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Textos críticos - Fundación César Manrique

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114 • CÉSAR MANRIQUE • 1950 - 1957<br />

por su obra en los años cincuenta y sin la metáfora del liquen no lo<br />

habría logrado nunca.<br />

Final (Principio)<br />

<strong>Manrique</strong> junto a su escultura para la Parrilla del hotel Fénix, Madrid, 1955.<br />

La oportunidad de organizar estéticamente la complejidad total de<br />

un ambiente le llegó a <strong>Manrique</strong> cuando Anasagasti le ofreció<br />

diseñar la parrilla del hotel Fénix, en Madrid. Lo elaborado por<br />

<strong>Manrique</strong> ya no existe. Pero por las fotografías conservadas y por<br />

los comentarios aparecidos en prensa podemos afirmar que<br />

<strong>Manrique</strong> delimitó espacios, modificó rasantes, interpuso pantallas<br />

curvas, creó efectos de iluminación —con focalizaciones, indeterminaciones<br />

y fosforescencias— creó un mobiliario específico, instaló<br />

objetos tridimensionales, determinó la vegetación que debía insertarse<br />

en el ambiente y colgó sobre las paredes algunos de sus<br />

monotipos. Uno de los tres murales, de figuras lineales muy esquemáticas,<br />

representaba una escena de caza al modo de los abrigos<br />

rocosos neolíticos. La otra escena, titulada Toilette en el campo, uti-<br />

lizaba, con un cromatismo muy intenso, los recursos de su pintura<br />

de formas geométricas interseccionadas en apariencia abstractas.<br />

Dados los temas de los murales, el aspecto del mobiliario y la sensación<br />

global del ambiente, <strong>Manrique</strong> creó un confortable y ameno<br />

habitáculo; una placentera cueva, una deleitable oquedad, donde<br />

lo primitivo y lo sofisticado se daban la mano en una relación orgánica,<br />

fluida que no sólo pareciera conveniente sino natural. Aquí<br />

estaba en síntesis toda la sensibilidad creadora del <strong>Manrique</strong> de<br />

los años cincuenta. Y aquí estaba así mismo todo el <strong>Manrique</strong> que<br />

habría de conquistar el futuro.<br />

Lo que resulta sorprendente, al calibrar las fuentes de inspiración<br />

del artista, es que <strong>Manrique</strong> no pudo haber visto o vivido espacios<br />

como éste. Probablemente no existían ni en Lanzarote ni en Gran<br />

Canaria y, de existir entonces en Madrid, cosa que podría ser puesta<br />

en duda, el artista probablemente no habría podido tener acceso<br />

a ellos. <strong>Manrique</strong> pudo inspirarse en revistas de arquitectura<br />

especializadas o no. Pudo entrever puestas en escena semejantes<br />

en algunas producciones cinematográficas norteamericanas o francesas.<br />

Pero lo que en la parrilla del hotel Fénix realizó <strong>Manrique</strong><br />

fue fruto de la proyección del imaginario estético que el artista<br />

había venido fraguando años atrás, del muralismo a la captación<br />

estética de lo telúrico.<br />

También resulta significativo que poco antes de que <strong>Manrique</strong><br />

desarrollara su actividad como proyectista de espacios, el mundo<br />

de la industria, de la arquitectura y del diseño francés lanzara la<br />

noción de el arte de habitar, refiriéndose con ello, en una extensión<br />

de un conocido principio lecorbuseriano, no sólo a las determinaciones<br />

estéticas de la arquitectura sino a la relación completa del<br />

individuo con un entorno en el que la correspondencia de las artes<br />

se pone al servicio de la vida diaria y de la sensación del existir.<br />

Tampoco deja de ser significativo que cuando los historiadores del<br />

arte hacen recuento, estiman la historia de lo moderno desde la<br />

prevalencia de los objetos asimilables a la noción de pintura o a la<br />

de escultura y sólo desbordan este marco en dos momentos: en los<br />

años treinta y en los años cincuenta, pues parece que en ambos<br />

momentos la identidad de lo artístico es más preclara si las actividades<br />

relacionadas con el diseño gráfico e industrial, con la arquitectura<br />

de masas y con los espacios públicos, entran también por<br />

derecho propio en el juego de las valoraciones.<br />

<strong>Manrique</strong> vivió esta circunstancia de los años cincuenta. La vivió plenamente.<br />

Y la vivió plenamente no porque se lo impusiera a sí

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