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<strong>Claustro</strong> <strong>Jerónimo</strong><br />
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD JERONIMA NUMERO 21 • ENERO-ABRIL 2006
<strong>Claustro</strong> <strong>Jerónimo</strong><br />
SUMARIO<br />
NUESTRA PORTADA............................................................................ 2<br />
La fachada de la iglesia<br />
EDITORIAL .............................................................................................. 4<br />
En breves palabras<br />
ESPÍRITU Y VIDA .................................................................................. 5<br />
Comentarios a la “Instrucción de maestros, y escuela de novicios”<br />
LAS FUENTES.......................................................................................... 15<br />
El libro del Eclesiástico<br />
NUESTRA HISTORIA............................................................................ 21<br />
Piedras vivas. Fr. Pedro de la Vega<br />
TEXTOS DE LOS PADRES.................................................................... 27<br />
Cartas a Florentino<br />
ORAR CON LOS SALMOS .................................................................. 32<br />
Salmo 15<br />
MONJES JERONIMOS .......................................................................... 35<br />
Pensamientos sobre la vocación<br />
APORTACIONES .................................................................................... 39<br />
Camino del Parral<br />
Congregación de Hermanas Jerónimas de la Adoración<br />
EL RINCÓN DEL POETA ...................................................................... 46<br />
EDITA:<br />
Monasterio de Santa María del Parral<br />
40003 - SEGOVIA<br />
Teléf. 921 431 298 • Fax: 921 422 592<br />
Web: www3.plan<strong>alfa</strong>.es/msmparral<br />
E-mail: oshsmparral@plan<strong>alfa</strong>.es<br />
FOTOGRAFÍA PORTADA:<br />
Fachada de la Iglesia de Santa María del Parral.<br />
Acuarela de Ramón Rodríguez de la Cruz.<br />
FOTOGRAFÍA CONTRAPORTADA:<br />
La luna delante del sol. Foto de Monika López<br />
Stiedl.<br />
MAQUETA E IMPRIME:<br />
Gráficas Ceyde<br />
DEPÓSITO LEGAL: Sg-56/2000
NUESTRA PORTADA<br />
LA FACHADA DE LA IGLESIA<br />
Las portadas de la re -<br />
vista de este año 2006 tendrán<br />
como motivo dibujos<br />
del Monasterio de Santa<br />
María del Parral con que<br />
huéspedes y conocidos<br />
nos obsequian, por no ha -<br />
blar del sinnúmero de<br />
reportajes fotográficos cu -<br />
yas imágenes or narán el<br />
interior de “Claus tro Je -<br />
rónimo”. Este es el caso de<br />
la acuarela que figura en<br />
la portada de este número,<br />
obra del amigo Ramón<br />
Rodríguez de la Cruz.<br />
Al presentar imágenes<br />
del monasterio, no nos<br />
dejamos llevar sólo de<br />
una fruición estética. Los Fachada de la Iglesia. Acuarela de Alicia (Julio 2005)<br />
monasterios son sacramentos,<br />
señales, signos de<br />
Dios, de la llamada del Altísimo a los hombres. Todo en ellos está configurado<br />
para permitir a sus moradores percibir la cercanía de su amor en<br />
su existencia.<br />
Al reproducirlos en nuestra revista de espiritualidad, pretendemos<br />
hacer una llamada a lo esencial, lo definitivo, lo eterno, valores permanentes<br />
del ser humano.<br />
Tomamos la descripción de la fachada de la Iglesia de la guía del<br />
“Monasterio del Parral” de José Antonio Ruiz Hernando. Escribe:<br />
“Se levanta ésta al fondo de una lonja configurada por el monasterio al<br />
sur y las rocas al norte. [….] La fachada se ofrece desnuda, casi desafiante<br />
2
y un tanto hosca si no fuera por el galano cuerpo de campanas y la decoración<br />
de la portada, que ayudan a encubrir una desnudez no deseada. Es<br />
una fachada sin terminar como se detecta al primer golpe de vista. De<br />
haberse concluido la portada ha bría sido, en verdad, sorprendente y muy<br />
otro su aspecto.<br />
En efecto, los restos que permanecen, levantados sobre un poyo, como<br />
