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Jünger, Ernst - la tertulia de la granja

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<strong>Ernst</strong> <strong>Jünger</strong> Tempesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acero<br />

Douchy y Monchy<br />

A los quince días estaba ya curada mi herida. Me enviaron a Hannover, al Batallón <strong>de</strong> Depósito, y allí<br />

me concedieron un breve permiso con el fin <strong>de</strong> que volviera a acostumbrarme a andar.<br />

Una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s primeras mañanas que pasé en casa, mientras caminábamos por el jardín viendo cómo<br />

habían agarrado los árboles, me hizo mi padre esta sugerencia:<br />

—Presenta <strong>la</strong> solicitud <strong>de</strong> sargento aspirante a oficial.<br />

Le hice caso, aunque al comienzo <strong>de</strong> <strong>la</strong> guerra me había parecido más atractivo participar en el<strong>la</strong> como<br />

soldado raso, pues así no era responsable más que <strong>de</strong> mí mismo y <strong>de</strong> nadie más.<br />

Mi regimiento me envió, pues, a Döberitz, para que tomase parte en un cursillo <strong>de</strong> perfeccionamiento;<br />

seis semanas más tar<strong>de</strong> abandoné aquel lugar con el grado <strong>de</strong> sargento aspirante a oficial. Los centenares<br />

<strong>de</strong> jóvenes que <strong>de</strong> todos los rincones <strong>de</strong> Alemania afluían a Döberitz eran una prueba manifiesta <strong>de</strong> que<br />

por entonces no carecía Alemania <strong>de</strong> tropas buenas y belicosas. En Recouvrence había aprendido <strong>la</strong><br />

instrucción individual; aquí, en cambio, nos adiestraron también en <strong>la</strong>s diversas formas <strong>de</strong> mover<br />

pequeñas unida<strong>de</strong>s sobre el terreno.<br />

En septiembre <strong>de</strong> 1915 me reincorporé a mi regimiento. Dejé el tren en <strong>la</strong> al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Saint-Léger, don<strong>de</strong><br />

se hal<strong>la</strong>ba insta<strong>la</strong>do el Estado Mayor <strong>de</strong> nuestra división, y marché a pie, como jefe <strong>de</strong> un pequeño<br />

<strong>de</strong>stacamento <strong>de</strong> reserva, hasta Douchy, lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> mi regimiento. De<strong>la</strong>nte <strong>de</strong> nosotros se<br />

hal<strong>la</strong>ba en su apogeo <strong>la</strong> ofensiva francesa <strong>de</strong> otoño. El frente se dibujaba en los vastos campos como una<br />

nube <strong>la</strong>rga, hirviente. Por encima <strong>de</strong> nosotros tableteaban <strong>la</strong>s ametral<strong>la</strong>doras <strong>de</strong> <strong>la</strong>s escuadril<strong>la</strong>s aéreas. A<br />

veces, cuando nos sobrevo<strong>la</strong>ba a baja altura alguno <strong>de</strong> los aviones franceses, cuyas escarape<strong>la</strong>s<br />

multicolores parecían escudriñar el suelo como gran<strong>de</strong>s ojos <strong>de</strong> mariposas, me ocultaba con mi pelotón<br />

bajo los árboles <strong>de</strong> <strong>la</strong> carretera para ponernos a cubierto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s vistas. Los proyectiles disparados por los<br />

cañones antiaéreos <strong>de</strong>jaban en el aire <strong>la</strong>rgos cordones <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>jas b<strong>la</strong>ncas; los fragmentos <strong>de</strong> su metral<strong>la</strong><br />

caían luego silbando acá y allá sobre los sembrados.<br />

Esta pequeña marcha a pie iba a ofrecerme muy pronto <strong>la</strong> ocasión <strong>de</strong> hacer un uso práctico <strong>de</strong> los<br />

nuevos conocimientos que había adquirido. Es probable que nos hubiesen visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> los<br />

innumerables globos cautivos cuyas envolturas amaril<strong>la</strong>s bril<strong>la</strong>ban hacia el oeste; lo cierto es que, justo en<br />

el momento en que íbamos a girar para entrar en <strong>la</strong> al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Douchy, estalló <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> nosotros <strong>la</strong> bo<strong>la</strong><br />

negra <strong>de</strong> una granada. Cayó en <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong>l pequeño cementerio al<strong>de</strong>ano, situado al bor<strong>de</strong> mismo <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

carretera. Por vez primera conocí allí el segundo exacto en que es preciso dar respuesta, adoptando una<br />

<strong>de</strong>cisión, a un acontecimiento inesperado.<br />

—Hacia <strong>la</strong> izquierda; dispersarse, ¡aprisa, aprisa!<br />

La columna se dispersó a <strong>la</strong> carrera por los campos; luego hice que los hombres volvieran a reunirse<br />

hacia <strong>la</strong> izquierda y, dando a continuación un gran ro<strong>de</strong>o, los introduje en <strong>la</strong> al<strong>de</strong>a.<br />

Douchy, lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong>l 73° Regimiento <strong>de</strong> Fusileros, era una al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> medianas dimensiones<br />

que aún no había sufrido mucho por causa <strong>de</strong> <strong>la</strong> guerra. Durante el año y medio que nuestro regimiento<br />

pasó en aquel<strong>la</strong> zona participando en <strong>la</strong> lucha <strong>de</strong> posiciones, transformó aquel lugar, situado en el<br />

ondu<strong>la</strong>do terreno <strong>de</strong> Artois, en una segunda guarnición, en un lugar en que <strong>la</strong> tropa encontraba<br />

distracciones y recobraba fuerzas tras <strong>la</strong>s difíciles jornadas <strong>de</strong> lucha y trabajo pasadas en <strong>la</strong> primera línea.<br />

¡Cuántas veces no dimos un suspiro <strong>de</strong> alivio al divisar en <strong>la</strong>s oscuras noches <strong>de</strong> lluvia una luz solitaria<br />

que bril<strong>la</strong>ba en <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong> <strong>la</strong> al<strong>de</strong>a!<br />

Allí volvía uno a tener un techo sobre <strong>la</strong> cabeza y una cama sencil<strong>la</strong> y tranqui<strong>la</strong> en una habitación seca.<br />

Allí podía uno dormir sin verse obligado a salir a <strong>la</strong> noche cada cuatro horas y sin ser perseguido hasta en<br />

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