Estudios Revista Ecléctica. Número 114 - Christie Books
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ensordecedor y enervante, las embriagadoras<br />
salas de diversión, todo contribuye al olvido<br />
de sí mismo y a arrojar al individuo en la<br />
confusión y el barullo de la multitud, mecanizándole<br />
servil y cobardemente...<br />
La civilización así concebida —llámese como<br />
se llame— es el exponente del embrutecimiento,<br />
de la vulgaridad y la repetición.<br />
De suerte que la cuestión económica hase<br />
complicado hasta tal extremo, se ha hecho<br />
tan elástica, que el pan nuestro de cada día<br />
se ha trocado en un rascacielos, en un trasatlántico,<br />
en unas minas de petróleo y en<br />
toda la embriaguez de la posesión de oro.<br />
Ford y Rosschild hablan también del pan cotidiano.<br />
Y todos los igualitarios envidian su<br />
cadena de oro y su cartera.<br />
También el campo se civiliza. La máquina<br />
lo invade todo y ya siega, labra, abre el<br />
vientre de la tierra, perfora montañas, anulando<br />
la limitada iniciativa del campesino y del<br />
peón que ya no se sienten felices porque se<br />
ven arrastrados por el torbellino de la locura<br />
colectiva.<br />
La máquina, pues, lo ha absorbido y aniquilado<br />
todo. Y cada uno de nosotros apetece<br />
una «migaja» de pan tan grande, que se<br />
esclaviza la vida entera y no le queda siquiera<br />
tiempo para comer sosegadamente el tan manido<br />
«pan nuestro de cada día». Y pasan las<br />
jornadas en una agonía de inenarrable demencia,<br />
corriendo tras el pan que sin tanto esfuerzo<br />
podrían llevarse cómodamente a la<br />
boca... Y así se da el caso de que hombres<br />
que tienen la boca repleta arrebatan el pan<br />
de otros que van a conquistarlo... Y a eso se<br />
le llama «lucha por la existencia».<br />
La cuestión económica no es, pues, el problema<br />
humano por excelencia; es el contrapeso,<br />
la pesadilla, el peso muerto creado por<br />
la sociedad a causa de las crecientes exigencias<br />
del maqumismo. Y ahora ya es de todo<br />
punto imposible reducir las dimensiones del<br />
«pan» que precisamos.<br />
Aseméjase, de esta suerte, al hueso que<br />
Epicteto arrojara entre dos perros. Y, de<br />
igual manera como es ancestral, atávico y<br />
feroz el acto de querer arrebatarle al prójimo<br />
el hueso que se apropiara, no es menos ingenuo<br />
buscar en las instituciones la causa de<br />
tan triste contingencia social, de esta civilización<br />
que tiene por lema «sálvese el que<br />
pueda» entre el naufragio de la competencia<br />
ilimitada. Solamente puede resolverse el problema<br />
conteniendo los instintos animales y<br />
© faximil edicions digitals 2006<br />
respetando el pan del prójimo, contentándonos<br />
todos con lo absolutamente indispensable<br />
para la manutención del cuerpo, produciendo<br />
por propia cuenta nuestro alimento y sin<br />
trabajar para los demás; entonces, por medio<br />
de una alimentación parca y sobria sabremos<br />
bastarnos a nosotros mismos y no exigiremos<br />
el sacrificio de un tercero ni nos prestaremos<br />
a ser sacrificados.<br />
Pero solucionar la cuestión económica con<br />
nuevas máquinas y apelando a la violencia,<br />
me parece tan absurdo y tan descabellado<br />
como pretender apagar la propia sed ahogándose<br />
en el océano. Los hombres sólo llegarán<br />
a amarse de veras el día en que sepan<br />
ser llanos y sobrios y aprendan a desprenderse<br />
de las cosas materiales, reduciendo a sus naturales<br />
dimensiones el repetido «pan nuestro<br />
de cada día». ¿Será posible alcanzar esta mínima<br />
base de bienestar?<br />
De cara a la tempestad<br />
Al doblar el cabo, por sobre la masa informe<br />
y rugiente de Ia3 olas, cruzó un jirón de<br />
viento huracanado que imprimió violento<br />
vaivén al barco.<br />
En la costa, las olas chocan furiosamente<br />
contra los peñones y dejaban morriones de<br />
espuma sobre los picachos.<br />
Una nueva corriente, más recia que la primera,<br />
batió contra el costado del barco, y<br />
entonces el vaivén se produjo más violento.<br />
En lo alto, desde una barricada formada de<br />
nubes densas y negras, el trueno formulaba<br />
ante el mar bélicas proclamas, suscribiéndolas<br />
con rúbricas de fuego trazadas en el espacio.<br />
Enseguida la tempestad apareció con<br />
toda su pompa.<br />
El miedo había barrido los corredores y<br />
pasillos del barco, y el silencio mantenía su<br />
índice sobre el pensamiento acurrucado de<br />
toda la tripulación.<br />
De pronto, dominando el conjunto, se escuchó<br />
el acento viril de un canto.<br />
Un lejano relámpago iluminó la proa, y,<br />
en pie, junto a la barandilla, la melena al<br />
viento, con un canto de amor en los labios,<br />
se advirtió sonriente la silueta de un joven<br />
marino de cara a la tempestad...<br />
RUBÉN COTO