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globalización de las actividades económicas, la globalización de los medios de
información y la globalización de la delincuencia con su correlato económico sobre
el poder estatal como la interdependencia multilateral en base a los cambios
posteriores al fin de la guerra fría han difuminado el dibujo de las fronteras del
estado – nación y ha conformado un nuevo sistema de poder caracterizado por la
‘pluralidad de las fuentes de autoridad’ de las que el estado-nación se constituye
sólo en una de ellas mientras se afirman como contracara el multilateralismo, el
comunalismo y las identidades locales. (Castells, p. 334 - 381)
De acuerdo a esta concepción el estado-nación se ha convertido en un
nodo de una red internacional de poder que se construyen más allá del poder
estatal sin que esto obstruya su condición de instrumento de iniciativa política,
fuente de autoridad condicional y eventualmente, recreación institucional de las
identidades.
En suma, como expresa el mismo Castells la teoría del estado
tendencialmente pasa a ser sustituida por la teoría del poder. “Las nuevas
relaciones de poder, más allá del estado-nación impotente, deben comprenderse
como la capacidad de controlar las redes instrumentales globales en virtud de
identidades específicas o, desde la perspectiva de las redes globales, de someter
toda identidad en el cumplimiento de medidas instrumentales transnacionales"
(Castells, p 336)
Por otra parte se transforma la definición de ciudadanía. En cierto sentido
el concepto de representación política pasa a ser desplazado por el participación
social reafirmando lealtades e identidades locales manifiestas en el ascenso del
comunalismo y las organizaciones no gubernamentales. En este sentido el arco de
las identidades locales se despliega en identidades de género y sexo, étnicas y
raciales, generacionales, adscriptas a estilos de vida, actividades del ocio y la
creatividad o preferencias profesionales hasta llegar a las espirituales y religiosas
para concluir finalmente en las identidades nacionales.
La desconfianza hacia los partidos políticos se manifiesta en su poca
credibilidad política, pero esta pérdida de apoyo específico no significa pérdida de
apoyo difuso.- Se sigue respaldando al sistema democrático aunque queden
conos de sombra por donde podrían instalarse en el plano interno salidas
neopopulistas o neodecisionistas como en el plano internacional vinculaciones de
grupos heterodoxos por encima de las fronteras nacionales con el objetivo de
aumentar su visibilidad y su capacidad de poder.
Aún así las diferencias histórico-culturales no permiten abordar
explicaciones generales. De hecho, mientras que las tasas de participación
política en Estados Unidos han descendido en sus elecciones presidenciales
desde 68% en 1968 a un 49% en 1996; en Francia, Italia, España y Alemania aún
se ubican entre un 65% y 80%. Por otra parte, un nuevo fenómeno se ha
instalado en tensión con el del ‘voto útil’, nos referimos al electorado flotante o
volátil, interesado, informado e instruido, que mientras revela la desafección a
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