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Madrid 19680305 - Home. Fundación Diario Madrid

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I<br />

I<br />

I<br />

niiniinminimininmnininnniniinmniinmnnimnmnnnnnn miimnmnmHinimBimmiinniiiiiiiimniiminminniiiniiniiinina<br />

s<br />

Una com<br />

La cámara va registrando en silencio<br />

nuestro paseo. ¡Con tal de que no sea<br />

el último! Cuan lejos parecen las sonrisas<br />

de ayer. Dos días más tarde, unos<br />

periodistas coreanos y un fotógrafo vietnamita<br />

serán fusilados. Mejor dicho, milagrosamene,<br />

el vietnamita se salvará.<br />

Nos hacen colocarnos contra un muro.<br />

Desagradable. Después, sentarnos contra<br />

el .muro. ¿Fusilan a la gente sentada?<br />

Hablando veitnamUa, Raymond Adam se<br />

esfuerza en explicar la inocencia de nuestras<br />

intenciones. Con cara impasible,<br />

nuestros guardianes le escuchan. Otro<br />

hombre, también de paisano, con un<br />

Colt en la mano, desemboca en la callejuela.<br />

Viene a buscar a uno de nosotros<br />

para hablar con su superior. Me<br />

levanto y le sigo. Apenas hemos andado<br />

unos cuantos metros cuando el hombre<br />

se vuelve y me indica qut me ponga contra<br />

la pared. A mí no me hace la menor<br />

gracia. El hombre, con cara Inexpresiva<br />

bajo los cabellos negros muy cortos, me<br />

hace señal de que me siente. Me pongo<br />

en cuclillas. Prefiero esta posición, pues<br />

permite saltar. El jefe con quien tengo<br />

que hablar, ¿vendrá hasta aquí? Parece<br />

que me estoy haciendo demasiadas Ilusiones.<br />

Lentamente, con los ojos fijos en<br />

los míos, el hombre me apunta con su<br />

, Colt y lo arma con la mano izquierda.<br />

La primera bala está colocada.<br />

g Inceríidumbre<br />

No hay duda de que este cretino piensa<br />

abatirme, pienso. Es estúpido acabar<br />

asf. Los novelistas sacan mucho jugo a<br />

los últimos pensamientos. Cuando en<br />

1944 caí con ima bala en él vientre que<br />

me disparó la Gestapo, en una cita con<br />

im compañero de la Resistencia, tenía<br />

en la cabeza ua hermoso pensamiento<br />

con un hermoso sello tricolor. En aquellos<br />

tiempos luchaba por mi patria y<br />

ahora sólo miraba cómo combatían los<br />

demás. Por ello simplemente pienso que<br />

verdaderamente no valía la pena el haberme<br />

pasado la mitad de las noches<br />

"escribiendo tonterías"—como decía mi<br />

cofrade Balzac—, para ir reconstruyendo,<br />

piedra por piedra, mi hermosa casa<br />

de campo en la Alta Provenza.<br />

El tipo no dispara. Nos obserTamos<br />

como dos gatos a punto de lanzarse el<br />

uno sobre el otro. No hay posibilidad algima<br />

de escape.<br />

El hombre agita la mano izquierda.<br />

Me indica que ponga en el suelo mi<br />

banderita, regalo del jefe de escala de<br />

Air Prance en Tel-Aviv, cuando yo "cubría"<br />

para la televisión la "guerra de<br />

los seis días". Siento entonces de que<br />