es norma en el interior, con su movida planta y delicada decoración labrada<br />
en piedra blanca, han sugerido los nombres de los mejores artistas de<br />
fines del XV. En 1494 Sebastián de Al monacid, que había trabajado con<br />
Guas en la portada del claustro de la catedral, se obligaba a esculpir el<br />
apostolado de la capi lla mayor y «dos imágenes, la una de Nuestra<br />
Señora, que está en la puerta de la iglesia, y un ángel con la Salutación... a<br />
vista y reconocimiento del padre prior del Pa rral, y de Juan Guas, vecino<br />
de Toledo». El documento parece asignar la autoría de la traza a Juan<br />
Guas.<br />
La imagen de la Virgen que presidía en el parteluz se encuentra actualmente<br />
en el claustro, las figuras del ángel y de la Virgen incompletas y<br />
desmochadas. Sobre los ar cos rebajados unos ramos de granados, mo tivo<br />
repetido en la heráldica de Enrique IV cuyo lema era «Agridulce es el reinar».<br />
De las jambas ascienden dos contrafuer tes cilíndricos que limitan el<br />
paño central coronado por dos enormes blasones recua drados por una<br />
moldura de bolas. A nues tra izquierda el de don Diego López Pache co y<br />
a la derecha el de su mujer doña Juana Enríquez, marqueses de Villena. Se<br />
atri buyen al cincel de Francisco Sánchez de Toledo, que esculpió también<br />
los de la ca becera. Completa la fachada una ventana que ilumina el coro<br />
de los monjes.<br />
En 1529, Juan Campero, vecino de Avila, se obligó a levantar la torre y<br />
dotarla de coronación. El cuerpo de campanas, provis to de una curiosa<br />
espadaña en el lado sur, se ha relacionado con las torres del palacio de<br />
Monterrey en Salamanca, obra de Ro drigo Gil de Hontañón y fray Martín<br />
de Santiago, de 1539”.<br />
3
EDITORIAL<br />
EN BREVES PALABRAS<br />
Llevamos en andadura ya<br />
dos meses de este año, 2006,<br />
del Señor. Un nuevo año que<br />
la revista “<strong>Claustro</strong> Jeróni -<br />
mo” pretende hacer llegar a<br />
vuestras manos su mensaje<br />
de espiritualidad.<br />
Sus diversas secciones se -<br />
guirán las pautas que años<br />
anteriores, con la impronta<br />
es pecial de que resaltaremos<br />
la figura del monje jerónimo<br />
Fr. José de Sigüenza al cumplirse<br />
400 años de su muerte.<br />
Este motivo nos obliga a<br />
desvelar aspectos de su rica<br />
personalidad no sólo como<br />
historiador y literato, tal vez<br />
los más conocidos, sino especialmente<br />
como Maestro es -<br />
Fr. José de Sigúenza.<br />
pi ritual.<br />
El número de “Cuader nos” que, Dios mediante, llegará a vosotros allá<br />
por mayo, fecha del aniversario de su fallecimiento, estará dedicado exclusivamente<br />
al P. Sigüenza. Y en los tres números de “<strong>Claustro</strong> <strong>Jerónimo</strong>”<br />
habrá artículos que resaltarán a nuestro historiador por excelencia.<br />
No creemos caer en chauvinismo al exaltar la figura de este jerónimo<br />
que vivió en pleno Siglo de Oro, ya que estamos convencidos de que los<br />
valores que transmitió en sus escritos son plenamente actualizables y convendría<br />
no perderlos de vista en la configuración de la espiritualidad del<br />
siglo XXI.<br />
4
ESPIRITU Y VIDA<br />
COMENTARIO A LA “INSTRUCCIÓN DE<br />
MAESTROS, Y ESCUELA DE NOVICIOS”<br />
Arte de Perfección religiosa, y monástica.<br />
Obra de Fr. José de Sigüenza, maestro de espiritualidad<br />
Fr. Andrés Gª Torralvo.<br />
Santa Mª del Parral<br />
Segovia.<br />
Siempre que entro en la sala capitular, detengo mi mirada en un retrato<br />
de fray José de Sigüenza que cuelga en una de sus paredes, copia del<br />
original que guarda la Real Biblioteca del Escorial. Allí está, tal como lo<br />
retratara un pincel anónimo, con un libro en el que deposita su mano<br />
izquierda, mientras que la derecha, pluma en ristre, escribe, dejando constancia<br />
de la que fue una de sus mayores dedicaciones en la Orden<br />
