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16 CRIS MIGUEL<br />
LA MANSIÓN RICHFIRE<br />
por Cris Miguel<br />
La rutina impera en la mansión Richfire.<br />
Sólo por la noche, en la oscuridad, Joanne<br />
se desvela con los ruidos procedentes de la<br />
habitación de su señor; ruidos guturales que<br />
importunan la quietud reinante. ¿Qué se<br />
encontrará Joanne si gira el picaporte?<br />
<strong>Ánima</strong> <strong>Barda</strong> - Pulp Magazine<br />
I<br />
El pasillo estaba oscuro. Joanne no llevaba<br />
mucho tiempo trabajando en la mansión<br />
de Richfire, aún así había recorrido ese<br />
pasillo numerosas veces. Aunque no por conocérselo<br />
le parecía menos aterrador. Ni mucho<br />
menos. Avanzaba sigilosamente. La lámpara<br />
que llevaba proyectaba una luz demasiado débil,<br />
haciendo que fuese aun más siniestro con<br />
ese tenue resplandor.<br />
La mayoría de las noches los ruidos la despertaban.<br />
Ruidos que procedían de la habitación<br />
del conde Richfire. Consabidamente, ella<br />
no interrumpía lo que estaba haciendo. Las<br />
dudas la embargaban, incluso llegaba a poner<br />
la mano en el frío picaporte. Pero su sentido<br />
del respeto y del deber la impedían girarlo. Se<br />
quedaba varios minutos frente a la extraña<br />
puerta. Escuchando, atendiendo a los distintos<br />
sonidos que guardaba en su interior. A veces,<br />
le parecía que el señor sólo estaba disfrutando<br />
del placer de una muchacha; otras, en su mayoría,<br />
intuía que había algo más. Algo oscuro.<br />
Su intuición se lo decía. Sin embargo la parte<br />
racional la dominaba y lo atribuía a la cantidad<br />
de novelas de suspense y terror que le gustaba<br />
devorar. Sea como fuese, siempre volvía a su<br />
habitación, a sus sábanas frías. Pensando, sopesando<br />
e imaginando lo que podría encontrarse<br />
si abría esa maldita puerta alguna noche.<br />
Sus pies descalzos se detuvieron. El suelo<br />
estaba frío, la traspasaba, pero su naturaleza<br />
curiosa necesitaba ser alimentada. Y ahí se encontraba,<br />
frente a la alcoba del conde Richfire.<br />
La noche caía implacable sobre la mansión.<br />
Joanne no tenía sueño, lo había dejado junto<br />
a su almohada. Una madrugada más se había<br />
desvelado y escuchaba, apoyada en la pared de<br />
enfrente, los ruidos, los jadeos, los alaridos del<br />
interior.<br />
Un grito la sacó de los caminos escabrosos de<br />
su imaginación y le aceleró la respiración. La<br />
lámpara temblaba en su mano izquierda, que<br />
había cobrado vida propia. Se había hecho el