estoy agarrada a la banderita como si<br />

fuera un salvavidas. Así pues, era esto lo<br />

YO FUI RRISIONIRA DB. «ETCONe (y II)<br />

comisorio político E<br />

que le retenia: el disparar sobre la bandera<br />

francesa. Bueno, pues lo que hay<br />

que hacer, según dicen, es sonreír. Me<br />

acuerdo, de pronto, de esta regla y hago<br />

un esfuerzo.<br />

¿Tirará? ¿No tirará? Estamos en medio<br />

de este interesante diálogo cuando<br />

llega otro hombre, aparta a mi interlocutor<br />

y me invita a volver a reunlrme<br />

con el grupo. Siento la impresión que<br />

debe tener el hombre al que recoge una<br />

lancha de salvamento.<br />

Represeníanle del Frenle<br />

El recién llegado examina nuestros<br />

papeles. Nos conduce hasta la primera<br />

casa, ocupada por una familia vietnamita,<br />

bebé incluido, y después a otra<br />

cuyos propietarios son chinos. ¡Uf!<br />

Cambia la atmósfera por completo.<br />

Nuestro mentor nos explica que no somos<br />

prisioneros del Frente Nacional de<br />

Liberación, sino sus invitados, y que se<br />

hará todo lo posible para sernos agradables.<br />

Ante todo, pedimos algo para beber.<br />

El calor y el miedo nos han secada<br />

la garganta. Después, aprovechamos la<br />

ocasión para filmar a los combatientes<br />

en acción y tener ima entrevista con un<br />

oficial. Redactamos una lleta d« pregun.<br />

tas.<br />

¿La acción? No está muy lejoe. Incluso<br />

demasiado cercana para nuestro<br />

gusto. Desde hace algimos minutos ha<br />

empezado el ataque al barrio, por él lado<br />

norte. Los asaltantes se acercan hasta<br />

150 metros de nuestro cobijo, si Juzgamos<br />

por el humo negro de uno de sus tanques<br />

que acaba de estallar bajo un Impacto<br />

de "bazooka", que se eleva trae<br />

el tejado de ima casita. Durante hora y<br />

media, los obuses de mortero silban sobre<br />

nuestras cabezas antes de estallar<br />

en todas direcciones, las balas canturrean<br />

y crepitan sobre los tejados y contra<br />

los muros de las casas de la callejuelsu<br />

Fracasa el asalto. IJO preferimos.<br />

En el primer período de calma se desliza<br />

un hombre hasta nuestro habitáculo,<br />

aunque las balas sigan silbando.<br />

—Soy el representante de la Prensa<br />

del frente de Saigón-Cholóa—nos dice—.<br />

Asistimos a la última ofensiva, que sólo<br />

se detendrá en la victoria íinal. sin feclia<br />

precisa.<br />

Esto es,lo esencial de lo que nos dice.<br />

Y no podemos filmar a los combatientes,<br />

ya que el Frente no podría asegurar<br />

nuestra seguridad. Esta última respuesta<br />

ya la habíamos recibido ayer del comisario<br />

político que nos liberó. Era una<br />

campesina muy arrugada, de unos cincuenta<br />

años. Vestida con la corta blusa,<br />

ajustada, de largas mangas, de las mujeres<br />

indígenas, con un amplio "kekuan"<br />

de algodón negro; los cabellos, grises, ti-<br />

pmuiíniíiiinnninminnmiiiinn BwiiiwiiHiimnmiwiiinnnnnniMniiiniBBwminiiBiiimMa^<br />

