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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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DIARIO DE UNA BANDERA. CTE. FRANCO. ED. 1922 20 Parte:El territorio <strong>de</strong> Melilla<br />

templanza; ya llegará el día; pero interiormente todos nos <strong>de</strong>scorazonamos ) Qué será <strong>de</strong> nuestro<br />

Credo?<br />

El espíritu <strong>de</strong>l legionario no por esto <strong>de</strong>cae; los soldados siguen, con su espíritu <strong>de</strong> trabajo y<br />

sacrificio, llenando pacientes lo innumerables sacos terreros.<br />

EL DIA 27, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un día intermedio <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso, sale la Legión con la columna a la<br />

operación <strong>de</strong> Salah. Nuestro puesto no varía, conforme pasan los días nuestra contrariedad es mayor,<br />

y en nuestras conversaciones respetuosamente rogamos al General un puesto <strong>de</strong> honor, ir algún día en<br />

la vanguardia.<br />

Aquella tar<strong>de</strong>, y para la colocación <strong>de</strong> un blocao, el General me conce<strong>de</strong> un puesto más avanzado;<br />

pero para ir allí tengo que prometer no tener bajas. Con esa promesa, me separo <strong>de</strong> mi Teniente<br />

Coronel y, haciendo milagros, cruzamos la zona enfilada y nos unimos a los Regulares; el enemigo es<br />

poco y nuestro apoyo no es preciso, pero nos dispararon unos tiros y nos silbaron <strong>una</strong>s balas.<br />

EN LA OPERACION <strong>de</strong> Muñoz Crespo, llevada a cabo el día 29, parece variar la suerte <strong>de</strong> la<br />

Legión. Marchamos en nuestro puesto <strong>de</strong> la columna, cuando <strong>una</strong> reacción <strong>de</strong> las gentes <strong>de</strong>l Sucan<br />

nos obliga a intervenir en el combate y, mientras en las alturas <strong>de</strong> la izquierda la segunda compañía<br />

tiene a raya al enemigo, avanza la primera en el frente rechazando a los harqueños, y consiguiendo<br />

retirar los policías caídos en la la<strong>de</strong>ra. Varios soldados caen heridos, con el heroico capitán <strong>de</strong> la<br />

primera compañía don Pablo Arredondo. Los balazos que, atravesando sus piernas, parecen no tener<br />

gravedad, le retienen al año sin curarse; no quiere retirarse, pero sus piernas no le tienen en pie y casi<br />

a la fuerza se echa en la camilla.<br />

El fuego sigue intenso durante todo el día y la Legión va alcanzando su nombre. En Buharratz,<br />

aquella misma tar<strong>de</strong>, escribe la tercera Ban<strong>de</strong>ra <strong>una</strong> <strong>de</strong> las páginas gloriosas <strong>de</strong> la Legión.<br />

Es ya <strong>de</strong> noche cuando nos retiramos. A nuestro paso tropezamos varias camillas; <strong>una</strong> <strong>de</strong> ellas<br />

<strong>de</strong>scansa en tierra, y en ella vemos al joven teniente García y García <strong>de</strong> la Torre, <strong>de</strong>l grupo <strong>de</strong><br />

Regulares. Este pobre chico, herido en el vientre, se ha caído dos veces <strong>de</strong> la artola, matándose el mulo<br />

que lo conducía, y le llevan ahora en la camilla dos moros pequeños y poco resistentes que se cansan<br />

<strong>de</strong> su pesada carga. Nos paramos a su lado; el teniente coronel González Tablas, allí presente, le dirige<br />

palabras <strong>de</strong> consuelo:<br />

-No es nada, a<strong>de</strong>lante; <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un mes está usted paseando con el Αguayabo≅.<br />

-Yo no veré más al ∗guayabo+; el mulo me ha tirado dos veces; mi herida es mortal, pero no<br />

importa -dice el muchacho con su sonrisa triste.<br />

Le animamos un poco y encargamos <strong>de</strong> su conducción a cuatro legionarios fuertes; un sargento<br />

con otros ocho escoltan al herido, y en las sombras <strong>de</strong> la noche vemos per<strong>de</strong>rse la camilla con la<br />

preciosa carga.<br />

Hacia el fondo <strong>de</strong>l valle las hogueras <strong>de</strong> los poblados en llamas alumbran nuestro camino y<br />

bajando la interminable cuesta, al recordar al héroe que marcha en la camilla, pensamos en el dolor<br />

<strong>de</strong>l Αguayabo≅ que le espera.<br />

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