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Estudios Revista Ecléctica. Número 114 - Christie Books

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Desde luego creemos fundamental el derecho<br />

de autodeterminación que permitirá la<br />

separacjón voluntaria de barriadas, aunque<br />

resueltos los problemas genérale» y comunes<br />

con lazos federativos de orden superior.<br />

En cuanto a la producción, se seguirán normas<br />

idénticas, siendo los Sindicatos los organismos<br />

federativos encargados de asegurarla.<br />

Pero creemos que los Sindicatos en las grandes<br />

poblaciones industriales, y la municipalidad<br />

en su conjunto, en los pequeños municipios,<br />

constituida en Sindicato único, deben<br />

limitarse exclusivamente a asegurar y ordenar<br />

la producción, dependiendo la ordenación<br />

del consumo y de la vida común de las municipalidades<br />

organizadas federativamente en<br />

la forma señalada, para no involucrar funciones<br />

tan distintas y en ocasiones antagónicas,<br />

con peligro de que los Sindicatos, en los que<br />

forzosamente ha de subsistir determinada<br />

jerarquía técnica, puedan transformarse en<br />

organismos de opresión.<br />

Las relaciones entre las diferentes municipalidades<br />

libres, serán establecidas mediante<br />

lazos confederales que se procurará<br />

sean lo menos apretados posible. Los Sindicatos<br />

de diferentes municipalidades se entenderán<br />

entre sí para facilitarse unos a<br />

otros los productos que vienen a ser primeras<br />

materias, mediante Comités de relaciones,<br />

en igual forma espontánea y sencillísima que<br />

se entienden hoy las diferentes industrias capitalistas.<br />

Las Federaciones nacionales de<br />

industrias serían, en nuestro concepto, un<br />

peligro para la verdadera libertad y el origen<br />

de una burocracia complicadísima que crearía<br />

una nueva clase privilegiada de vagos.<br />

Véase, si no, los complejísimos diagramas<br />

de organización con incontables oficinas que<br />

propugna el sindicalismo francés. Los pulpos<br />

negros de tales diagramas son verdaderamente<br />

terroríficos. Se imagina uno en cada uno de<br />

aquellos cuadritos negros unidos por rectas<br />

al centro, un jefe, varios directores, otros<br />

tantos secretarios e incontables burócratas<br />

que, sobre asignarse un trabajo tan cómodo<br />

cuanto innecesario, constituirían una clase<br />

distinguida y directiva de verdadera medula<br />

parasitaria.<br />

Sí sería indispensable nacionalizar los servicios<br />

generales que se salen de los límites<br />

de las municipalidades, como ferrocarriles,<br />

carreteras, tracción mecánica interlocal, correos,<br />

telégrafos y teléfonos y utilización<br />

de grandes saltos de agua. Para ello se<br />

establecerían Sindicatos nacionales encargados<br />

de la producción en sus respectivos<br />

ramos, pero encargándose siempre de la<br />

distribución las municipalidades. Los sindicados<br />

en tales Sindicatos, en cuanto se<br />

refiere al consumo y sostenimiento de normas<br />

ciudadanas, deberían atenerse a la municipalidad<br />

de su residencia habitual.<br />

Dentro de estas normas generales, de estas<br />

fronteras que delimitan nuestro comunismo<br />

libertario, quedan por resolver numerosísimos<br />

problemas circunstanciales encomendados a<br />

cada colectividad deliberante. En su resolución,<br />

tras de numerosos tanteos, de acuerdo<br />

con la teoría de la experimentación tan brillantemente<br />

expuesta por el camarada Isaac<br />

Puente, se irá encontrando, en cada caso, la<br />

solución más conveniente.<br />

Nuestro comunismo libertario viene a ser<br />

así, en el orden político, la sustitución de<br />

las normas parlamentarias por las federativas<br />

plebiscitarias. La imperfección actual humana<br />

impide prescindir de la autoridad, pero<br />

nosotros prescindimos de dicha autoridad<br />

encarnada en personas determinadas y la<br />

vinculamos en la colectividad que deliberará<br />

mediante asambleas y plenos. Tal es la regla<br />

de gobierno interior de la Confederación Nacional<br />

del Trabajo, experimentada y conocida.<br />

Tiene esta norma, desde luego, el defecto<br />

de que no todos concurren a las Asambleas,<br />

por esa cobardía humana ante la responsabilidad.<br />

Pero una cosa es la tiranía de personas<br />

determinadas y otra la de las personas conscientes<br />

con sus deberes, a cuyo conjunto podrá<br />

siempre incorporarse quien lo desee,<br />

pida la palabra en la Asamblea y vote.<br />

© faximil edicions digitals 2006<br />

* • •<br />

En cuanto a la manera de hacer nuestra<br />

revolución, hemos de ser breves. Hecha por<br />

hombres conscientes y con miras redentoras<br />

de la clase obrera, nuestra táctica ha de ser<br />

la obrerista y nuestra arma más poderosa el<br />

paro. La fuerza pública no debe atemorizarnos,<br />

ya que raramente combatiremos en su<br />

terreno y que debemos contar con que lleguen<br />

circunstancias q«e la pongan a nuestro<br />

lado.<br />

La Confederación Nacional del Trabajo,<br />

al controlar en España más de un millón de<br />

afiliados o simpatizantes, constituye una<br />

fuerza decisiva que nos permite acariciar brillantes<br />

esperanzas de una solución rápida.

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