2 - Biblioteca Virtual Universitaria
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Dan Br own Ángeles y demonios<br />
Cuando Kohler y Langdon salieron del complejo principal del CERN al sol de Suiza, Langdon se<br />
sintió transportado a casa. El panorama que se extendía ante él parecía un campus universitario de cualquiera<br />
de las más prestigiosas instituciones educativas de la costa Este de Estados Unidos.<br />
Una pendiente cubierta de hierba descendía hasta una planicie donde crecían bosquecillos de arces en<br />
cuadriláteros bordeados de edificios residenciales de ladrillo y senderos peatonales. Individuos con pinta de<br />
estudiosos entraban y salían de los edificios, cargados con libros. Como para acentuar la atmósfera<br />
universitaria, dos hippies melenudos se lanzaban un frisbee, mientras disfrutaban de la Cuarta sinfonía de<br />
Mahler, que surgía a todo volumen por la ventana de un dormitorio.<br />
—Son las viviendas de los residentes —explicó Kohler, mientras aceleraba la silla de ruedas en<br />
dirección a los edificios—. Tenemos más de tres mil físicos aquí. Sólo el CERN emplea más de la mitad de<br />
los físicos de partículas del mundo. Las mentes más brillantes del planeta: alemanes, japoneses, italianos,<br />
holandeses, lo que quiera. Nuestros físicos representan a más de quinientas universidades y sesenta<br />
nacionalidades.<br />
Langdon se quedó asombrado.<br />
—¿Cómo se comunican?<br />
—En inglés, por supuesto. El idioma universal de la ciencia.<br />
Langdon siempre había oído que las matemáticas constituían el idioma universal de la ciencia, pero<br />
estaba demasiado cansado para discutir. Siguió obediente a Kohler.<br />
A mitad de camino, un joven pasó corriendo. Su camiseta proclamaba: ¡SIN TGU NO HAY<br />
GLORIA!<br />
Langdon le siguió con la mirada, intrigado.<br />
—¿TGU?<br />
—Teoría General Unificada —explicó Kohler—. La teoría de todo.<br />
—Entiendo —dijo Langdon, que no entendía nada.<br />
—¿Sabe algo de la física de partículas, señor Langdon?<br />
Langdon se encogió de hombros.<br />
—Sé algo de la física general: la caída de los cuerpos, esas cosas. —Sus años de buceador le habían<br />
inducido un profundo respeto por el asombroso poder de la aceleración gravitacional—. La física de<br />
partículas se ocupa del estudio de los átomos, ¿verdad?<br />
Kohler negó con la cabeza.<br />
—Los átomos son como planetas comparados con lo que nosotros estudiamos. Nuestro interés se<br />
centra en el nucleus del átomo, una mera diezmilésima parte del tamaño total. —Tosió de nuevo, como si<br />
estuviera enfermo—. Los hombres y mujeres del CERN están aquí para encontrar respuestas a las mismas<br />
preguntas que el hombre se ha planteado desde el principio de los tiempos. ¿De dónde venimos? ¿De qué<br />
estamos hechos?<br />
—¿Y esas respuestas se encuentran en un laboratorio de física?<br />
—Parece sorprendido.<br />
—Lo estoy. La pregunta parece de tipo espiritual.<br />
—Señor Langdon, todas las preguntas fueron de tipo espiritual en su momento. Desde el principio de<br />
los tiempos, la espiritualidad y la religión se han utilizado para llenar los huecos que la ciencia no<br />
comprendía. La salida y la puesta de sol se atribuyeron en otro tiempo a Helios y un carro de fuego. Los<br />
terremotos y los maremotos eran la ira de Poseidón. La ciencia ha demostrado ahora que esos dioses eran<br />
ídolos falsos. Pronto, demostraremos que todos los dioses son falsos ídolos. La ciencia ha proporcionado<br />
respuestas a casi todas las preguntas que el hombre puede formular. Sólo quedan unas cuantas,<br />
y son las esotéricas. ¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Cuál es el sentido de la vida y del<br />
universo?<br />
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