en silencio, saliendo<br />
del sendero para dar un pequeño<br />
rodeo.<br />
A los pocos minutos la caravana<br />
entró en un claro. Atsuo reconoció<br />
una señal del clan, tres piedras<br />
blancas colocadas en ángulo apuntaban<br />
a un árbol, en su tronco se veían<br />
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