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Jünger, Ernst - la tertulia de la granja

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<strong>Ernst</strong> <strong>Jünger</strong> Tempesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acero<br />

pasaba el tiempo se ponía cada vez más furioso; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allá arriba dirigía el ejercicio y nos espoleaba a<br />

gritos a que no interrumpiésemos nuestra actividad. De vez en cuando <strong>la</strong>nzaba rayos y centel<strong>la</strong>s contra<br />

alguien, militar o paisano, que excitaba especialmente su cólera y daba or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que en el acto se lo<br />

quitaran <strong>de</strong> <strong>la</strong> vista. Los <strong>de</strong>sgraciados eran llevados a rastras, con <strong>la</strong> mayor rapi<strong>de</strong>z posible, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l<br />

edificio, y <strong>de</strong> ese modo quedaban sustraídos a sus miradas. Al rayar el alba continuábamos dándole a <strong>la</strong>s<br />

pa<strong>la</strong>ncas <strong>de</strong> <strong>la</strong> bomba; <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s nos temb<strong>la</strong>ban. Finalmente pudimos <strong>la</strong>rgarnos <strong>de</strong> allí a fin <strong>de</strong><br />

prepararnos para los ejercicios.<br />

Cuando llegamos al campo <strong>de</strong> instrucción, allí estaba ya el viejo, afeitado, <strong>de</strong>spejado y bien <strong>de</strong>spierto,<br />

dispuesto a entregarse con especial ahínco a nuestra formación.<br />

El trato entre nosotros era el propio <strong>de</strong> buenos camaradas. Allí fue don<strong>de</strong> inicié una estrecha amistad,<br />

que luego se consolidaría en numerosos campos <strong>de</strong> batal<strong>la</strong>, con varios hombres jóvenes <strong>de</strong> <strong>de</strong>stacadas<br />

cualida<strong>de</strong>s; por ejemplo, con Clement, que caería en Monchy; con Tebbe, el pintor, que moriría en<br />

Cambrai; con los hermanos Steinforth, que lo harían en el Somme. Vivíamos juntos en grupos <strong>de</strong> tres o<br />

cuatro y el rancho lo preparábamos en común. En especial sigo conservando un buen recuerdo <strong>de</strong> nuestras<br />

cenas <strong>de</strong> diario, que se componían <strong>de</strong> huevos revueltos y patatas asadas. Los domingos nos procurábamos<br />

un conejo campero o un pollo. Como yo era el encargado <strong>de</strong> hacer <strong>la</strong>s compras para <strong>la</strong> cena, <strong>la</strong> mujer que<br />

nos proporcionaba los comestibles me presentó cierto día un buen número <strong>de</strong> bonos que habían ido<br />

entregándole los soldados que hacían requisa. Eran un florilegio <strong>de</strong>l humor popu<strong>la</strong>r; su contenido era en <strong>la</strong><br />

mayoría <strong>de</strong> los casos <strong>de</strong>l tenor siguiente: el fusilero N. N. había tenido algunas gentilezas con <strong>la</strong> hija <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

casa y para recobrar fuerzas había requisado una docena <strong>de</strong> huevos.<br />

Los vecinos <strong>de</strong> <strong>la</strong> al<strong>de</strong>a estaban muy extrañados <strong>de</strong> que todos nosotros, que no éramos más que<br />

soldados rasos, habláramos francés con mayor o menor flui<strong>de</strong>z. Esto dio ocasión a algunos inci<strong>de</strong>ntes<br />

muy divertidos. Así, una mañana me encontraba sentado con Clement en <strong>la</strong> barbería <strong>de</strong>l pueblo cuando<br />

uno <strong>de</strong> los que allí aguardaban, hab<strong>la</strong>ndo con aquel sordo acento dialectal que es propio <strong>de</strong> los<br />

campesinos <strong>de</strong> Champaña, le dijo a gritos al barbero, que justo en aquel momento tenía a Clement bajo su<br />

navaja:<br />

—Eh, coupe <strong>la</strong> gorge avec!<br />

Mientras pronunciaba estas pa<strong>la</strong>bras se restregaba el cuello con el canto <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano extendida.<br />

Gran<strong>de</strong> fue el espanto <strong>de</strong> aquel hombre cuando Clement contestó con toda tranquilidad:<br />

—Quant a moi, j'aimerais mieux <strong>la</strong> gar<strong>de</strong>r.<br />

Clement <strong>de</strong>mostró con ello <strong>la</strong> calma que tan bien sienta al guerrero.<br />

A mediados <strong>de</strong> febrero nos llegó por sorpresa a los hombres <strong>de</strong>l 73° Regimiento <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

gran<strong>de</strong>s bajas que nuestra unidad había sufrido en Perthes. Haber pasado lejos <strong>de</strong> nuestros camaradas<br />

aquellos días nos <strong>de</strong>jó consternados. La enconada <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l sector asignado a nuestro regimiento en <strong>la</strong><br />

Marmita <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Brujas nos proporcionó el honroso título <strong>de</strong> «Leones <strong>de</strong> Perthes», que a partir <strong>de</strong> entonces<br />

nos acompañaría en todos los sectores <strong>de</strong>l frente occi<strong>de</strong>ntal. También se nos conocía por «Les<br />

Gibraltars», a causa <strong>de</strong>l brazalete azul con <strong>la</strong> inscripción «Gibraltar» que llevábamos en recuerdo <strong>de</strong><br />

nuestro regimiento <strong>de</strong> origen, el Regimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> Guardia <strong>de</strong> Hannover. Este regimiento estuvo<br />

<strong>de</strong>fendiendo contra franceses y españoles <strong>la</strong> citada fortaleza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1779 hasta 1783.<br />

La noticia <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia nos llegó en plena noche, mientras nos hallábamos entregados a <strong>la</strong>s<br />

habituales libaciones bajo <strong>la</strong> presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l alférez Hoppe. Uno <strong>de</strong> los bebedores, l<strong>la</strong>mado Behrens, un<br />

hombre <strong>la</strong>rguirucho, precisamente aquel que había <strong>de</strong>positado al viejo en el establo, quiso marcharse, una<br />

vez pasado el primer momento <strong>de</strong> horror, «porque ya no le sabía bien <strong>la</strong> cerveza». Hoppe lo retuvo, sin<br />

embargo, haciéndole ver que aquello no se compa<strong>de</strong>cía bien con los usos propios <strong>de</strong>l soldado. Hoppe<br />

tenía razón; él mismo cayó unas semanas más tar<strong>de</strong> en Les Eparges, cuando marchaba en cabeza <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

línea <strong>de</strong> tiradores <strong>de</strong> su compañía.<br />

El 21 <strong>de</strong> marzo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pasar un pequeño examen, nos reincorporamos a nuestro regimiento, que<br />

<strong>de</strong> nuevo se hal<strong>la</strong>ba acantonado en Bazancourt. Por aquel<strong>la</strong>s fechas, tras un gran <strong>de</strong>sfile y una arenga <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spedida pronunciada por el general von Emmich, nuestro regimiento quedó segregado <strong>de</strong>l Décimo<br />

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