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Número 62 - Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de ...

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2-9 institucional.qxd 18/04/2006 19:37 PÆgina 2<br />

Propuesta Institucional<br />

La UBA en la encrucijada<br />

2<br />

Fe<strong>de</strong>rico Schuster<br />

Decano<br />

En estos días en que empren<strong>de</strong>mos la escritura <strong>de</strong> nuestro habitual columna para la revista <strong>Ciencias</strong> <strong>Sociales</strong>, nuestra<br />

<strong>Universidad</strong> se ha visto envuelta en un conflicto <strong>de</strong> importancia. La reunión <strong>de</strong> la Asamblea para elegir al nuevo Rector ha sido<br />

cuestionada por los estudiantes que conducen la Fe<strong>de</strong>ración Universitaria <strong>de</strong> Buenos Aires y que constituyen la mayoría <strong>de</strong>l<br />

claustro en el Consejo Superior que termina en mayo. El cuestionamiento se ha centrado en uno <strong>de</strong> los candidatos a rector que se<br />

presentarán en la Asamblea (el Dr. Atilio Alterini, a quien se acusa <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>sempeñado cargos jurídicos <strong>de</strong> importancia<br />

durante la última dictadura), pero también alcanza a la propia composición <strong>de</strong>l cuerpo, al que se tilda <strong>de</strong> anti<strong>de</strong>mocrático. No<br />

cabe duda <strong>de</strong> que la circunstancia es difícil, pero también que, más allá <strong>de</strong>l resultado <strong>de</strong>l momento, todo lo que acontece es un<br />

síntoma y <strong>de</strong>be ser tratado como tal. Que la UBA lleva consigo una crisis profunda es algo que a esta altura resulta más que estúpido<br />

ignorar. La <strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> Buenos Aires fue fundada en 1821 y a lo largo <strong>de</strong> la historia siempre sufrió altos y bajos y no escasearon<br />

en ella los conflictos. Entre estos, siempre es necesario discernir entre aquellos que hablan <strong>de</strong> una actitud crítica y poco<br />

adocenada a la estandarización <strong>de</strong> lo dado -habitual expresión <strong>de</strong> salud intelectual- y aquellos que refieren a un malestar fundado<br />

en un or<strong>de</strong>n que, por algún motivo, exige ser puesto en cuestión. Creemos que, en este caso, estamos ante la segunda situación.<br />

Suele <strong>de</strong>cirse que la época <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la UBA fue la que transcurrió entre 1958 y 1966. Más allá <strong>de</strong> cualquier consi<strong>de</strong>ración al respecto,<br />

no cabe duda <strong>de</strong> que <strong>de</strong> allí en a<strong>de</strong>lante la cosa no fue buena. El duro golpe asestado por el golpe <strong>de</strong> Onganía con la tristemente<br />

célebre noche <strong>de</strong> los bastones largos todavía se siente. La breve primavera <strong>de</strong>mocrática <strong>de</strong> 1973-1974 no tuvo tiempo <strong>de</strong><br />

fructificar cuando en 1975 una intervención reaccionaria volvió a sumir a la UBA en las sombras. Ni qué hablar <strong>de</strong> lo sucedido<br />

durante la dictadura siguiente, entre 1976 y 1983. En diciembre <strong>de</strong> 1983, con la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n constitucional, la<br />

<strong>Universidad</strong> tuvo el enorme <strong>de</strong>safío <strong>de</strong> refundarse -tal y como sí lo había hecho en 1958-, pero no terminó <strong>de</strong> hacerlo. La aceptación<br />

<strong>de</strong> los concursos <strong>de</strong> 1982 impidió una renovación profunda <strong>de</strong> profesores en la mayoría <strong>de</strong> las faculta<strong>de</strong>s y no alentó el regreso<br />

<strong>de</strong> muchos que vivían en el exterior. La ausencia <strong>de</strong> discusión abierta <strong>de</strong>l proyecto universitario, pero también la <strong>de</strong>l Estado en<br />

la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> una política activa <strong>de</strong> recuperación universitaria, favorecieron cierto clima chato y mediocre, sólo interrumpido<br />

por algunas iniciativas aisladas (las <strong>de</strong> Mario Albornoz en el área <strong>de</strong> ciencia y técnica, por ejemplo). En vez <strong>de</strong> la mirada gran<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>l proyecto <strong>de</strong> universidad con sentido <strong>de</strong> país, dominó una visión pequeña orientada al control partidario <strong>de</strong> la <strong>Universidad</strong> y<br />

así se generó una hegemonía que eligió rector a una persona cuyas virtu<strong>de</strong>s eran acor<strong>de</strong>s con esa perspectiva. Con él, y durante<br />

dieciséis años, un espacio político controló todos los resortes <strong>de</strong> la UBA cada vez con menos disimulo y con más preocupación por<br />

sus intereses particulares <strong>de</strong> reproducción en el sistema. Así, se promovió en casi toda la institución una cultura política dirigida<br />

a la permanencia <strong>de</strong> personas y grupos y se favoreció el sometimiento <strong>de</strong> las variables académicas a tal fin, en el Rectorado y en<br />

buena parte <strong>de</strong> las faculta<strong>de</strong>s. En 2002, el entonces rector y su equipo <strong>de</strong>jaban la función ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scrédito universitario y<br />

social.<br />

Ese grupo hoy está a punto <strong>de</strong> volver. Cómo ello es posible, habrá <strong>de</strong> ser explicado. Entre la fuerza política que conservaron tras<br />

dieciséis años <strong>de</strong> dominio absoluto y la incapacidad <strong>de</strong> la gestión que los sucedió para generar una alternativa <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y transformar<br />

las condiciones institucionales <strong>de</strong> la UBA, han vuelto a ponernos en una encrucijada. De cómo ésta se resuelva <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />

la posibilidad <strong>de</strong> un futuro. Son <strong>de</strong>masiadas las formas viciadas <strong>de</strong> la práctica institucional heredada y ellas se expresan en la<br />

conducción <strong>de</strong> las faculta<strong>de</strong>s y en el Consejo Superior. Depen<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> la claridad y la vocación universitaria <strong>de</strong> aquellos asambleístas<br />

que, en virtud <strong>de</strong> ello, puedan trascen<strong>de</strong>r intereses pequeños e inmediatos; <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> que en ellos se <strong>de</strong>spierten el<br />

espíritu <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>za y la fuerza <strong>de</strong> la responsabilidad histórica. Sea como fuere, si hoy está puesta en cuestión la forma <strong>de</strong> la<br />

representación en el gobierno universitario (lo cual está muy bien, porque la ciudadanía está lejos <strong>de</strong> ser plena en nuestra universidad),<br />

el origen <strong>de</strong>l malestar institucional hay que buscarlo en el contenido <strong>de</strong> esa representación, en lo que se hace con ella<br />

y quiénes lo hacen. De la <strong>de</strong>cisión que tomen los asambleístas resultará la oportunidad <strong>de</strong> trastocar el presente y apostar a la<br />

potencia <strong>de</strong> lo mejor que tenemos o la <strong>de</strong> hundirnos crecientemente en un barro <strong>de</strong>l que cada vez resulta más difícil salir. Sea que<br />

la memoria <strong>de</strong> nuestros mejores hombres y mujeres nos ilumine y que tengamos la luci<strong>de</strong>z y la responsabilidad que la hora exige.<br />

En el momento en que usted lea estas líneas, las cartas estarán echadas; entonces, ellas tomarán un significado diferente. Ojalá<br />

sea uno <strong>de</strong>l que podamos sentirnos, al menos, tranquilos.

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