Benny Hinn - LA SANGRE.pdf - Ondas del Reino
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<strong>LA</strong> <strong>SANGRE</strong><br />
Cerré mis ojos nuevamente, y allí estaba. Todavía<br />
podía sentirlo. Empecé a juntar mis manos.<br />
Pero no pude hacerlo. No pude juntarlas. Sentí un<br />
cuerpo físico allí.<br />
Creo literalmente que estuve arrodillado a los<br />
pies de Jesús.<br />
Después <strong>del</strong> culto de la Cena, no podía dejar de<br />
cantar. Toda la noche me sentí como si estuviera<br />
flotando. Regresé a mi habitación en el hotel y le<br />
pregunté al Señor: «¿Qué fue lo que me ocurrió?»<br />
El Señor empezó a abrirme el entendimiento respecto<br />
al tema de la comunión.<br />
Cuando tenemos la comunión estamos teniendo<br />
comunión con el Señor. Cuando éelebramos la<br />
Cena <strong>del</strong> Señor, Él mismo viene.<br />
Quiero referirle a usted lo que el Señor me mostró<br />
a través de aquella experiencia y mientras<br />
estudiaba la Palabra. En 1 Corintios 10.16 dice:<br />
La copa de bendición que bendecimos,<br />
¿no es la comunión de la sangre de Cristo?<br />
El pan que partimos, ¿no es la comunión<br />
<strong>del</strong> cuerpo de Cristo?<br />
Este versículo dice: «Hay comunión en la comunión».<br />
A menudo, cuando tomamos la comunión,<br />
no nos damos cuenta de que estamos teniendo<br />
comunión con el mismo Señor. No es solamente<br />
una práctica debido a la tradición o lo que nos<br />
dijeron nuestros padres o madres. Sí, es un recordatorio<br />
de lo que Él hizo por nosotros hace dos mil<br />
años en el Calvario. Pero al mismo tiempo, ¡es<br />
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La comunión en la comunión<br />
comunión con Él en el presente! Él viene a tener<br />
compañerismo con usted como hijo o hija.<br />
Aun cuando había sido cristiano y predicador<br />
por muchos años, no fue sino hasta esa noche en<br />
aquel retiro que empecé a ver algo nuevo en la<br />
comunión. El hecho es que cuando tenemos la<br />
comunión, Jesús quiere venir y tener compañerismo<br />
con nosotros mientras participamos de «la<br />
cena <strong>del</strong> Señor».<br />
La llamamos la Cena <strong>del</strong> Señor porque es Su<br />
Cena, no la nuestra.<br />
Me encantaría sentir el manto <strong>del</strong> Señor en la<br />
punta de mis dedos cada vez que tomo la comunión.<br />
Pero eso no ocurre. Creo que el Señor se me<br />
reveló de esa manera especial para enseñarme. Sin<br />
embargo, a partir de aquella ocasión, percibo una<br />
presencia especial <strong>del</strong> Señor en mi espíritu cada<br />
vez que tomo la comunión.<br />
Ser digno<br />
Estaba tan entusiasmado con mi nueva comprensión<br />
respecto a la cena <strong>del</strong> Señor que quería<br />
hacer todo lo que pudiera para conservar «la comunión<br />
en la comunión». La advertencia de Pablo<br />
en las Escrituras se hizo muy real:<br />
De manera que cualquiera que comiere<br />
este pan o bebiere esta copa <strong>del</strong> Señor<br />
indignamente, será culpado <strong>del</strong> cuerpo<br />
y de la sangre <strong>del</strong> Señor (1 Corintios<br />
11.27).<br />
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