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Patricia Picazo<br />
En 1895 los hermanos Lumière inauguraron<br />
la historia del cine. Con ellos nacía el séptimo<br />
arte, una serie de imágenes en movimiento,<br />
al principio mudas y más tarde sonoras,<br />
que cuentan historias situando nuestra<br />
retina frente a una pantalla a un ritmo de<br />
24 imágenes por segundo. Junto al nuevo invento<br />
nacía también la figura del espectador,<br />
el público que se enfrentaba a las historias,<br />
unas reales y otras inventadas, dispuesto<br />
a dejarse llevar por su magia, creer en sus<br />
personajes y compartir sus argumentos. Así<br />
queda configurado el acto fílmico como una<br />
comunicación entre espectador y proyección,<br />
donde el primero es obsequiado por el mensaje<br />
que el director de la película ha creado.<br />
Pero ¿es unilateral esta comunicación? En los<br />
primeros años de la historia del cine, cuando<br />
todavía no existía una narrativa fílmica,<br />
proyecciones como “El regador regado”, “La<br />
llegada del tren” o “Partida de naipes” eran<br />
simples instantáneas reproducidas consecutivamente<br />
que, por lo novedoso, divertían<br />
al público. Sin embargo, el cine evolucionó<br />
muy pronto, convirtiéndose desde las primeras<br />
cintas de Méliès o Griffith en una caja de<br />
historias dramáticas, cómicas o documentales,<br />
con personajes y conflictos dentro de<br />
distintas realidades. Y es entonces cuando el<br />
público descubre que no sólo puede ver las<br />
películas, sino también comentarlas, entenderlas<br />
y criticarlas, convirtiéndose en parte<br />
activa del propio espectáculo fílmico. En<br />
1920, Lois Delluc publica el primer número<br />
de la revista “Journal du cineclub”, donde por<br />
primera vez aparecen las palabras crítica de<br />
cine, discusión, aprendizaje y calidad fílmica.<br />
Delluc es considerado el padre de los “CI-<br />
du<br />
NECLUB”, pequeñas reuniones de amantes<br />
del cine que no sólo ven la película sino que<br />
conocen su ficha técnica, investigan a los<br />
autores, contextualizan la cinta y, después de<br />
asistir todos juntos a la proyección, crean un<br />
debate sobre la misma, comentan, analizan y<br />
aprenden a través de ella, dando nacimiento<br />
al análisis fílmico y a las teorías del lenguaje<br />
cinematográfico. Toda disciplina artística necesita<br />
de la crítica y la teoría que le dota de la<br />
cientificidad necesaria para ser considerado<br />
objeto de estudio. Los cineclubs son el germen<br />
de estos estudios cinematográficos, son<br />
los inicios de los libros de teorías fílmicas,<br />
historia del cine y análisis de películas, además<br />
de una excelente elección para pasar<br />
una tarde disfrutando de una buena película.<br />
La figura del cineclub está tan presente desde<br />
los inicios del propio cine que podríamos<br />
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