Jerónima, la de Escritor.<br />
Tal vez no muy conocido hoy en día, pero no cabe duda de que es una<br />
gran figura en la literatura de nuestro Siglo de Oro. Hay quien ensalzó sus<br />
valores literarios como, “Maestro de historiadores, y sobre todo, de estilistas<br />
españoles”, llega a decir de él Marcelino Menéndez y Pelayo. Aparte<br />
de otros muchos elogios que a su obra le dedican, entre otros, Ramón<br />
Menéndez Pidal y Unamuno.<br />
A lo largo de este año, en que se cumple el IV centenario de su muerte,<br />
“<strong>Claustro</strong> <strong>Jerónimo</strong>” destacará las ricas facetas de la personalidad de<br />
este hombre, monje, historiador, poeta…Pero vamos a comenzar presentándolo<br />
como MAESTRO ESPIRITUAL DE LA ORDEN. Si fue así para<br />
sus contemporáneos, como luego veremos, para nosotros, monjes posteriores<br />
a la Restauración, mucho más, pues hemos aprendido en sus libros,<br />
no sólo nuestra historia, sino también la espiritualidad, el estilo de vida,<br />
los usos y costumbres, hasta el modo de moverse que los monjes jerónimos<br />
tenían antes de la desamortización de Mendizábal. Tengamos pre-<br />
5
sente que cuando los <strong>Jerónimo</strong>s en el año 1925, al frente del venerable Fr.<br />
Manuel de la Sagrada Familia, reinician la vida monástica jerónima, no<br />
cuentan con ningún monje de la etapa anterior, que les acompañe en sus<br />
primeros pasos y les indique el peculiar estilo de vida que los hijos de San<br />
<strong>Jerónimo</strong> han de llevar en sus monasterios.<br />
Son las obras de Fray José de Sigüenza las que sirvieron, y sirven, de<br />
pauta para su formación, y de ella bebieron, y bebemos, y en ella aprendieron,<br />
y aprendemos, todo lo que concierne a la vida jerónima. Es por eso<br />
por lo que le otorgamos el título de “Maestro Espiritual” muy especialmente<br />
de la nueva ornada de monjes que pueblan los claustros jerónimos<br />
desde la restauración, herederos del espíritu de la Orden que, siguiendo<br />
las vivencias de San <strong>Jerónimo</strong>, fundaran Pedro Fernández Pecha y Fer nan -<br />
do Yánez de Figueroa allá en el siglo XIV.<br />
Una de las primeras lecturas que se le ofrece a los candidatos, en los<br />
primeros días de estancia en el monasterio, son los capitulos XXI al XXX<br />
del tomo I libr. II de la Historia de la Orden de San <strong>Jerónimo</strong>, del mismo<br />
P. Si güenza. En ellos trata de:<br />
• La forma con que los primeros padres de esta religión enseñaban el<br />
camino de perfección a los novicios, y lo que ellos platicaban.<br />
• Lo que enseñaban al novicio después de haberle dado el habito, para<br />
que caminase a la perfección que en este estado pretende.<br />
• Del silencio, y de la compostura de los sentidos exteriores, que enseñaban<br />
a los novicios.<br />
• El modo que tenían aquellos primeros padres en las cosas del oficio<br />
divino: como enseñaban a los novicios lo que en estos habían de<br />
hacer.<br />
• Lo que enseñaban al novicio, cuando llegaba al choro: con otras ceremonias<br />
y avisos, para la hora de Maitines.<br />
• Prosigue la instrucción de los novicios en las horas canónicas, y las<br />
ceremonias del coro.<br />
• Prosigue el discurso de la vida y crianza de los novicios en el oficio<br />
divino, desde el fin de los Maitines hasta acabada la Prima.<br />
• La ocupación santa de esta religión desde acabada Prima hasta Nona.<br />
6
• Prosigue el orden de la vida, y en lo que se ocupan desde la hora de<br />
Nona hasta la cena.<br />
• De la hora de la cena y de las Completas: y lo que enseñaban en ellas<br />
a los novicios.<br />
Poco deja a la improvisación de cómo ha de ser la iniciación en la vida<br />
monástica jerónima. Y tal vez esto haga surgir la pregunta: ¿Pueden unos<br />
escritos del siglo XVI, que reflejan un estilo tan peculiar de vida, seguir<br />
vigentes en el siglo XXI?<br />
A las pruebas me remito. Días atrás releía una publicación de uno de<br />
