Revista Turismo Humano 19. 20 experiencias en Andalucía

Ocio
Málaga
Muelle uno con el Palmer
Sorpresas más allá
del Palmeral
Karla Godinez
@karlagodin
| MÉXICO
Llegué al aeropuerto de
Costa del Sol con profundas
ganas de conocer Málaga.
Llevaba cuatro años sin ver
a mi amigo andaluz, desde que en
2010 él se despedía de Guadalajara,
México, después de estar seis meses
de intercambio en mi universidad.
Mi anfitrión me hospedó en un
apartamento monísimo, y surtió la
despensa con toda clase de delicias
locales: boquerones en vinagre,
salmorejo, vino Cartojal, gazpacho,
alioli, etcétera.
El sol quemaba cuando salimos
rumbo al mar turquesa de La Malagueta.
Atravesamos el Palmeral
de las Sorpresas, ese moderno
paseo con juegos a los que me subí
atendiendo a mi espíritu infantil. Al
llegar a la playa, alemanes, holandeses
y franceses se bronceaban.
Mi amigo me explicó que muchos
extranjeros jóvenes llegan a Málaga
para hospedarse con familias andaluzas
y tomar cursos de español.
Por aquellos días, la calle Larios se
estaba preparando para los festejos
de Semana Santa. Se disponían
sillas a lo largo de la calle y los
balcones se adornaban de tinto.
Tomamos unas tapas y una caña por
el centro y, frente al teatro romano,
visitamos El Pimpi para tomar la
foto con la tradicional taza de lunares
en la entrada. Un vendedor de
afiches taurinos no perdió la oportunidad
de charlar conmigo y, como
supo que era mexicana, me presentó
a unos compatriotas que recién
habían pasado por su puesto. ¡Qué
alegre y parlanchina es la gente en
Andalucía!
Llamaba mi atención la edificación
que se veía a lo alto: era el complejo
de la Alcazaba y el castillo de
Gibralfaro. Como si se tratara de un
tentempié antes de visitar la Alhambra
-el platillo principal-, conocer la
Alcazaba me hizo adentrarme en la
cultura árabe, que permeó e influyó
de manera importante en la civilización
española y, por consiguiente,
en la cultura de mi país por el proceso
de conquista. Mirar la arquitectura
musulmana me provocó la sensación
de acercarme a los orígenes de
la cultura a la que pertenezco.
Una presencia que noté desde que
llegué a Málaga fue la de Picasso.
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