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1 Levantate y habla

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5<br />

La obra de Eliseo<br />

Cuando me despidieron de la Iglesia de Dios<br />

Universal, eso fue bastante duro para mi esposa. Le fue<br />

difícil para ella, seguirme. Y pienso que habría podido ser<br />

menos difícil, si hubiera manejado las cosas diferentemente. Yo<br />

siempre decía (mientras el Sr. Armstrong estaba vivo): debemos<br />

mirar a la sede; y después de que el Sr. Armstrong se fue: debemos<br />

mirar a la sede. En 1988, ya podía ver que la sede, nos estaba extraviando.<br />

Y entonces, dije: ¡NO debemos mirar a la sede!<br />

Lo que yo necesitaba haber dicho desde el principio era:<br />

Necesitamos mirar a Herbert W. Armstrong y a las instrucciones<br />

de Dios. Eso lo hace sencillo, porque él era nuestro padre<br />

espiritual, el hombre que nos trajo a todos hacia Dios, directa<br />

o indirectamente. De la misma forma que fue con Pablo y los<br />

corintios (1 Corintios 4:15-16). Creo que ese enfoque podría<br />

haberlo hecho más fácil para mi esposa, hacer la transición.<br />

Después de tanto haberle dicho que mirara a la sede, cuando<br />

dejé yo de hacerlo, eso fue un problema para ella.<br />

A la fecha de mi despido, el 7 de Diciembre de 1989, mi<br />

hija Laura ya tenía tiempo de haberse graduado del Colegio<br />

Ambassador (ca) y había conseguido uno de los mejores trabajos<br />

en el campus: trabajaba en la oficina de Joseph Tkach Jr. Ella<br />

tenía muchas amistades en el Colegio Ambassador. Sin embargo,<br />

cuando fui despedido, ella se vino a casa junto con su padre. No<br />

creo que haya habido otro momento en la historia de mi familia

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