Estudios Revista Ecléctica. Número 114 - Christie Books
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que más han robado, se les da títulos rimbombantes,<br />
honores gloriosos que deben perpetuar<br />
sus nombre* a través «de los tiempos.<br />
Se dice al presente para el porvenir: «Tú<br />
honrarás a este héroe, pues él solo ha hecho<br />
más cadáveres que mil asesinos...»<br />
Y, en tanto que el cuerpo del oscuro matador<br />
se pudre en sepultura infame, después<br />
de decapitado, la imagen del que ha matado<br />
Crítica de las costumbres<br />
No es ia crítica ese algo rastrero y malévolo<br />
que constituye, por excelencia, el arma de<br />
ios mediocres. Precisa no confundirla con su<br />
caricatura. No puede llamarse crítica al uso<br />
vitando de difamar ei talento, de mofarse de<br />
la independencia o de la verdad. A esto tan<br />
sólo puede tildársele de «pequeña crítica»,<br />
carente de alma y constreñida, por tanto, a<br />
ser el vehículo de la calumnia. Los juicios de<br />
semejante sistema son forzosamente viciados<br />
y no hacen más que sembrar la desconfianza<br />
en todos los medios sociales. La falsa crítica<br />
no persigue más interés que perjudicar al<br />
prójimo y no se preocupa más que de evidenciar<br />
fealdades, descubrir llagas purulentas,<br />
y, e» vez de calmar los dolores, los exacerba.<br />
El argumento más formidable de esta falsa<br />
crítica es la injuria. Y aunque su campo de<br />
acción es vastísimo, puesto que se extiende a<br />
todas las actividades de la vida, no acierta<br />
a descubrir el talento allí donde se encuentra.<br />
Cierra los ojos ante aquello que merece los<br />
honores de la loa y tan sólo prodiga alabanzas<br />
a lo que carece de valor. Es decir, aprecia<br />
a cuantos se le parecen por humillarse y ser<br />
rastreros.<br />
En cambio, ia verdadera crítica nos pone<br />
en guardia contra todas las formas de la mentira,<br />
a la que tiene el propósito de destruir,<br />
por io cual la persigue hasta lo más profundo<br />
de sus cavernas, incluso arrancándole la<br />
careta de virtuosas apariencias con que, en<br />
© faximil edicions digitals 2006<br />
treinta mil hombres se yergue, venerada, en<br />
medio de las plazas públicas; o bien reposa<br />
al abrigo de las catedrales, tumbas de mármol<br />
bendito, que guardan los santos y los<br />
ángeles. Todo lo que le ha pertenecido llega<br />
a ser reliquias sagradas, y van las gentes en<br />
peregrinación a los museos para admirar su<br />
espada, su cota de malla y el penacho de su<br />
casco.—MlRBEAU.<br />
La crítica<br />
Gerardo de Lacaze Duthiers<br />
ocasiones, se disfraza. En tal caso, la labor<br />
de la crítica es sumamente delicada ; así, permanece<br />
ojo avizor, observa y aporta las pruebas<br />
de cuanto afirma; no fabrica ni falsifica<br />
documento alguno, ni examina las cosas a<br />
la ligera. Como aprecia a la vida, se rodea<br />
de todas las garantías que le permiten distinguir<br />
entre la existencia real y la aparente;<br />
dicho en otras pala'bras, separa la cizaña del<br />
trigo. Esta es su misión heroica y ello constituye<br />
toda su belleza.<br />
Por encima de la bajeza y de la villanía,<br />
el espíritu humano, libre de prejuicios, una<br />
vez alcanzado el conocimiento «de sí mismo»,<br />
no confía en los juicios de los demás y,<br />
antes de expresar una opinión acerca de los<br />
seres o de las cosas, quiere cerciorarse «por<br />
sí mismo». Tal es la conciencia libérrima que<br />
se interroga a sí misma y se da una respuesta<br />
conforme a la justicia.<br />
Cuando el espíritu —renovado y regenerado<br />
después de abrevarse en los manantiales<br />
de la conciencia— juzga independientemente<br />
las realidades, no se deja conducir por ninguna<br />
consideración mezquina y se eleva más alto<br />
que las pequeneces sociales, sin huir, por<br />
ello, de la vida, y no se deja corromper por<br />
la calumnia.<br />
El individuo que alcanza este grado de<br />
emancipación mental es un hombre «honrado»,<br />
pero no en el sentido que la civilización<br />
burguesa, hipócrita y falaz da a tal vocablo<br />
—puesto que la honradez para la gentuza