los más afamados y prolíficos escritores actuales, especialista en temas de<br />
formación, acompañamiento, discernimiento espiritual, promoción vocacional,<br />
etc. Sus obras son aconsejadas, citadas y recomendadas hasta el no<br />
va más, y que con razón, me gustan. Pues bien, estos días en que estoy hilvanando<br />
estas reflexiones me detengo en el capitulo X de la obrita de Si -<br />
güenza titulada “Instrucción de maestros, y escuela de novicios, Arte de<br />
Perfección religiosa, y monástica” y, salvo el estilo propio de la época, el<br />
fondo coincide con las consideraciones del aludido escritor actual, y es<br />
que creo que ambos cimentan sus enseñanzas en las “Santas Escrituras,<br />
padres y doctrinas aprobadas y aun canonizadas por la Iglesia”, como<br />
Sigüenza afirma que hace.<br />
En “Stvdia Hieronymiana” tomo I pg 483-497, hay un extraordinario<br />
estudio de Lorenzo Alcina Roselló que comenta dicha “Instrucción de<br />
Maestros…”, que fue publicada después de su muerte, en 1712. Se gu -<br />
ramente la escribió en 1580, y el título es una clara manifestación del contenido<br />
que pretendo sea el motivo de mi reflexión.<br />
Penetrando en la esencia de la obra, se nos desvela la savia espiritual<br />
con la que el P. Sigüenza logró ser un verdadero maestro del espíritu, que<br />
informa el vivir de nu merosas generaciones de monjes jerónimos.<br />
Además, gracias a este compendio de la doctrina monástica conocemos a<br />
José de Sigüenza como un hombre espiritual, que ver daderamente hunde<br />
las raíces de su contemplación en el cambio que trans figura en nueva crea -<br />
ción a todo buscador de Dios.<br />
7
PARTICULARIDADES DEL MAGISTERIO ESPIRITUAL<br />
DE FRAY JOSÉ DE SIGUENZA<br />
Los estudiosos de su personalidad destacan en el P. Sigüenza la cualidad<br />
interior de saber abrirse simultáneamente a Dios y a los hombres. Es<br />
por ello que supo calar en el corazón de los monjes y monjas de quie nes<br />
nos habla, y dice lo esencial de la donación que han de hacer al ingreso en<br />
la Orden Jerónima donde «toda la vida se gasta en este ejercicio de alabanza<br />
y de contemplación divina».<br />
La “Instrucción de Maestros y Escuela de Novicios” nos ofrece la ex -<br />
periencia que de «las cosas de Dios» vivió el P. Sigüenza. En ella supo dar<br />
el fruto maduro de sus horas de oración y el profundo conocimiento que<br />
tenía de la Sagrada Escritura. De aquí dimana la tarea de formar a los futuros<br />
monjes, los candidatos a la contemplación. Su dilatada experiencia<br />
personal le hizo ser pedagogo, es decir, maestro espiritual; tarea que en la<br />
Instrucción de Maestros..., califica así: En esta arte de las artes, es necesario,<br />
más bien que en las otras, un sólido juicio, una fina crítica, grandes<br />
conoci mientos de Dios, de sus caminos, de todas las virtudes, y aun de la<br />
perversidad de que es capaz el corazón del hombre.<br />
Hoy en día, que tanto se apela a la experiencia como medio necesario<br />
para guiar a otros, vemos sin duda, que lo que Sigüenza transmite, es fruto<br />
tanto de su propia vivencia como de los años de atención al cuidado y estimulo<br />
a la santidad en la formación de sus hermanos.<br />
Sigue el prólogo descifrándonos como Sigüenza pretende con su reflexiones<br />
ser un clarificador de ideas sobre la vida monástica, ofreciendo una<br />
síntesis de vida, y presentándolo como un antídoto contra “los tiempos<br />
que alcanzamos, peligrosos a la verdad para las almas, en que abundan los<br />
libros de educación: mas si se examinan a buena luz, presto se encuentra<br />
que muchos de ellos parece se escribieron con el designio de turbar los<br />
caminos llanos del servicio de Dios nuestro Señor...».<br />
En el conjunto de la obra, y seguimos a Lorenzo Alcina, se nos dan las<br />
siguientes pistas para la formación monás tica y la perseverancia en la<br />
opción contemplativa de los candidatos a profesar como monjes.<br />
