Benny Hinn - LA SANGRE.pdf - Ondas del Reino
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<strong>LA</strong> <strong>SANGRE</strong><br />
mujer trajo a su hija adolescente y me pidió que<br />
orara por la muchacha. Cuando empecé a orar, oí<br />
claramente la voz <strong>del</strong> Señor que me instruía a<br />
hacer algo que no entendí. Él dijo: «¡Quítale el<br />
anillo <strong>del</strong> dedo!»<br />
Me quedé perplejo y pensé: ¿ Qué tiene que ver el<br />
anillo con mi oraci6n por ella?<br />
Empecé a cuestionar la voz. Me preguntaba: ¿Es<br />
realmente de Dios?<br />
Al mirar el semblante de la joven, pude ver un<br />
alma en profunda esclavitud. Cuando Dios repitió<br />
las palabras, extendí mi brazo y la tomé de la mano<br />
preguntándole: «¿Qué es este anillo que tienes<br />
puesto en tu dedo?»<br />
Levanté su mano y la acerqué a mí para observar<br />
la cinta de plata que rodeaba su dedo. El anillo<br />
tenía una pequeña culebra grabada, mostraba la<br />
cabeza y el cuerpo enroscado. Cuando miré de<br />
nuevo a la muchacha, su semblante mostraba una<br />
expresión de sorpresa, como si dijera: «¿Qué más<br />
da? A<strong>del</strong>ante, y ore por mí».<br />
Yo estaba más perplejo que ella. Todo lo que<br />
sabía era que el Señor había dicho: «¡Quítale el<br />
anillo!»<br />
Puedo recordar aún con nitidez este encuentro<br />
insólito. Con mi pulgar y dos de mis dedos traté<br />
de sacarle el anillo. Estaba flojo, pero por alguna<br />
razón ni siquiera se movió. Al tratar de continuar<br />
halando el anillo, ella empezó a gritar. Fue un<br />
alarido fortísimo, aterrorizador. Todos los músculos<br />
de su cuerpo se pusieron en tensión.<br />
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La promesa de protección<br />
Entonces una voz horrible, gutural, habló por<br />
medio de ella, produciéndome un escalofrío que<br />
me caló hasta la médula: «¡Déjala quieta!», gritaba<br />
la voz. «¡Ella es mía!»<br />
Cuando oí esas palabras supe que Dios me había<br />
dado las instrucciones correctas.<br />
Sentí una santa cólera dentro de mí porque supe<br />
que estaba luchando contra el poder de satanás.<br />
Continué, procurando sacarle el anillo. Dos de los<br />
hombres en la habitación pudieron ver lo que<br />
estaba ocurriendo. Y me sostuvieron de los hombros<br />
mientras libraba esta espeluznante, pero necesaria,<br />
batalla durante quince o veinte minutos.<br />
Por encima de sus alaridos, finalmente yo clamé:<br />
«¡Te aplico la sangre de Jesucristo!»<br />
Al momento en que dije esas palabras, el anillo<br />
salió de su dedo. El cuerpo rígido de la muchacha<br />
se aflojó y sus alaridos se convirtieron en un suspiro<br />
de alivio. Estaba completamente liberada y le<br />
pidió a Cristo que entrara en su corazón. Creo que<br />
el poder de la sangre de Jesucristo cancela cualquier<br />
pacto hecho con el poder <strong>del</strong> infierno.<br />
Tal vez usted diga: <strong>Benny</strong>, ¿cree usted que el<br />
anillo tenía algo que ver con su condición? Sí.<br />
Siendo que ese anillo simbolizaba su rebelión contra<br />
Dios, creo que era una expresión de un compromiso<br />
con las fuerzas <strong>del</strong> mal. La historia de una<br />
de las peores derrotas de Israel me ayudó a entender<br />
el peligro de objetos que guardamos en desobediencia<br />
a los mandamientos de Dios.<br />
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