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atanga - CCEM

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y al mismo tiempo al baile de los espectadores.<br />

Las marionetas bailarinas del melan,<br />

llamadas muane-biang, aparecían en el momento<br />

del sacrificio. La reliquia del cráneo<br />

era la que les daba fuerza para bailar. Las<br />

paredes de la parte superior de la construcción<br />

hacían de escenario. Éstas se revestían<br />

con cuerdas y encima bailaban las marionetas<br />

por sí solas. Esta música facilitaba la<br />

comunicación entre los vivos y los muertos,<br />

especialmente en los momentos en los que<br />

se entonaba una canción llamada wafia-bóbó<br />

(es también el nombre de un pajarillo del<br />

bosque, muy difícil de encontrar que anuncia<br />

desgracias con su canto, especialmente la<br />

muerte de una persona). En cuanto suena la<br />

música de los xilófonos, el pueblo sabe que<br />

se acerca el momento del sacrificio. La ceremonia<br />

se desarrollaba en un lugar concreto<br />

llamado elikg melan, una caseta construida<br />

en la parte trasera de las cocinas del pueblo.<br />

Se trataba de una construcción especial,<br />

situada a la sombra de grandes árboles,<br />

elaborada con materiales tradicionales pero<br />

cubierta sólo hasta media altura. De esta<br />

forma, por la parte superior –la zona descubierta–<br />

las marionetas podían salir y bailar<br />

gracias a las cuerdas preparadas a tal efecto<br />

sobre la caseta. La comida para el sacrificio<br />

la preparaba una mujer de avanzada edad.<br />

Era impensable que esta mamá aún tuviera<br />

la menstruación, tenía que ser menopáusica.<br />

Al mismo tiempo, tenía prohibido probar<br />

estos alimentos, por lo que ni siquiera podía<br />

comprobar la sal (debía hacerlo un hombre).<br />

Sólo podían comer estos alimentos los hombres<br />

mayores ya iniciados (nkuane nghoos<br />

melan). La persona elegida para cuidar del<br />

cráneo se llamaba mbele melan. Debía ser<br />

un hombre maduro, de grandes cualidades<br />

personales como el antepasado representado<br />

por la reliquia. Tenía un cierto número de<br />

normas que debía cumplir. No sólo guardaba<br />

el cráneo, también era el máximo responsable<br />

de cualquier ceremonia de melan, y como<br />

tal, era el responsable de negociar los actos<br />

con las distintas familias del ayong. Los cráneos<br />

eran acompañados por el nsegk melan,<br />

recipientes de melan, una estatuilla de ébano<br />

a la que se daba el nombre del antepasado<br />

como signo de respeto. Las reliquias se<br />

guardaban en cajas. Cada familia tenía una<br />

de estas cajas (ewala o enfara) en las que<br />

se depositaban los cráneos y todos los objetos<br />

sagrados de la familia. Estaba prohibido<br />

poseer un cráneo de otra familia. No podían<br />

tocarlo más que los miembros de la familia, y<br />

su responsable era el mbele melan. Durante<br />

la ceremonia del ngun melan el cráneo se depositaba<br />

en una mesilla situada en el centro<br />

de la caseta. En algunos casos, el cráneo del<br />

antepasado se empotraba en el nsegk melan,<br />

en otros casos se situaba entre la mesa y la<br />

estatuilla. Esta ceremonia no se celebraba en<br />

cualquier momento. Solía convocarse cuando<br />

la familia o el ayong atravesaba momentos<br />

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