8
Formación integral: Es<br />
clave para Sigüenza el convencimiento<br />
de que la formación,<br />
es fundamental para forjar la<br />
personalidad de un monje,<br />
sien do necesario un progreso<br />
monástico y el evitar el descuido<br />
«en la elección de este ma -<br />
gisterio». Por ello, pone en<br />
guar dia contra toda superficialidad,<br />
evitando que los formadores<br />
de los monjes sean personas<br />
incapaces de formar<br />
inte gralmente, pues no harán<br />
otra cosa que «engendrar a hi -<br />
jos informes».<br />
Figura y personalidad de<br />
los formadores: Los doce capítulos<br />
primeros tienen la intención<br />
de plasmar el ser de los<br />
Portada de la obra comentada<br />
formadores. El maes tro de<br />
novicios, que Si güenza refleja<br />
es un hombre de Dios, que<br />
sabe que «no es posible al que nuevamente sale huyendo del mundo habituarse<br />
en las costumbres de la vida monástica, sin dejar primero las de la<br />
vida seglar, que son contrarias a ellas; de aquí es que el magisterio de instruir<br />
a la gente moza trae consigo trabajos de grande dificultad...». Insiste,<br />
en que el maestro ha de tener una verda dera paternidad espiritual responsable,<br />
hasta lograr «que se forme Cristo» en los nuevos monjes; con<br />
todo, teme que tal responsabilidad debilite la aceptación de todo el riesgo<br />
de la misma en aquellos que «tienen talento para adoctri nar». El capítulo<br />
tercero podría ser un reflejo de lo que fue su personal combate a lo largo<br />
de sus años de responsabilidad espiritual: «refugiarse en sus libros», dimitir<br />
«por temor de perder la quietud y sosie go de que gozan en la oración<br />
9
y ejercicios espirituales». Increpa a sus hermanos de hábito seguramente<br />
con las mismas palabras que con que se animaba a si mismo: «Testimonio<br />
es, del amor que a Cristo se tiene, tomar a su cargo, por hacerle servicio,<br />
el cuidado de apacentar su rebaño... y los que rehúsan de hacerlo por no<br />
privarse del propio descanso, aunque sea espiritual, se ñal es de que se<br />
aman a sí mismos más que a Cristo.»<br />
Responsabilidad en el cargo: Las exigencias de ejercer el servicio del<br />
magisterio es piritual son graves para fray José, pues apunta que quienes<br />
han de ser sal... -Sal y luz para irradiar claridad-, al mismo tiempo han de<br />
ser ciudad y no cualquiera, sino ciudad de refugio. Es una fraternidad<br />
ambiental la que deben procurar que surja con su talento y su responsable<br />
atención hacia todos; siendo antorcha encendida, con su caridad y con su<br />
doctrina, para llevar a cabo este ministerio de fraternidad han de ser pastores<br />
en la vi gilancia y cuidado, velando continuamente.<br />
Necesidad de la experiencia: Todo ello supone largos años de experiencia<br />
espi ritual que, asumidos en la fe, hagan posible esta intensa comunicación<br />
de la sabiduría y la prudencia, el consejo y el sano juicio, la tranquilidad<br />
del ánimo y la gravedad, y el ser experimentados en las cosas de<br />
espíritu. En la línea del tener experiencia, el Pa dre Sigüenza pone como<br />
condición, en los que deben ejercer el magisterio entre los monjes, actuar<br />
del mismo modo que Cristo que, siendo sabidu ría del Padre, quiso experimentar<br />
nuestras enfermedades, para compade cerse de ellas y ser tentado<br />
en todas las cosas a semejanza nuestra ... luego los maestros han de ser<br />
médicos espirituales de sus novicios.<br />
Valores espirituales del maestro: Dedica los capítulos VI al XI a presentar<br />
la auténtica espiritualidad del maestro de novicios, reflejo de lo que<br />
el P. Sigüenza consideraba como los valores que ha de tener y así poder<br />
ofrecer su experiencia de vivir en el Espíritu a los demás. Ciencia y bondad<br />
es lo primero que debe caracterizar al maestro. Ciencia del mensaje<br />
espiritual de la Regla de la Orden, de las actitudes propias de la vida<br />
