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Pdf Nº8 (0) - Ánima Barda

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40<br />

también quiero que me dé usted la llave. Así<br />

no podrá entrar nadie y no habrá asesinato.<br />

Bradbury me miró fijamente, y durante un<br />

rato no dijo nada. Luego una extraña sonrisa<br />

apareció en su rostro.<br />

—De acuerdo. Le daré la llave. Venga mañana<br />

por la mañana y revisará la habitación<br />

para comprobar que no se puede acceder a<br />

ella. Cuando esté conforme, la cerraremos y<br />

se llevará la llave otra vez. Pero pasado mañana<br />

por la noche vendrá usted aquí para ver<br />

si algo ha cambiado en el cuadro o no. Entonces<br />

comprobará si estoy loco, o si tengo razón<br />

y hay un maldito espectro en esta casa. Se<br />

convencerá cuando vea que solo ha necesitado<br />

dos días para pintar el nuevo crimen.<br />

Y se echó a reír histéricamente.<br />

II<br />

A la mañana siguiente el coche me recogió<br />

temprano y me llevó a la mansión. El mayordomo<br />

me abrió la puerta y me acompañó hasta<br />

la biblioteca. Bradbury me esperaba sentado<br />

en un sillón ojeando un libro. Después<br />

de saludarme se dirigió a su mayordomo.<br />

—Peter haga el favor de traernos el desayuno<br />

a la biblioteca. Estaremos más cómodos.<br />

—Como diga el señor —respondió el hombre<br />

con una ligera inclinación.<br />

Mientras desayunábamos hablamos de cosas<br />

sin importancia: el tiempo en Londres,<br />

las últimas disputas políticas en la cámara<br />

y lo difícil que estaba el servicio. Al llegar a<br />

este punto le miré y le dije:<br />

—¿Le importaría que hable con su mayordomo?<br />

—Si lo cree conveniente, hágalo. Pero solo<br />

lleva conmigo un mes. No creo que haya visto<br />

nada.<br />

—¿Qué pasó con el anterior?<br />

—Se puso enfermo y falleció —dijo<br />

Bradbury—. Él sí que vio algo, aunque no<br />

creo que supiera nada del fantasma.<br />

—Pues es una pena, me hubiera gustado<br />

hablar con él. ¿De qué falleció?<br />

—Creo que del corazón, era muy mayor.<br />

Pasado un rato, Bradbury me invitó a se-<br />

RAMÓN PLANA<br />

<strong>Ánima</strong> <strong>Barda</strong> - Pulp Magazine<br />

guirle al primer piso, al estudio de su antepasado.<br />

Subimos pausadamente los escalones.<br />

Viendo la escalera a la luz del día, comprobé<br />

que los cuadros de las paredes resultaban inquietantes.<br />

Representaban a los personajes<br />

ilustres de la familia.<br />

Una vez ante la puerta, me pidió la llave y<br />

abrió. La habitación seguía como la dejamos,<br />

las dos ventanas con las cortinas descorridas,<br />

el lienzo en el suelo y la cerilla con la que encendí<br />

el candelabro caída al lado de la mesita.<br />

En ese momento el pelo se me erizó y un escalofrío<br />

me recorrió la espalda. La parte central<br />

del cuadro estaba manchada de pintura y las<br />

figuras centrales habían desaparecido.<br />

—Ya ha empezado —dijo Bradbury con voz<br />

ronca—. Nada lo podrá parar.<br />

—¿Me asegura usted que no ha entrado nadie<br />

en la habitación?<br />

Me miró a los ojos.<br />

—Ayer se llevó usted la llave y ya le dije<br />

que no existe ninguna copia. En la casa estamos<br />

solos el mayordomo y yo, y no hemos<br />

notado nada.<br />

No me lo explicaba, me resistía a aceptar<br />

una presencia del más allá que indujese al<br />

asesinato con la pintura de un cuadro. Examiné<br />

el suelo y las paredes, palpé todos los<br />

elementos que llevaban las cortinas buscando<br />

alguna pista, algún resorte. Busqué en la<br />

pared de la chimenea tapiada sin encontrar<br />

nada en absoluto. Miré detrás de las estanterías<br />

y en los escasos muebles de la habitación.<br />

En la tarima, bajo la alfombra y en las<br />

ventanas. Nada.<br />

Finalmente apagué el candelabro y lo dejé<br />

encima de la mesita. Salimos al pasillo y cerré<br />

la puerta detrás de nosotros. Bradbury<br />

me acompañó hasta la entrada. Allí nos despedimos<br />

y el cochero me llevó de nuevo a mi<br />

casa.<br />

El día siguiente transcurrió con normalidad.<br />

Comí en el hospital y tomé el té en mi<br />

biblioteca mientras consultaba casos parecidos.<br />

Luego me quedé dormido en el sillón,<br />

hasta que llegó el cochero para recogerme.

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