HfPSIlff •-• MABTEiS. 5 DE MARZO DE 1968 :-; PAGINA »<br />

'•^•'-""yjf-^<br />

rantes por un pequeño moño en la nuca.<br />

Jamás hubiera llamado nuestra atención<br />

si no fuese por el cañón de la pistola<br />

sobre su cadera. Y también por el hecho<br />

de que, en el gran barracón de reposo en<br />

el que se nos retenia, todos los soldados<br />

—e incluso los jefes—se hablan, respetuosamente,<br />

levantado cuando entró.<br />

Terminada ya la conferencia de Prensa,<br />

se nos autoriza a volver a la zona<br />

gubernamental. Todavía estallan algunos<br />

obuses por aquí y por allá. En medio de<br />

los escombros, nuestros automóviles siguen<br />

milagrosamente intactos.<br />

—Cuidado con los gubernamentales<br />

Agiten ustedes una bandera blanca y<br />

nunca sus banderas nacionales—nos recomiendan<br />

nuestros anfitriones de un<br />

día.<br />

No tenemos bandera blanca. Nuestro<br />

coche está cuajado de signos y siglas de<br />

Prensa. Tomo el volante y me pongo a<br />

la cabeza de nuestra pequeña expedición.<br />

Voy, como ayer, a ima velocidad de 15<br />

kilómetros por hora, tocando la bocina.<br />

Unos "rangers" vietnamitas taponan el<br />

otro extremo de la avenida, contraria'<br />

mente a lo que pasaba esta mañana. No<br />

disparan.<br />

Diez minutos más tarde, estamos en el<br />

hotel.<br />

Brígitte FKIANG<br />

IOS GANGSTERS,<br />

A LA OFEHSIVA<br />

BOMBAS, COCHES<br />

Y DISPAROS A<br />

LONDRES. (De nuestro corresponsal.)—El<br />

barrio londinense<br />

de Fulham, a caballo entre<br />

los suburbios y el centro, entre<br />

la aristocracia vivalavirgen de<br />

Chelsea y el proletariado criminaloide<br />

de las afueras, está aterrorizado.<br />

Últimamente se han<br />

visto por sus calles extraños vecinos<br />

nuevos, que parecen vivir<br />

dT las rentas a espaldas del<br />

PÍ.SCO. La Policía sabe que son<br />

i miembros de una banda de<br />

I gángsters que trata de controlar<br />

el sur de Londres, exigiendo dinero<br />

a los comerciantes a cambio<br />

de no arruinarles el negocio,<br />

mutilarles a navajazos o dispar<br />

rarles lo que ellos llaman "tiros<br />

estratégicos", que no te matan,<br />

pero te dejan estropeado para<br />

toda la vida.<br />

Por esa zona de Fulham han<br />

ocurrido cosas raras últimamente:<br />

coches» mcendiados; bombas<br />

que estallan sin que se sepa<br />

D*-r qué, destruyendo portales o<br />

escaparates; a un sujeto, de<br />

pronto, le rompen la rodilla de<br />

un balazo... Muchos de estos incidentes<br />

son denunciados a la<br />

Policía; otros, no: más de un<br />

sujeto se ha ido a su casa sin decir<br />

ni mus, a curarse él sólito<br />

la herida por eso de que mejor<br />

es no meneallo. Los taberneros,<br />

tenderos y comerciantes de chatarra<br />

al por mayor, que allí<br />

abundan y que son los que más<br />

han sufrido, están aterrados.<br />

—Como no quiero ceder a sus<br />

exigencias—dijo uno de ellos<br />

que se negó a decir su nombre—,<br />

ya me han destrozado la tienda<br />

dos veces. La tercera visita<br />

^-añadió filosóficamente—la espero<br />

de un día para otro.<br />

—Yo no sé nada—dijo otro—.<br />

De estas cosas lo mejor es no<br />

hablar.<br />

—A mí quisieron contratarme<br />

para un asesinato urgente—comentó<br />

im tercero—, pero me negué.<br />

¿Qué quiere usted? Yo me<br />

gano la vida robando té, y con<br />

eso no perjudico a nadie. De<br />

asesinatos no quiero saber nada;<br />

contrataron a un par de jóvenes<br />

por mil quinientas libras<br />

(como un cuarto de millón de<br />

pesetas), y asi se arreglaron.<br />

El arreglo a que se referia este<br />

honrado ladrón dio por resultado<br />

la muerte de un hombre y<br />

otro gravísimamente herido. De<br />

