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Textos críticos - Fundación César Manrique

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colorista, se prodiga en una brocha esplendorosa, con gamas muy<br />

limpias, alternadas con fondos en los que busca, a través del frottage,<br />

calidades y matices de texturas, una inclinación que le llevó a<br />

apreciar la pintura de Pancho Cossío. Cultiva la luminosidad y la<br />

pureza, explorando los registros más musicales del pigmento, que<br />

remiten a un momento arcádico, relacionado con el principio de los<br />

tiempos y la felicidad cálida del trópico —quizá a la memoria mítica<br />

de las Hespérides—. Con el paso de los años y la gravitación austera<br />

hacia la que se deslizará buena parte del arte español, teñido de trazas<br />

ético-políticas y voluntad naturalista, el creador lanzaroteño ate-<br />

<strong>César</strong> <strong>Manrique</strong>, Sin título, 1955, óleo/lienzo, 46,5 x 64,7 cm, colección particular.<br />

núa circunstancialmente su expansión cromática, a la que regresará<br />

en diversas ocasiones. Su singular paleta, sin duda de las más optimistas<br />

y matissianas del momento —el fervor del francés atraviesa<br />

su pintura como una presencia familiar e incluso lo cita explícitamente—,<br />

le significa en su contexto, a la vez que le aleja del arraigo<br />

hispánico, un tema presente en la cultura plástica de los cincuenta 22 .<br />

Frente al color natural, relacionado con la materia orgánica o mineral<br />

—al que se tenderá en la época y acabará imponiendo El Paso—,<br />

<strong>César</strong> <strong>Manrique</strong> opta, en sus inicios, por el color artificial, empleado<br />

con autonomía respecto de la realidad, pues su única razón es visual.<br />

O dicho de otra manera: se envuelve en el tejido del pigmento<br />

entendido como sustancia meramente estética y sensual, algo propio<br />

de su cultura hedonista. De ahí, precisamente, su valor sinestésico.<br />

Su moderna ruptura cromática se verá progresivamente<br />

La fábrica del artista moderno • Fernando Gómez Aguilera • 33<br />

corregida, en particular a partir de 1954, por el aire sobrio de los<br />

tiempos y la presión del mainstream, a la que no resistió, resolviendo<br />

mediante el eclecticismo la contradicción que le provocaba la<br />

pugna entre pulsión y cultura.<br />

En el panorama que, fruto de las estrategias de transformación, sufre<br />

el statu quo de la pintura, Areán identificó doce “variantes de neofiguración”:<br />

“esquemática, neocubista, arlequinada, fluctuante, espacialista,<br />

magicista, fisiologista, efervescente, gesticulante, muralista,<br />

desmitificadora y político-narrativa” 23 . Tal diversidad taxonómica<br />

traslada una idea de la pluralidad de sensibilidades que se cruzaban<br />

en el magma plástico del decenio de los cincuenta, por la vía de los<br />

nuevos tratamientos de la imagen. Múltiples caminos esbozados en<br />

medio de la incertidumbre que precedía al cambio de rumbo.<br />

<strong>Manrique</strong> introduce una fractura estilística, que orienta su trabajo en<br />

la perspectiva renovadora de los realismos modernos, más interesados<br />

en construir verdades estrictamente pictóricas que en reproducir<br />

la realidad. Naturalmente, late en ella la absorción de la pintura francesa<br />

a través de la mediación de Vázquez Díaz, de la Escuela de París<br />

—Bores, en particular—, y la influencia mayor del postcubismo —confesó<br />

su admiración por Braque y Juan Gris—, crecientemente ampliada<br />

por el artista. A medida que avanza en su programa estético y le<br />

toma el pulso a su lenguaje, profundiza en la construcción de las<br />

figuras y del propio cuadro recurriendo a segmentos articulados<br />

22 Tomás Llorens, “Paleta, gusto, hispanidad y autenticidad en la pintura española de los 50”, en<br />

VV. AA., Pintura española de vanguardia (1950-1990), Madrid, <strong>Fundación</strong> Argentaria-Visor, 1998,<br />

pp. 63-69. 23 Carlos Areán, Treinta años de arte español, Madrid, Guadarrama, 1972, pp. 32-33.<br />

<strong>César</strong> <strong>Manrique</strong>,<br />

Sin título, c. 1954,<br />

monotipo, 51 x 41 cm,<br />

colección particular.

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