Festival Castell de Peralada

eportaje LA ARENA DE VERONA
Zeffirelli: “Me siguen
ofreciendo dirigir
óperas a sabiendas
de que se ensañarán
conmigo. Pero
al público le
encantará y se
romperá las manos
aplaudiendo“
fin realidad su sueño de debutar en la
dirección de escena de ópera abriendo
la temporada 1954-1955 del coliseo
milanés con la La Vestale, de Spontini, y
Callas como protagonista, Zeffirelli
dirigió en La Scala El elixir de amor, de
Donizetti. A esta altura la relación entre
ambos ya se había roto.
Y tras La Scala llegaron otros coliseos
de similar importancia: la Ópera de
Viena, el Covent Garden de Londres y
el Metropolitan de Nueva York. Y, por
supuesto, los mejores cantantes del
mundo y directores de orquesta. Sus
producciones, con grandiosas escenografías,
lujoso vestuario y atrezo y multitud
de figurantes, reinaron durante
décadas en los repertorios de los mejores
coliseos líricos. “Ópera a la Zeffirelli
es el mayor espectáculo del mundo”,
definió el periodista estadounidense
William Murray en Los Angeles Times
Magazine el trabajo del director de escena.
Pero sus costosísimos montajes, que
siguen contando con el aplauso de miles
de aficionados, llevan siendo fustigados
desde hace casi una década por buena
parte de la crítica, que lo acusa de fatuo
y grandilocuente. Hasta Bernard
Detalle del montaje de
Il Trovatore estrenado en 2001
Holland, el reputado crítico de The
New York Times, se ha permitido degradarlo
de director de escena a “decorador
de interiores de primera”.
Incluso el Metropolitan de Nueva
York, uno de los últimos reductos
donde sus montajes siguen reponiéndose
y con gran éxito, ya ha empezado a
retirar de su repertorio sus producciones
que más chirrían a punto de iniciar la
segunda década del siglo XXI.
“Sinceramente me importa un bledo lo
que digan los críticos. Tengo que hacer
frente a ello en todo el mundo. Pero me
siguen ofreciendo dirigir óperas a
sabiendas que se ensañarán conmigo;
pero al público le encantará y se romperá
las manos aplaudiendo”, se despachó
hace dos años en el homenaje que le
rindió el Met.
Autoproclamado el mejor director de
ópera vivo, Zeffirelli se considera el custodio
de las esencias. “Soy el director de
escena que guarda los tesoros del pasado.
El puente entre dos generaciones:
una de oro y otra de mierda, la nueva”,
así de claro se manifiesta sobre las
actuales puestas en escena. Defiende su
estética como el “respeto a las reglas que
hacen de la ópera diferente de cualquier
otro tipo de evento representado” y el
género como “el tipo de espectáculo
que precisa de esplendor”.
Y esplendor es lo que va a encontrarse
el público este verano en Verona. La
grandiosidad de Zeffirelli en el magno
escenario de la Arena, que abrirá su 88ª
edición el 18 de junio con el estreno de
una nueva producción de Turandot, con
Maria Guleghina y Giovanna Casolla
alternándose en el papel de fría princesa
china, y Marco Berti y Salvatore Licitra
en el de Calaf. En el foso Plácido
Domingo (16 y 30 de julio y 20 de
agosto) y Giuliano Carella.
Le seguirá la reposición de la mega
Aida con cientos de figurantes con la
que inauguró el festival en 2002 transportando
al público al antiguo Egipto.
Amarilli Nizza, Lucrezia Garcia, Hui
He y Kristin Lewis se reparten el papel
protagonista en las 17 representaciones,
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