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puesta a ayudarla.<br />
Sin embargo, el rencor y la envidia saben endomingarse<br />
de mil bellacas maneras, y así fue que, bajo el tono<br />
apacible y dulce de sus palabras a la hora de prestarse<br />
a hacerle de maestra ponedora de huevos, la<br />
gallina que se había quedado en la granja, tramaba ya<br />
su venganza. Aquella misma noche le suministró a su<br />
hermana un potente somnífero, la encerró en una jaula,<br />
hizo el equipaje y partió camino a Hollywood.<br />
Ahí nadie se dio cuenta del cambiazo, no al principio.<br />
Pero cuando comenzó el rodaje, todos se percataron<br />
que áquella no era la misma gallina que habían<br />
contratado. Es cierto que al final de la escena la nueva<br />
era capaz de poner un huevo mejor que nadie, pero actuando<br />
resultaba torpe e inexperta. No tenía ángel.<br />
Desenmascarada y humillada, la intrusa no tuvo<br />
más remedio que regresar a Arizona y, una vez en la<br />
granja, fue cabizbaja a pedir perdón a su hermana. Y<br />
ésta la perdonó, porque en el fondo comprendía su desespero<br />
y su frustración, pero acto seguido preparó las<br />
maletas y se volvió a marchar de aquel triste lugar.<br />
Como le fue por ahí a su regreso ya nadie lo sabe,<br />
porque su hermana, desde entonces, no ha vuelto a<br />
hablar de ella con las demás gallinas de la granja. Eso<br />
sí, en un rincón apartado del gallinero, tiene una caja<br />
de madera donde guarda, con todo el afecto y el celo<br />
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