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Una cosa nueva<br />
Yo tenía 25 años de edad cuando dios me llamó a su<br />
Iglesia. Mi vida era un enredo. Yo había crecido en una<br />
familia donde mi papá, que era un alcohólico, me disciplinaba<br />
abundante y severamente. Ciertamente yo necesitaba algo<br />
de eso, pero muchas de mis necesidades no fueron llenadas. Así<br />
que cuando me llegó el tiempo, yo estaba feliz de vivir por mi<br />
cuenta. Quería vivir la “vida excitante” que todos en el mundo<br />
estaban viviendo. Sin embargo, no fue así para nada. Pronto sentí<br />
que la vida era vacía y sin esperanza. Incluso, empecé a tratar<br />
de comprobar si existía o no un Dios. Mientras más trataba de<br />
comprobarlo, más pensaba que Dios no existía. Eso me desalentó<br />
más aun.<br />
Mi madre había sido llamada a la verdad en 1957, y desde ese<br />
tiempo hasta 1961 ella intentó incansablemente convertirme.<br />
Yo me rebelé contra eso y la perseguí por lo que ella estaba<br />
haciendo. Siempre que Herbert Armstrong venía a la radio, ella<br />
subía el volumen para que yo pudiera oírlo, y eso me enojaba. Yo<br />
estaba antagonista contra él y su mensaje; pero, eso fue hasta que<br />
mi vida finalmente llegó a ser tan miserable y desesperada, que<br />
yo habría hecho cualquier cosa para cambiarla, aun cuando esto<br />
significara interesarme en “la religión de mamá”.<br />
Con el tiempo vine a la Iglesia y empecé a pensar en el Sr.<br />
Armstrong como en un padre. Mi propio padre me fallaba en<br />
muchas formas — él no sabía cómo enseñarme; nadie le había