Jünger, Ernst - la tertulia de la granja
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<strong>Ernst</strong> <strong>Jünger</strong> El bosquecillo 125<br />
Pese a todo, ayer por <strong>la</strong> noche hicimos el relevo. La or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> realizarlo llegó tan repentinamente como<br />
<strong>la</strong> <strong>de</strong> que nos quedásemos don<strong>de</strong> estábamos. El sector lo encontramos sin cambios. Parece, sin embargo,<br />
que sigue habiendo motivos <strong>de</strong> inquietud, pues durante toda <strong>la</strong> noche tuvimos que realizar patrul<strong>la</strong>s<br />
<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>mbradas. También yo estuve patrul<strong>la</strong>ndo con Otto <strong>de</strong> un <strong>la</strong>do para otro durante dos<br />
horas; oímos toser a los centine<strong>la</strong>s ingleses, pero encontramos <strong>de</strong>sierta <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> nadie. Precisamente<br />
ahora nos ha venido bien sumergirnos otra vez en el <strong>de</strong>sierto. Basta con a<strong>de</strong>ntrarse un poco en <strong>la</strong><br />
retaguardia para que <strong>la</strong> vida torne a verse ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> mil sujeciones, compromisos y dudas. Todas esas<br />
cosas <strong>de</strong>saparecen en <strong>la</strong> zona <strong>de</strong> fuego.<br />
En el transcurso <strong>de</strong> los últimos años he pasado al aire libre tantas noches <strong>de</strong> verano que apenas puedo<br />
acordarme <strong>de</strong> cada una en particu<strong>la</strong>r, a no ser que en el<strong>la</strong> se llegase a un combate cuerpo a cuerpo con el<br />
enemigo. En mi memoria todas <strong>la</strong>s noches se fun<strong>de</strong>n en una única noche. Ya ahora, cuando durante los<br />
días <strong>de</strong> permiso en casa hojeo mis Diarios, leo aquel<strong>la</strong>s anotaciones como si estuvieran redactadas por <strong>la</strong><br />
mano <strong>de</strong> otro.<br />
En <strong>la</strong> memoria permanece, sin embargo, algo especial, que uno nota tan pronto como se a<strong>de</strong>ntra al<br />
<strong>de</strong>scubierto en el campo <strong>de</strong> batal<strong>la</strong>. La guerra tiene su olor peculiar, su «viento» propio. Uno lo reconoce,<br />
<strong>de</strong> igual manera que, cuando sueña, se acuerda <strong>de</strong> sueños hace mucho tiempo olvidados. La guerra es uno<br />
<strong>de</strong> los ámbitos en que uno re<strong>de</strong>scubre los sonidos primordiales; por ejemplo, el <strong>de</strong> <strong>la</strong> brisa, que va y viene<br />
vagando por los campos con pasos cada vez más ligeros, cada vez más apagados. No hay melodía más<br />
honda que ésta.<br />
Primera línea<br />
Schüd<strong>de</strong>kopf ha regresado <strong>de</strong> su permiso. Al darle <strong>la</strong> bienvenida, los camaradas le han gastado <strong>la</strong>s<br />
bromas que se suelen gastar a un recién casado. Estoy muy contento <strong>de</strong> que haya vuelto. En los últimos<br />
días Otto había sometido mi paciencia a unas pruebas muy duras. El único uso que <strong>de</strong> Otto pue<strong>de</strong> hacerse<br />
es utilizarlo para que tire granadas <strong>de</strong> mano a <strong>la</strong>s seseras <strong>de</strong> los ingleses; siento curiosidad por saber qué<br />
c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> ocupación se buscará en tiempo <strong>de</strong> paz. Hace poco he tenido en mis manos su documentación:<br />
educación en un centro tute<strong>la</strong>r, antece<strong>de</strong>ntes penales por <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes públicos, peleas, injurias a<br />
funcionarios, contrabando. Cuando se trata <strong>de</strong> tomar al asalto un nido <strong>de</strong> ametral<strong>la</strong>doras, todas esas cosas<br />
son, a fin <strong>de</strong> cuentas, pequeñeces, y a nadie le preguntan por el<strong>la</strong>s. Pero en tiempo <strong>de</strong> paz <strong>la</strong>s cosas<br />
volverán a ser diferentes.<br />
Sería necesario disponer siempre <strong>de</strong> países don<strong>de</strong> se pudiera dar una ocupación a tipos como Otto.<br />
Contemp<strong>la</strong>r cómo precisamente estos hombres dotados <strong>de</strong> unas energías tan po<strong>de</strong>rosas y salvajes<br />
<strong>de</strong>generan o, en el mejor <strong>de</strong> los casos, emigran, es un triste espectáculo. El rango <strong>de</strong> un sistema es<br />
proporcional a <strong>la</strong> cantidad <strong>de</strong> energía elemental que es capaz <strong>de</strong> acoger y emplear. No es eso lo que ocurre<br />
en los pequeños Estados actuales; en ellos predominan <strong>la</strong>s castas <strong>de</strong> los ten<strong>de</strong>ros y los escribientes,<br />
mientras que los soldados se han convertido en una especie <strong>de</strong> funcionarios. Quienes, viviendo en esos<br />
países, carecen <strong>de</strong> habilidad para hacer buenos negocios o buenos exámenes esco<strong>la</strong>res, lo pasan mal. Esas<br />
cosas atrofian <strong>la</strong> libertad e impi<strong>de</strong>n que el hombre crezca <strong>de</strong>recho. Uno nota eso en el hecho <strong>de</strong> que,<br />
incluso aquí, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los abrigos, a veces lo angustian malos sueños en los que sueña que está sufriendo<br />
un examen. Tal vez un proyectil certero que cae en <strong>la</strong>s cercanías lo <strong>de</strong>spierta <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> esos sueños;<br />
entonces respira aliviado al comprobar que no está realizando un examen, sino que se encuentra aquí, en<br />
Picardía, a doscientos metros <strong>de</strong> los ingleses.<br />
Tal vez cambien <strong>la</strong>s cosas, sin embargo; ganaremos <strong>la</strong> guerra y seremos dueños <strong>de</strong> vastos territorios.<br />
En <strong>la</strong>s zonas periféricas siempre hay cosas que hacer; en todo momento se necesitan allí hombres.<br />
También hay en el<strong>la</strong>s muchas ínsu<strong>la</strong>s, y ya Don Quijote sabía que éstas son uno <strong>de</strong> los distintivos <strong>de</strong>l<br />
dominio. Si yo fuera gobernador general <strong>de</strong> Madagascar, me atrevería a dar ocupación allí a doscientos<br />
tipos como Otto; no se aburrirían un solo día.<br />
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