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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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DIARIO DE UNA BANDERA. CTE. FRANCO. ED. 1922 20 Parte:El territorio <strong>de</strong> Melilla<br />

El cielo está nublado, la tormenta se avecina y en pocos minutos <strong>una</strong> lluvia torrencial hace correr<br />

a los soldados a guarecerse bajo las lonas, otros, más prácticos, se instalan en los cafetines morunos,<br />

que ganan en <strong>una</strong>s horas lo que no han ganado en muchos meses. Allí sirven la pequeña sardina a la<br />

usanza <strong>de</strong>l país, que salan y asan sobre las brasas; sardinas que, con el consabido té moruno, nos<br />

compensan <strong>de</strong> la vigilia <strong>de</strong> la noche anterior.<br />

La lluvia pasa pronto y los legionarios empiezan los juegos. En la plaza corre el balón y, entre<br />

bromas y canciones, pasa la tar<strong>de</strong>.<br />

El sol se pone, las cornetas rasgan el espacio, suena la oración, los soldados, firmes, saludan en<br />

silencio y en estos instantes <strong>de</strong> mu<strong>de</strong>z y recogimiento parece que como un torbellino recorre el<br />

pensamiento la ola <strong>de</strong>l recuerdo.<br />

Al morir el día, el campamento torna al <strong>de</strong>scanso y en la noche fría y nublada sólo se siente el<br />

chisporrotear <strong>de</strong> las hogueras y los pasos tranquilos <strong>de</strong> los centinelas.<br />

LA ULTIMA JORNADA se hace penosísima; la lluvia sigue persistente, y el barro dificulta la<br />

marcha <strong>de</strong> la Ban<strong>de</strong>ra por el pendiente y resbaladizo camino que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cruzar gran<strong>de</strong>s<br />

barrancadas, remonta los más altos espolones <strong>de</strong> la montaña. En las inmediaciones <strong>de</strong> un bosquecillo<br />

encontramos dos moros armados; saludan al paso; son <strong>una</strong> pareja <strong>de</strong> policías <strong>de</strong>l aduar cercano; en<br />

otra revuelta <strong>de</strong>l camino, unos moritos chicos corren asustados hacia el aduar, y recorriendo este<br />

apartado y pintoresco camino respiramos la paz <strong>de</strong> esta comarca pacificada sin posiciones militares; y<br />

en la que se <strong>de</strong>sconoce la agresión.<br />

Remontando los últimos montes damos vista al alegre valle <strong>de</strong>l Lau, don<strong>de</strong> se asienta nuestro<br />

futuro campamento; la presencia <strong>de</strong>l mar alegra el paisaje, y libres <strong>de</strong> la lluvia, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>mos por el<br />

pendiente y pedregoso camino <strong>de</strong> los aduares. Hay trozos en que los peñascos, formando gran<strong>de</strong>s<br />

escalones, hacen el paso peligroso, pero nuestros caballos, entre equilibrios y resbalones, llegan al<br />

fondo <strong>de</strong> la barrancada por don<strong>de</strong> hemos <strong>de</strong> seguir la marcha, A <strong>de</strong>recha e izquierda, las la<strong>de</strong>ras<br />

cubiertas <strong>de</strong>l espeso bosque impi<strong>de</strong>n todo flanqueo y ofrecen el lugar más apropiado para la<br />

emboscada; a la salida <strong>de</strong> esta larga cañada, el camino se ensancha siguiendo fácil hasta el<br />

campamento.<br />

Unas <strong>de</strong>scargas <strong>de</strong> los Regulares anuncian la llegada, las cornetas baten marcha y, en correcta<br />

formación, hacemos nuestra entrada; en la plazoleta nos esperan los oficiales, que nos abrazan con el<br />

cariño <strong>de</strong> hermanos, hermandad que habíamos <strong>de</strong> confirmar un día en el combate.<br />

Muchos <strong>de</strong> nuestros oficiales reciben la visita y <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto <strong>de</strong> moros <strong>de</strong> Regulares<br />

y policías que sirvieron a sus ór<strong>de</strong>nes en época pasada, y tras los interminables saludos, les van<br />

recordando los hechos <strong>de</strong> aquellos que gloriosamente dieron su vida por España.<br />

Y entre el recuerdo <strong>de</strong> nuestra campaña anterior y la solicitud y afecto <strong>de</strong> nuestros compañeros,<br />

comienza alegre nuestra vida en Uad-Lau; mientras, en el pequeño zoco <strong>de</strong>l campamento, moros y<br />

legionarios fraternizan también bajo las pardas lonas <strong>de</strong> los lóbregos cafetines morunos.<br />

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