comunitaria. Ciencia de la cruz, del morir del hombre viejo. Y advierte<br />
10
«cuán necesaria es con la ciencia la bondad, y cómo sin ella no es posible<br />
alcanzar la verdadera sabiduría. Bondad que es la suavidad y la dulzura,<br />
necesarias para enseñar la virtud, principalmente con el buen ejemplo.<br />
Para nuestro autor son infantilismos las faltas de madurez humana y espiritual.<br />
Es muy exigente el P. Sigüenza cuando trata de la necesidad de ser<br />
pruden tes y evitar el mal ejemplo, que desconcierta tanto a quienes están<br />
comen zando a buscar a Dios en comunidad. Como punto final presenta el<br />
celo y la discreción, que pueden crear el justo equi librio y armonía o bien<br />
desequilibrio y tirantez, si no se vive con la mesura necesaria.<br />
Precisa qué hemos de entender por celo: amor a la justicia, celo por la<br />
corrección frater na, celo por comprender a los demás, celo por construir la<br />
verdad en la caridad, en un ambiente en el que la tolerancia mutua lleve a<br />
inquirir las faltas sutilmente, para llegar a entenderlas y remediarlas. Es<br />
un diálogo de amor lo que cree nuestro maestro, que hará posible el rehacer<br />
diario de la comunidad. Por ello expone con una profunda psicología<br />
las posibles caídas, tentaciones, actitudes de incoherencia en la vida religiosa,<br />
para hacer hincapié en la necesidad de un celo constante por crear<br />
una comprensión que facilite la fraternidad. Insistiendo mucho en que no<br />
se escandalice y que no deje de compadecerse de las caídas de sus hermanos,<br />
pues él está sujeto a las mismas debilidades.<br />
Corrección fraterna: Esta actitud evangélica, algo olvidada hoy en la<br />
vida cristiana y religiosa, es para el P. Sigüenza de suma importancia: ésta,<br />
junto a la comprensión que ha de hacer al maestro no ser duro ni agresivo,<br />
es el remedio dinámico para que se consiga el fin de la corrección, que<br />
es la enmienda... y si basta corregirle en secreto, que no se reprenda en<br />
público, y si el ruego basta, no hay para qué reprender... y estando enojado<br />
el maestro, de ninguna manera castigue o reprenda. Porque como la ira<br />
y el enojo, según dice Séneca, sea una breve locura, imposible es que,<br />
mientras dura, pueda la razón hacer su oficio.<br />
Exigencias para ser admitido a la vida monástica: Al final de este primer<br />
tratado, incluye las condiciones que deben tener quienes desean ser<br />
admitidos a la vida monástica. Para fray José, el dejar pulir su personali-<br />
11
dad es de gran necesidad y es, para el maestro, un trabajo casi de escultor,<br />
a fin de ir deshaciendo lo malo del viejo Adán, esculpiendo en ellos un<br />
retrato del nuevo, que fue creado según Dios. También da un tratado am -<br />
plio de las cualidades humanas y capacida des de los candidatos, po nien -<br />
do suma exigencia en todos ellos, detalle que nos ayuda a valorar la radical<br />
donación, con todos los valores humanos propios que en la mente de<br />
Sigüenza suponía la vida monástica.<br />
Exigencias del coro y la liturgia: En el segundo tratado de la “Ins -<br />
trucción” dedica los ocho capítulos a dejar claro cómo el aparato exterior<br />
de la liturgia, los ritos y del Oficio Divino, está en función del buscar las<br />
cosas altas, las cosas de arriba del cielo; si os saben, si tomáis gusto y sabor<br />
en ellas, si las buscáis con deseo de las hallar: alzad allá los ojos de vuestros<br />
pensamientos. Llega, según el pensar de la época, a ser minucioso este<br />
tratado, describiendo las actitudes exteriores de la vida sacramental y<br />
litúrgica; pero lo que quiere destacar es la interioriza ción, que conduce a<br />
los verdaderos valores trascendentes.<br />
Sobre la oración: No podía el P. Sigüenza descuidar el tema de la oración<br />
y el orden de orar. Le dedica diez capítulos en la tercera parte de la<br />
obra, que quieren ser como un pequeño manual de meditación, dando lecciones<br />
