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2 - Biblioteca Virtual Universitaria

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Dan Br own Ángeles y demonios<br />

Mientras desfilaban las imágenes, el guardia se abstuvo de fantasear. Estaba llegando al final de su<br />

turno, pero aún seguía vigilante. El servicio era un honor. Algún día, le concederían la recompensa<br />

definitiva.<br />

Una imagen captó toda su atención. Con un movimiento reflejo que consiguió sobresaltarle incluso a él,<br />

extendió la mano y oprimió un botón del panel de control. La imagen se congeló.<br />

Hecho un manojo de nervios, se inclinó hacía la pantalla para ver mejor. La lectura del monitor le dijo<br />

que la imagen estaba siendo transmitida desde la cámara 86, una cámara que debía estar vigilando un pasillo.<br />

Pero la imagen que tenía ante él no era la de un pasillo.<br />

13<br />

Langdon contempló con perplejidad el estudio.<br />

—¿Qué es este lugar?<br />

Pese a la agradable ráfaga de aire caliente en la cara, atravesó el umbral con nerviosismo.<br />

Kohler no dijo nada y siguió a Langdon.<br />

Langdon examinó la habitación, sin saber qué deducir de lo que veía. Contenía la mezcla de objetos<br />

más peculiar que había visto en su vida. En la pared del fondo, dominando el decorado, había un enorme<br />

crucifijo de madera, que Langdon atribuyó a la España del siglo XIV. Sobre el crucifijo, suspendido del<br />

techo, vio un móvil metálico de planetas en órbita. A la derecha había un óleo de la Virgen María, y al lado<br />

una lámina con la tabla periódica de los elementos. En la pared lateral, otros dos crucifijos de latón<br />

flanqueaban un cartel de Albert Einstein, con su famosa cita DIOS NO JUEGA A LOS DADOS CON EL<br />

UNIVERSO.<br />

Langdon siguió avanzando, y miró a su alrededor con estupor. Una Biblia encuadernada en piel<br />

descansaba sobre el escritorio de Vetra, junto a un modelo de Bohr en plástico de un átomo y una réplica en<br />

miniatura del Moisés de Miguel Ángel.<br />

Toma eclecticismo, pensó Langdon. El calor le sentaba bien, pero algo en el decorado le provocó nuevos<br />

escalofríos. Experimentó la sensación de estar presenciando la colisión de dos titanes de la filosofía, la<br />

coexistencia inquietante de fuerzas opuestas. Examinó los títulos de la librería:<br />

La partícula de Dios<br />

El tao de la física<br />

Dios: la prueba<br />

Había una cita grabada en un sujetalibros:<br />

LA VERDADERA CIENCIA DESCUBRE A DIOS<br />

ESPERANDO DETRÁS DE CADA PUERTA.<br />

PAPA PÍO XII<br />

—Leonardo era un sacerdote católico —dijo Kohler.<br />

Langdon se volvió.<br />

—¿Un sacerdote? ¿No dijo que era físico?<br />

—Ambas cosas. La combinación de científico y religioso abunda en la historia. Leonardo era un<br />

ejemplo. Consideraba a la física «la ley natural de Dios». Afirmaba que la caligrafía de Dios era visible en el<br />

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