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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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DIARIO DE UNA BANDERA. CTE. FRANCO. ED. 1922 20 Parte:El territorio <strong>de</strong> Melilla<br />

El alférez Montero manda el convoy; son sus primeros pasos en África. La noche cierra y todos<br />

pensamos en la Αpapeleta≅ <strong>de</strong>l joven alférez perdido durante su primera noche en los montes<br />

africanos.<br />

La ausencia <strong>de</strong>l convoy nos priva <strong>de</strong> los víveres e impedimenta, pero unos mulos que, rezagados<br />

en la marcha, siguieron nuestro camino, nos permiten condimentar <strong>una</strong> sopa, y en el poblado cercano<br />

se compra un toro para preparar un asado; esta es la comida improvisada <strong>de</strong>l soldado. Nuestro menú<br />

no tiene variación <strong>de</strong>l anterior y con la sopa tomamos unos trozos <strong>de</strong> solomillo asado que saben a<br />

lamparilla <strong>de</strong> iglesia y que en aquellos momentos nos parecen sabrosísimos.<br />

Al acostarnos aquella noche, sin mantas, sobre la dura lona <strong>de</strong> las camillas, nos hacemos todos la<br />

misma pregunta: )qué será <strong>de</strong>l convoy? )qué hará Monterito?<br />

El galopar <strong>de</strong> unos caballos nos <strong>de</strong>spiertan; son los policías que salieron en busca <strong>de</strong>l convoy; no<br />

han encontrado nada, han recorrido los caminos, han gritado inútilmente. Hay que esperar la mañana.<br />

EL TOQUE DE DIANA anima el campamento, pero mucho tiempo antes se siente el pasear <strong>de</strong> los<br />

legionarios. El frío les ha levantado <strong>de</strong>l suelo. La ausencia <strong>de</strong> los equipajes nos iguala en confort, y<br />

amanecemos sentados al lado <strong>de</strong> las cocinas, esperando <strong>una</strong> sopa que la falta <strong>de</strong> café nos impone; y<br />

con esto y <strong>una</strong> lata <strong>de</strong> mermelada encontrada en el morral <strong>de</strong> un asistente, organizamos nuestro<br />

<strong>de</strong>sayuno.<br />

Antes <strong>de</strong> empren<strong>de</strong>r la marcha hacia Misa, mandamos por nuestra <strong>de</strong>recha en busca <strong>de</strong>l convoy,<br />

que se nos une al poco tiempo. Llegan rotos y negros, como si hubiesen pasado la noche entre carbón.<br />

Unos y otros se miran y ríen entre bromas y chascarrillos.<br />

Hacemos un <strong>de</strong>scanso en la marcha y sentados en <strong>una</strong> choza <strong>de</strong> la playa Sla (cafetín <strong>de</strong><br />

pescadores), el alférez Montero nos refiere ante unos vasos <strong>de</strong> rico té su primer episodio <strong>de</strong> la<br />

campaña.<br />

Les sorprendió la noche, los guías les habían llevado por otro camino y al notar que el sol se ponía<br />

sin ver venir a la columna, quiso Montero buscar un sitio a propósito para el vivac, y en <strong>una</strong> calva <strong>de</strong>l<br />

monte se estableció sin notar que ocupaba <strong>una</strong> parcela quemada que fue lo que les tiznó cual<br />

carboneros. La noche la pasaron en silencio profundo, temiendo ser sorprendidos; <strong>de</strong>sconocían la<br />

fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> los moros <strong>de</strong> estos aduares y por esto callaron cuando se oían llamar por los indígenas que<br />

pasaron a muy pocos pasos <strong>de</strong> ellos. (La montiru!, acemileros, creían enten<strong>de</strong>r. Por esto no durmieron<br />

aquella noche.<br />

El camino que seguimos serpentea a lo largo <strong>de</strong> la costa y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> remontar uno <strong>de</strong> los<br />

espolones <strong>de</strong> la montaña, coronado con <strong>una</strong> torreta, damos vista a un reducido y pintoresco vallecito<br />

rematado por extensa y tendida playa; en el centro <strong>de</strong>l valle se alza, en <strong>una</strong> pequeña colina, la casa<br />

oficina <strong>de</strong>l puesto <strong>de</strong> policía, y en la orilla <strong>de</strong>l mar, cual <strong>de</strong>lgadas piraguas, se mecen las barcas <strong>de</strong> los<br />

pescadores al efectuar el tendido <strong>de</strong> las re<strong>de</strong>s, que más tar<strong>de</strong> retiran, en larga fila, <strong>una</strong> veintena <strong>de</strong><br />

indígenas con paso rítmico.<br />

En este valle y a la orilla <strong>de</strong>l mar establecemos nuestro campamento; el martilleo <strong>de</strong> los<br />

pequeños mazos sobre los piquetes se hace sentir y, simétricas, se van alzando las lonas kaki <strong>de</strong> las<br />

tiendas individuales; <strong>de</strong>lante, en las tiendas <strong>de</strong> los oficiales, on<strong>de</strong>an, con vivos colores, los ban<strong>de</strong>rines<br />

<strong>de</strong> las compañías.<br />

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