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criaturas.<br />
- Pero el profesor está muerto, así que<br />
tendré que fiarme de su palabra... –Dalpen<br />
meditó unos segundos, mirando fijamente<br />
al doctor Hiresh-. En cualquier<br />
caso, doctor, y si mal no recuerdo, hay<br />
varias leyes restrictivas respecto al curso<br />
natural de los acontecimientos, especialmente<br />
en lo que se refiere a la colonización<br />
intrusiva de especies por debajo<br />
del vuelo espacial. ¿Puedo deducir, por<br />
lo que me ha contado, que se han obviado<br />
descaradamente esas leyes, alterando<br />
no sólo el medio sino también las<br />
estructuras sociales?<br />
- Ha sido por el bien del proyecto y<br />
de la empresa a la que usted representa,<br />
Albor. Se han tomado esas decisiones<br />
porque se han considerado necesarias<br />
para el correcto funcionamiento del<br />
proceso colonizador.<br />
- Si me permite, doctor, seguiré con el<br />
relato de los hechos –Junhai irrumpió<br />
el duelo de miradas entre los dos hombres-.<br />
Hay que tener en cuenta que es<br />
posible, aunque no tenemos datos para<br />
corroborarlo, que exista cierta relación<br />
entre la intrusión y el desastre. Pero insisto<br />
en que son meras conjeturas.<br />
» Los perionitas colaboraron afablemente,<br />
y se entregaron a las tareas de<br />
extracción. Al mismo tiempo, Vellinni<br />
insistía en culturizarles como forma de<br />
compensación, ya que la chatarra no<br />
era, a su juicio, satisfactoria. Aún no<br />
sabemos por qué, pero aquello no duró<br />
demasiado. Hiresh culpa a Vellinni, por<br />
insuflar demasiada capacidad de reflexión<br />
a los perionitas, pero la verdad<br />
es que eso tampoco es demostrable. El<br />
caso es que, en cuestión de un par de semanas,<br />
los perionitas, hasta ahora pertenecientes<br />
a distintas tribus, se habían<br />
J. R. Plana - UN BUEN NEGOCIO<br />
agrupado bajo el mismo liderazgo. Comenzaron<br />
a dar problemas, a quejarse<br />
por los turnos excesivos y a exigir más a<br />
cambio de su trabajo.<br />
- Igualitos que los sindicatos –apostilló<br />
Dalpen con cara de fastidio.<br />
- Exacto. Sólo que eran sindicados<br />
de criaturas que no sabían hablar hace<br />
unos meses. Negociamos con ellos en<br />
varias ocasiones, pero ningún acuerdo<br />
aguantaba más de una o dos semanas,<br />
en seguida volvían las movilizaciones<br />
y las protestas. Vellinni intentaba convencerles<br />
de que eso era peor para ellos,<br />
pero lo único que consiguió fue que le<br />
mataran.<br />
» Al poco tiempo se paralizaron las extracciones,<br />
y los perionitas comenzaron<br />
a tomar el control de las estaciones de<br />
producción más alejadas. Nada podían<br />
hacer los hombres de la comandante<br />
Fisher, les superaban ampliamente en<br />
número y las condiciones atmosféricas<br />
les eran favorables. Al final se nos fue<br />
de las manos. A nuestras amenazas respondían<br />
con violencia desmedida, hasta<br />
que nos acorralaron y consiguieron<br />
entrar en la colonia madre.<br />
- Un momento, Junhai. Haz el favor<br />
de explicarme de qué manera pudieron<br />
hacer frente unos salvajes incivilizados<br />
a las armas y tecnología del cuerpo de<br />
seguridad de la empresa.<br />
- Yo responderé a eso, señor –Sarah<br />
Fisher volvió a erguirse en su asiento-.<br />
Los perionitas supieron aprovecharse<br />
de nuestros avances, robaron nuestras<br />
armas y se hicieron con el control de las<br />
armas. Aunque no fue eso lo que les dio<br />
la victoria. Ellos están menos civilizados<br />
que nosotros, es cierto, pero por eso<br />
mismo gozan de una perspectiva distinta<br />
del sacrificio personal a favor del<br />
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