los dos Jóvenes, uno se entregó<br />

voluntariamente a la Policía, y<br />

el otro sigue sin aparecer; en<br />

vista de que es un elemento peligroso,<br />

los policías que le están<br />

buscando han recibido revólveres,<br />

cosa muy poco corriente,<br />

pero que últimamente lo está<br />

siendo cada vez más.<br />

LOS GANGSTERS<br />

SE DESMANDAN<br />

Hasta el año pasado, sólo el 3<br />

por 100 de los delitos que se cometían<br />

en Inglaterra eran obra<br />

PISOS CONSTRUYE<br />

INCENDIADOS<br />

LA RODILLA<br />

de bandas organizadas de g4ng3«<br />

ters; un pequeño número de da.<br />

lincuentes profesionales, técnicos<br />

en el arte y bien coordinaídos,<br />

ocupaban a la Policía, pero<br />

no la reocupaban. Ahora las<br />

actividades de esta gente están<br />

saliéndose de madro. Las tres<br />

bandas que, más o menos, se habían<br />

repartido Londres, sin rivar<br />

lizar entre si por territorio ajeno,<br />

han incrementado sus actividades<br />

de un 3 a un 15 6 20<br />

por 100 del tott.1 de delitos anuales<br />

conocidos por Scotland Yarcl<br />

El primer indicio de esto fue<br />

el golpe dado por Charles Ri»<br />

chardson, juzgado y condenado<br />

por múltiples robos y chantajes<br />

en junio del año pasado, que tenia<br />

montada una organización<br />

con Juzgado, Jueces, cámaras de<br />

tortura y comandos policíacos<br />

para tener en jaque a sus victimas<br />

y hasta a los miembros de<br />

la banda que se mostraban rear<br />

cios a obedecer ciertas órdenes.<br />

Lo.' veinticinco años de cárcel a<br />

que condenó el iuez a Richardson<br />

no han producido el efecto<br />

deseado, pues de su banda disuelta<br />

han surgido nuevos dirigentes<br />

y mejores organizaciones<br />

hamponas. Charles Wilson y<br />

Bruce Reynolds, los cerebros del<br />

espectacular robo del tren expreso<br />

de Glasgow, procedían de esa<br />

banda.<br />

Tal es la gravedad del problema.<br />

que el ex ministro conservador<br />

Duncan Sandys está sirviéndose<br />

de él para dar más ímpetu<br />

a su campaña por la reimplantación<br />

de '.a pena de muerte<br />

en Inglaterra^-actualmente sus.<br />

pendida por un periodo de prueba,<br />

no abolida oficialmente,<br />

aunque en cuanto venza el plazo<br />

de prueba lo será sin la menor<br />

duda—, sin que le tomen a<br />

broma como solían. Tampoco<br />

ha hecho ninguna gracia que el<br />

ministro del Interior, Callaghan.<br />

haya decidido limitar el recluta^<br />

miento de policías este ano a<br />

mil doscientos, aunque los criminólogos<br />

dicen unánimemente<br />

que sólo en Inglaterra y el País<br />

de Gales hacen falta urgentemente<br />

dieciocho mil policías<br />

mas.<br />

COLOFÓN<br />

Últimamente ha aumentado<br />

mucho el número de violaciones<br />

y agresiones de tipo sexual en<br />

Inglaterra; el motivo principal,<br />

según un sociólogo inglés, es que<br />

las nuevas leyes que prohiben<br />

conducir con más de cierta cantidad<br />

de alcohol en la sangre<br />

lian creado a muchos hombres<br />

un problema psiquiátrico nuevo:<br />

"Antes • -minaban sus deseos sexuales<br />

a fuerza de alcohol—dice<br />

esté sociólogo—. Ahora no pueden,<br />

excepto si renuncian a ir<br />

en coche, y esto les ha convertido<br />

en sátiros permanentes."<br />

JESÚS PARDO<br />

W\ñSA<br />

40.000 PESETAS<br />

DE ENTRADA<br />

RESTO<br />

EN<br />

MAS DE 100<br />

MESES<br />

OFICINA TÉCNICA<br />

DE VENTA<br />

DE INMUEBLES<br />

Y TERRENOS<br />

3 DORMITORIOS<br />

SALÓN<br />

SERVICIOS<br />

2 TERRAZAS<br />

CALOR NEGRO<br />

RESTO EN TERRAZO<br />

PARQUET EN ZONA NOBLE<br />

IV ...A DEL<br />

SOL. í^-a,*»

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