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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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DIARIO DE UNA BANDERA. CTE. FRANCO. ED. 1922 20 Parte:El territorio <strong>de</strong> Melilla<br />

IV IV - Los Los blocaos<br />

blocaos<br />

Las noches pasan tranquilas en el sector <strong>de</strong> nuestro servicio. El enemigo no hostiliza nuestros<br />

puestos y sólo a lo lejos escuchamos el cañón <strong>de</strong>l Gurugú y los pegajosos Αpacos≅ <strong>de</strong> los blocaos.<br />

En la noche <strong>de</strong>l 30 <strong>de</strong> agosto el Αpacul≅ retumba constante en dirección a Taguel Manin; algún<br />

blocao o posición <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser atacado. Al acercarnos al extremo <strong>de</strong> nuestros servicios, el fuego sigue<br />

con la misma intensidad; a los sonoros Αpacos≅ suce<strong>de</strong>n <strong>de</strong>scargas <strong>de</strong> fusilería. Los reflectores, a lo<br />

lejos, alumbran el monte enfocando las vertientes <strong>de</strong>l Gurugú y el blocao Mezquita; al fuego <strong>de</strong><br />

fusilería se unen las <strong>de</strong>tonaciones <strong>de</strong> las bombas <strong>de</strong> mano, unos tiros sueltos; a esto suce<strong>de</strong> un período<br />

<strong>de</strong> calma.<br />

Cuando intentamos dormirnos, se recru<strong>de</strong>ce el ataque; son las tres <strong>de</strong> la mañana, las <strong>de</strong>scargas<br />

vuelven a repetirse y los disparos <strong>de</strong>l enemigo se suce<strong>de</strong>n largo rato; unos disparos más y la no che<br />

vuelve a su silencio.<br />

Nuestro Teniente Coronel habla con el General y a las cuatro <strong>de</strong> la mañana nos encontramos<br />

formados en el frente <strong>de</strong> Mezquita; allí nos reunimos con los Regulares y, organizada la columna,<br />

ascen<strong>de</strong>mos por las pendientes la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> Taguel Manin.<br />

El enemigo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el poblado, nos dirige algunos disparos; la columna sigue por el pie <strong>de</strong> la<br />

posición en dirección al blocao. Cruzamos la van guardia por encima <strong>de</strong>l aduar y cuando, atravesando<br />

<strong>una</strong> casa mora, salimos cerca <strong>de</strong>l blocao, nos reciben con un <strong>de</strong>scarga, (No tirar!(eh!, gritamos<br />

avanzando. Por un agujero <strong>de</strong>l parapeto un grupo <strong>de</strong> moros se arroja barranco abajo y es perseguido<br />

<strong>de</strong> cerca por los legionarios.<br />

En el blocao reina el mayor <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n. Dos cadáveres, <strong>de</strong> un sargento y un soldado, yacen<br />

apuñalados entre los sacos; un reloj colgado en la pared marca la hora; municiones, libros, panecillos,<br />

víveres, <strong>una</strong> botella <strong>de</strong> coñac; todo está revuelto en el reducido espacio entre los sacos; <strong>una</strong> maleta<br />

ostenta en un costado el nombre <strong>de</strong> un oficial. En la salida encontramos un soldado muerto caído<br />

sobre las alambradas; más tar<strong>de</strong>, otros tres cadáveres aparecen en dirección a la posición. El doloroso<br />

cuadro nos lo explica todo.<br />

)Qué será <strong>de</strong>l oficial, qué suerte les habrá cabido a los otros <strong>de</strong>fensores? Reconocemos los<br />

alre<strong>de</strong>dores sin resultado, preguntamos a la posición y allí les encontramos.<br />

El oficial baja a ver al general; trae el traje roto, <strong>de</strong> su paso por la alambrada. Inconsciente, cuenta<br />

a todos su trágica noche. El general le interroga; le vemos alejarse y, sentado sobre <strong>una</strong> piedra, con la<br />

cabeza baja, empieza su confesión. Cuando se levanta, el general está muy contrariado. (Desgraciado!,<br />

exclama.<br />

Cuando abandonaron el blocao quedaban en él el sargento herido y un soldado <strong>de</strong> cuota; se han<br />

portado muy bien, dice; ninguno <strong>de</strong> los dos quiso retirarse. Una ola <strong>de</strong> pánico había, sin duda, pasado<br />

por aquellos hombres que corrieron más peligro al abandonar el blocao que habiendo extremado su<br />

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