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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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DIARIO DE UNA BANDERA. CTE. FRANCO. ED. 1922 20 Parte:El territorio <strong>de</strong> Melilla<br />

V V - A A Xauen<br />

Xauen<br />

Cuatro días <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso en Uad-Lau nos permiten levantar <strong>de</strong>finitivamente nuestro campamento<br />

y el 30 <strong>de</strong> abril, formando parte <strong>de</strong> la columna Castro, avanza la Legión por el valle <strong>de</strong>l Lau a efectuar<br />

la soñada unión con Xauen.<br />

El objetivo <strong>de</strong>l primer día es la ocupación <strong>de</strong> Tagsut, a la salida <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ro. La marcha en la<br />

primera parte se hace fácil; el camino recorre el extenso llano y al abandonar éste empieza el estrecho<br />

<strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ro. Dejamos atrás la posición <strong>de</strong> Kobba-Darsa, guarnecida por policías. El camino sigue por la<br />

<strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l tajo en que aparece cortada la alta montaña, por cuyo fondo corren las aguas <strong>de</strong>l Lau, con<br />

bastante caudal en todas las épocas <strong>de</strong>l año.<br />

Las interrupciones en la marcha son constantes; muchos mulos caen, otros se <strong>de</strong>speñan e<br />

impi<strong>de</strong>n la marcha <strong>de</strong> las siguientes unida<strong>de</strong>s. En algunos lugares <strong>de</strong>l recorrido el valle se ensancha<br />

un poco y, entonces, entre los altos y rocosos picos <strong>de</strong> Beni-Hassan y Beni-Ziat, separados por el río,<br />

vemos alegres y pintorescos poblados colgados, como nidos <strong>de</strong> águila, <strong>de</strong> la crestería rocosa.<br />

El paso <strong>de</strong> la columna por <strong>una</strong>s esponjas <strong>de</strong> peñascos produce <strong>una</strong> <strong>de</strong>tención mayor; los mulos <strong>de</strong><br />

los ingenieros ruedan con sus gran<strong>de</strong>s mazos <strong>de</strong> estacas y las tablas <strong>de</strong> los blocaos se encuentran<br />

diseminadas por tierra. Se hace preciSO ayudarles a cargar <strong>de</strong>jando expedito el camino, y los<br />

legionarios, con su espíritu <strong>de</strong> trabajo, van levantando los sufridos mulos caídos en el fondo <strong>de</strong> las<br />

barrancadas. El sol nos castiga con sus ardientes rayos y hace más fatigosa la jornada.<br />

Durante el trayecto, en los lugares previamente señalados se establecen blocaos para puestos <strong>de</strong><br />

policía y con los ingenieros quedan tropas nuestras encargadas <strong>de</strong> protegerles y ayudarles en los<br />

trabajos; <strong>de</strong> este modo, vamos <strong>de</strong>jando perdidas en el monte varias secciones <strong>de</strong> nuestras compañías.<br />

Un arroyo cristalino que afluye al Lau nos ofrece en la marcha <strong>de</strong>scanso y alivio, los soldados lo<br />

cruzan y llenan en él sus cantimploras, consumidas va en la primera parte <strong>de</strong> la penosa jornada.<br />

Después <strong>de</strong> un breve <strong>de</strong>scanso, sigue la Ban<strong>de</strong>ra entre los frondosos bosques y peñascales, que,<br />

coronados por nevados y altos picos asemejan este paraje a los rincones <strong>de</strong> nuestra montaña norteña.<br />

El camino tuerce a la izquierda bajo gran<strong>de</strong>s acantílados y, <strong>de</strong>jando atrás el Lau, que corre rápido<br />

y espumoso cortando la montaña, llegamos a la orilla <strong>de</strong>l Talambó, que, cristalino, salta entre las<br />

peñas. La temperatura es tan fresca al pie <strong>de</strong> estos acantilados y la fatiga <strong>de</strong> la marcha tanta, que<br />

damos a la tropa un prolongado <strong>de</strong>scanso antes <strong>de</strong> cruzar el río y subir la empinada cuesta <strong>de</strong> los<br />

poblados.<br />

Por un puente romano, algo <strong>de</strong>teriorado por la acción <strong>de</strong>l tiempo, cruzamos el río Talambó y<br />

empezarnos la subida <strong>de</strong>l pendiente camino.<br />

Extensos aduares, con su mezquita <strong>de</strong> elevada torre, cruzamos al paso. Los chicos ro<strong>de</strong>an curiosos<br />

a los soldados, mientras los perros, ariscos, nos ladran enseñando sus afilados colmillos. Unos moros<br />

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