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El mercenario<br />
por Ricardo Castillo<br />
I<br />
Alric Brewersen avanzaba, no sin<br />
dificultad, por la nevada ladera de la<br />
montaña. Hacía un par de días que habíamos<br />
abandonado el camino que conducía<br />
a las cumbres, refugiándonos a la<br />
sombra del bosque para evitar ser vistos<br />
por ojos inadecuados. Alric, de cabello<br />
oscuro muy corto y barba espesa, era un<br />
hombre grande, o al menos lo era para<br />
mí. Debía medir de alto unos tres codos<br />
y medio, y era ancho de espaldas, con<br />
brazos fibrosos y fuertes, pero sin llegar<br />
a parecer uno de esos gigantones montaraces.<br />
Precisamente por ellos nos encontrábamos<br />
allí. Mi nombre es Godert, y mi<br />
casa se encontraba en Norringe, un pueblo<br />
maderero ubicado en la falda de la<br />
sierra, en la parte alta del río Dalalven.<br />
Vivíamos de talar los altos árboles y dejarlos<br />
caer, río abajo, para que los recogieran<br />
en Ramnusfel. Nunca teníamos<br />
problemas y vivíamos bastante tran-<br />
Ricardo Castillo - EL MERCENARIO<br />
Alric Brewersen es un mercenario y<br />
su deber encontrar respuestas, para<br />
las que tendrá que usar su espada si<br />
no quiere morir en el intento.<br />
quilos, hasta que, hace un par de meses,<br />
empezamos a sufrir incursiones de los<br />
montaraces. Nadie en Norringe recordaba<br />
nunca haber tenido conflictos con<br />
la tribu de la montaña, los boriberg, era<br />
un hecho sin precedente. Llegaban a<br />
cualquier hora y atacaban con fiereza.<br />
Las primeras veces nos pillaban desprevenidos,<br />
pero a la tercera empezamos a<br />
patrullar y estar atentos ante su llegada.<br />
Y aunque minimizábamos daños, ellos<br />
seguían haciendo lo mismo. El objetivo<br />
de sus ataques no era matarnos ni robarnos,<br />
lo único que hacían era llevarse<br />
a alguien. Cuando tenían al pobre desgraciado,<br />
volvían corriendo a su refugio<br />
en la montaña. Ante eso da igual que<br />
plantes cara luchando, ya que siempre<br />
conseguían rodear a alguno y capturarlo.<br />
Observamos que los ataques se producían<br />
cada semana, más o menos, así<br />
que decidimos avisar a la capital, Ramnusfel,<br />
para que enviara ayuda. Aldercy,<br />
la Alta Cástor gobernante, nos pro-<br />
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