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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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eacción sobre nuestras posiciones. Las compañías <strong>de</strong> la izquierda ven aparecer, <strong>de</strong> pronto, a pocos<br />

metros, las cabezas enemigas. Con gran arrojo nos atacan por todos lados. El coeficiente moral <strong>de</strong> las<br />

tropas peninsulares es sobrepasado, y el frente <strong>de</strong> la izquierda vacila en algunos puntos.»<br />

La pluma <strong>de</strong>l comandante aña<strong>de</strong>:<br />

«Los momentos son <strong>de</strong> gran emoción. En los puntos amenazados volcamos nuestros hombres y<br />

nuestro espíritu: Los sostenes <strong>de</strong> las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> legionarios acu<strong>de</strong>n al lugar en peligro y acometen al<br />

enemigo. Los acemileros <strong>de</strong> nuestras compañías <strong>de</strong> ametralladoras y <strong>de</strong>l tren <strong>de</strong> combate, abandonando<br />

sus mulos, se suman a la reacción, y el ataque es rechazado en todo el frente.»<br />

Así durante todo el día, hasta que pasadas las horas <strong>de</strong>l anochecer regresa la Ban<strong>de</strong>ra al<br />

campamento.<br />

«Nuestras bajas -es <strong>de</strong>cir, las legionarias- han sido veinticinco muertos y noventa y un heridos»<br />

Por aquellos inolvidables andurriales <strong>de</strong> Taxuda y <strong>de</strong> Atlaten anduvo durante el combate uno<br />

<strong>de</strong> los corresponsales que yo había <strong>de</strong>signado para que acompañaran al Ejército e informaran al país.<br />

Hallábase éste sistemáticamente sometido a las <strong>de</strong>structoras campañas en que se agitaban<br />

incansablemente la cobardía y la traición. Aquel corresponsal escribió sobre la lucha <strong>de</strong> Taxuda:<br />

«El peligro era <strong>de</strong> <strong>una</strong> intensidad tal, que no se me alcanza el modo <strong>de</strong> expresarlo. Sanjurjo y<br />

Castro Girona, que comprendieron lo que ocurría, seguidos <strong>de</strong> todos los oficiales <strong>de</strong>l Cuartel General, se<br />

echaron al encuentro <strong>de</strong> nuestros soldados, y en unos segundos <strong>de</strong> energía conseguían hacer reaccionar a<br />

nuestras fuerzas.<br />

«¡A la bayoneta! ¡Arriba mis valientes! ¡Viva España! El <strong>Comandante</strong> <strong>Franco</strong> enronquecía a<br />

la cabeza <strong>de</strong> sus bravos. La lucha fue cuerpo a cuerpo. La cresta, ocupada por el enemigo, era tomada<br />

otra vez, y <strong>de</strong> pie en ella <strong>Franco</strong> y sus tropas se coronaban <strong>de</strong> gloria.»<br />

Aquella noche recibí <strong>de</strong>l aludido corresponsal <strong>una</strong> nota personal en que me explicaba:<br />

«Lo <strong>de</strong> <strong>Franco</strong> en Taxuda ha sido maravilloso. El ha salvado la situación. Cuando pasó el peligro<br />

sonreía nuevamente entre sus legionarios; pero con <strong>una</strong> sonrisa que casi me daba miedo, porque<br />

expresaba <strong>una</strong> serenidad imperturbable, pero, al propio tiempo, <strong>una</strong> cólera fría. Era <strong>una</strong> mezcla <strong>de</strong><br />

tranquila seguridad en sí mismo y <strong>de</strong> la más violenta voluntad <strong>de</strong> vencer. No sé si acierto a explicarme<br />

bien.»<br />

Tomás Borrás comentaba por su parte: «Castro Girona y <strong>Franco</strong> son los dos gran<strong>de</strong>s capitanes<br />

<strong>de</strong>l momento.»<br />

HACE POCOS meses volví a peregrinar por tierras <strong>de</strong> Marruecos.<br />

Interesante y conmovedora experiencia la <strong>de</strong> contemplar <strong>de</strong> nuevo, con ojos un poco cansados ya,<br />

pero acaso más finos, los paisajes en que se apasionó nuestra juventud. La belleza y la ternura <strong>de</strong><br />

entonces, la secreta llamada que escuchábamos, ¿fueron alegres inventos <strong>de</strong> nuestra propia vitalidad y<br />

ahora hallaremos trocado el gozo en pesadumbre, el júbilo en melancolía? Todo aquello que veíamos,<br />

¿fue objetivamente cierto o estaba tejido con imaginaciones y con ensueños <strong>de</strong> nuestra radiante mocedad?<br />

Al cabo <strong>de</strong> los años -repito- volví a mis peregrinaciones y leo <strong>de</strong> nuevo este DIARIO.<br />

Allí -me han ido diciendo mis recuerdos-, en la inmediata umbría, en la hondonada <strong>de</strong> este valle,<br />

sobre las piedras <strong>de</strong> la ver<strong>de</strong> loma, en las revueltas <strong>de</strong>l camino frontero que se pier<strong>de</strong> entre matojos y<br />

carrascos, se encendieron luces <strong>de</strong> gloria para <strong>una</strong> <strong>de</strong> las mejores generaciones <strong>de</strong> capitanes que ha<br />

conocido España. ¡Quizá la mejor!<br />

Y yo me preguntaba: «¿Cómo fue aquello? ¿Cómo pudo ser?»<br />

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