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2 - Biblioteca Virtual Universitaria

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Dan Br own Ángeles y demonios<br />

—¡El SSC!<br />

—¿Cómo?<br />

—¡El Superconducting Super Collider!<br />

Alguien se encogió de hombros.<br />

—No sabía que Harvard estaba construyendo uno.<br />

—¡No es Harvard! —exclamó—. ¡Estados Unidos! ¡Iba a ser el acelerador de partículas más potente<br />

del mundo! ¡Uno de los proyectos científicos más importantes del siglo! ¡Dos mil millones de dólares<br />

invertidos, y el Senado rechaza el proyecto! ¡Malditos sean los lobbies de los grupos fundamentalistas<br />

cristianos!<br />

Cuando Brownell se calmó por fin, explicó que un acelerador de partículas era un tubo ancho y<br />

circular en el que se aceleraban partículas subatómicas. Imanes situados en el tubo se conectaban y<br />

desconectaban en rápida sucesión para «empujar» partículas de un lado a otro, hasta que alcanzaban<br />

velocidades tremendas. Las partículas aceleradas al máximo daban vueltas al tubo a una velocidad superior a<br />

los doscientos ochenta mil kilómetros por segundo.<br />

—Pero eso es casi la velocidad de la luz —exclamó uno de los profesores.<br />

—Muy cierto —dijo Brownell. Explicó que al acelerar dos partículas en direcciones opuestas en el<br />

tubo, para luego hacerlas colisio-nar, los científicos podían romper las partículas en sus partes constituyentes<br />

y echar un vistazo a los componentes fundamentales de la naturaleza—. Los aceleradores de partículas —<br />

declaró Brownell— son cruciales para el futuro de la ciencia. Conseguir que las partículas colisionen es la<br />

clave para comprender los patrones de construcción del universo.<br />

El Poeta Residente de Harvard, un hombre silencioso llamado Charles Pratt, no pareció impresionado.<br />

—A mí me parece un abordaje de la ciencia propio de los nean-dertales —dijo—, algo así como<br />

destrozar relojes para saber cómo es su mecanismo interno.<br />

Brownell dejó caer su tenedor y salió de la sala como una exhalación.<br />

¿Así que el CERN tiene un acelerador de partículas?, pensó Langdon, mientras el ascensor bajaba. Un<br />

tubo circular para romper partículas. Se preguntó por qué lo habían sepultado bajo tierra.<br />

Cuando el ascensor paró, se sintió aliviado de tener tierra firme bajo los pies, pero cuando las puertas<br />

se abrieron, su alivio se evapo-ró. Robert Langdon se encontró de nuevo ante un mundo totalmente<br />

desconocido.<br />

El pasadizo se alejaba hasta perderse de vista en ambas direcciones, a izquierda y derecha. Era un<br />

túnel de cemento liso, lo bastante ancho para permitir el paso de un camión de dieciocho ruedas. El pasillo,<br />

muy bien iluminado en el punto donde se encontraban, estaba muy oscuro más adelante. Un viento húmedo<br />

surgía de la oscuridad, un recordatorio inquietante de que se hallaban en las entrañas de la tierra. Langdon<br />

casi podía sentir el peso de la tierra y la piedra sobre su cabeza. Por un momento, volvió a tener nueve años...<br />

y la oscuridad le obligaba a retroceder... a las cinco horas de aplastante negrura que todavía le atormentaban.<br />

Cerró los puños y luchó por sobreponerse.<br />

Vittoria continuó en silencio cuando salieron del ascensor y se adentró en la oscuridad sin la menor<br />

vacilación. Los fluorescentes del techo se iban encendiendo a su paso. El efecto era inquietante, pensó<br />

Langdon, como si el túnel estuviera vivo... y se anticipara a sus movimientos. Langdon y Kohler la siguieron<br />

a una prudente distancia. Las luces se iban apagando de forma automática a sus espaldas.<br />

—Este acelerador de partículas —dijo Langdon en voz baja—, ¿está en este túnel?<br />

—Está allí.<br />

Kohler indicó a la izquierda, donde un tubo de cromo pulido corría a lo largo de la pared interna del<br />

túnel.<br />

Langdon miró el tubo, confuso.<br />

—¿Eso es el acelerador? —El aparato no se parecía a nada que hubiera imaginado. Era perfectamente<br />

recto, de unos noventa centímetros de diámetro, y se extendía a todo lo largo del túnel hasta desaparecer en<br />

la oscuridad. Recuerda más a una alcantarilla de alta tecnología, pensó Langdon—. Creía que los<br />

aceleradores de partículas eran circulares.<br />

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