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CERVIO, PEDRO.pdf - Universidad de Navarra

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LA INTERIORIDAD EN LOS PRIMEROS DIÁLOGOS DE SAN AGUSTÍN 153<br />

misma. La dificultad que conllevan obliga a Agustín a pedir ayuda a quien<br />

es el término último <strong>de</strong> su búsqueda, es <strong>de</strong>cir, a Dios 136 .<br />

En la plegaria con que Agustín inaugura la obra, el tema <strong>de</strong> la interioridad<br />

(la necesidad <strong>de</strong> ese movimiento <strong>de</strong> retorno a Dios que pasa por la<br />

propia alma) se repite con frecuencia. Un ejemplo:<br />

¡Oh Dios!, separarse <strong>de</strong> Ti es caer; volverse a Ti, levantarse, permanecer<br />

en Ti es hallarse firme. Alejarse <strong>de</strong> Ti es morir, volver a Ti es revivir,<br />

morar en Ti es vivir. Dios a quien nadie pier<strong>de</strong> sino engañado, nadie busca<br />

sino avisado, nadie halla sino purificado. Dios, <strong>de</strong>jarte a Ti es ir a la muerte;<br />

seguirte a Ti es amar; verte es poseerte 137 .<br />

Agustín sabe que para llegar a Dios no le bastan sus fuerzas. En este<br />

texto pi<strong>de</strong> a Dios saber reconocerlo y apren<strong>de</strong>r a dón<strong>de</strong> <strong>de</strong>be dirigir la mirada:<br />

Manda lo que quieras, pero sana mis oídos para oír tu voz; sana y abre<br />

mis ojos para que vea tus signos; <strong>de</strong>stierra <strong>de</strong> mí toda ignorancia para que te<br />

reconozca a Ti. Dime dón<strong>de</strong> <strong>de</strong>bo mirar para verte a Ti, y espero hacer todo lo<br />

que mandares. (...). Recíbeme ya siervo tuyo, que vengo huyendo <strong>de</strong> tus contrarios,<br />

que me retuvieron sin pertenecerles, porque vivía lejos <strong>de</strong> Ti 138 .<br />

Las cosas caducas no son Dios y, por tanto, no pue<strong>de</strong>n saciar a Agustín.<br />

Ahora solo se conforma con las realida<strong>de</strong>s imperece<strong>de</strong>ras. Por ello, una<br />

vez más ora a Dios para que le <strong>de</strong>scubra el camino que lleva hasta El:<br />

Ahora comprendo que hay que volver a Ti; ábreme la puerta, porque<br />

estoy llamando; enséñame el camino para llegar hasta Ti. Sólo tengo<br />

voluntad; sé que lo caduco y transitorio <strong>de</strong>be <strong>de</strong>spreciarse para ir en pos <strong>de</strong><br />

lo seguro y eterno. Esto hago, Padre, porque esto sólo sé y todavía no conozco<br />

el camino que lleva hasta Ti. Enséñamelo Tú, muéstramelo Tú; dame<br />

Tú la fuerza para el viaje 139 .<br />

136. Cfr. Sol. 1.1.1.<br />

137. «Deus, a quo averti, ca<strong>de</strong>re; in quem converti, resurgere; in quo manere, consistere<br />

est. Deus, a quo exire, emori; in quem redire, reviviscere; in quo habitare, vivere<br />

est. Deus, quem nemo amittit, nisi <strong>de</strong>ceptus; quem nemo quaerit, nisi admonitus; quem<br />

nemo invenit, nisi purgatus. Deus, quem relinquere, hoc est quod perire; quem atten<strong>de</strong>re,<br />

hoc est quod amare; quem vi<strong>de</strong>re, hoc est quod habere». Sol. 1.1.3.<br />

138. «Iube, quaeso, atque impera quidquid vis, sed sana et aperi aures meas, quibus<br />

voces tuas audiam. Sana et aperi oculos meos, quibus nutus tuos vi<strong>de</strong>am. Expelle a me<br />

insaniam, ut recognoscam te. Dic mihi qua attendam, ut aspiciam te, et omnia me spero<br />

quae iusseris esse facturum. [...] Accipe me ab istis fugientem famulum tuum, quia et<br />

isti me quando a te fugiebam,acceperunt alienum». Sol. 1.1.5.<br />

139. «Ad te mihi re<strong>de</strong>undum esse sentio: pateat mihi pulsanti ianua tua; quomodo<br />

ad te perveniatur doce me. Nihil aliud habeo quam voluntatem, nihil aliud scio nisi fluxa<br />

et caduca spernenda esse, certa et aeterna requirenda. Hoc facio, Pater, quia hoc solum<br />

novi; sed un<strong>de</strong> ad te perveniatur ignoro. Tu mihi suggere, tu osten<strong>de</strong>, tu viaticum<br />

praebe». Sol. 1.1.5.

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