acerca de la materia de la meditación y la contemplación.<br />
Apuntemos algunas definiciones que hace nuestro Maestro sobre la oración:<br />
una petición que hace mos a Dios de las cosas que convienen a nuestra<br />
salud o bien como cualquier levantamiento del corazón a Dios. Para él<br />
la oración es sobre todo un hecho normal en la vida del monje, pues no es<br />
otra cosa sino un trato familiar con Dios, para lo cual se requiere en el alma<br />
mucha limpieza. Es importante como destaca que la oración ha de llevarnos<br />
a la caridad: la oración nace de amar y crece por amor.<br />
El estudio: Termina el tratado con una exposición pedagógica sobre<br />
cómo estudiar y aprovechar en la reflexión teológica, fundamento de la<br />
oración; es decir, comprendida como lectio divina, como lección de las<br />
divinas letras, según dice el mismo fray José, que analiza cómo llevarla a<br />
la práctica.<br />
13
Camino de iniciación: No precisamos el contenido del cuarto tratado<br />
por no pertenecer a la pluma de Sigüenza. Sí hacemos mención al quinto<br />
tratado, al que ya hemos aludido, que es una exposición de la forma con<br />
que los primeros Padres de esta Religión de San <strong>Jerónimo</strong> enseñaban el<br />
camino de la perfección a los novicios y lo que ellos platicaban, publicado<br />
ya en el primer tomo de la Historia de Orden de San <strong>Jerónimo</strong>. En ella, la<br />
línea que sigue fray José es la de plasmar para el monje un itine rario de<br />
despoje progresivo de su personalidad convertida, para adentrarle en la<br />
imagen de la humanidad de Cristo, su Natividad, su Pasión, Resu rrección<br />
y Ascensión, vivido todo en un clima de silencio, cosa tan propia de la<br />
Orden de San <strong>Jerónimo</strong>.<br />
Para concluir, quede claramente resumido que la espiritualidad de la<br />
que el P. José de Sigüenza fue maestro está ciertamente marcada por un<br />
deseo: realizar sobre la tierra un retorno al paraíso. Es el grito de <strong>Jerónimo</strong><br />
a Eustoquia: “Tu patria es el paraíso”. Por ello nos habla de la soledad con<br />
el mismo lirismo que <strong>Jerónimo</strong>, y el secreto de la celda es una invitación a<br />
descubrir en sí mismo el desierto. También en consonancia con <strong>Jerónimo</strong>,<br />
el P. Sigüenza está convencido de que el monje aspira, por encima de todo,<br />
a participar de la humanidad de Cristo, para poder saber qué cosa es Dios<br />
por el hombre. Podemos concluir que fray José se encuentra de lleno en la<br />
tradición monástica, que a lo largo de los siglos ha encontrado en el vivir<br />
del monje una verdadera expresión de la existencia paradisíaca.<br />
14
LAS FUENTES<br />
EL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO<br />
S. Fragato Segovia<br />
Nombre.<br />
Son varios los nombres con que se conoce este libro sapiencial. En griego<br />
se le denomina “SABIDURÍA DE JESÚS BEN SIRÁ”, el “SIRACIDA” o<br />
simplemente el BEN SIRÁ. Más comúnmente, aunque es un nombre que<br />
se le atribuye tardíamente ya en el cristianismo, EL ECLESIASTICO.<br />
Esta denominación le viene del uso que de él se hizo en la Iglesia para<br />
instruir al pueblo, principalmente a los catecúmenos que iban a ser bautizados.<br />
Este dato nos demuestra el aprecio que la Iglesia tenía de su utilidad,<br />
como arsenal de doctrina y de piedad, y puede darnos idea de lo familiarizados<br />
que estaban los fieles en los tiempos de fe, con el conocimiento de<br />
este divino tesoro de sabiduría.<br />
Autor, fecha de composición y lengua original<br />
El autor es Jesús (Josué), descendiente de un cierto Sirac (50, 29) que,<br />
con toda seguridad, vivía en Palestina al comienzo del siglo II a. C., pues,<br />
el libro fue, escrito por los años 200-170 a.C.<br />
Ya lo dice el mismo libro, en el prologo del traductor, que fue compuesto<br />
en hebreo. San <strong>Jerónimo</strong> lo conoció en su lengua original y numerosos<br />
rabinos, así lo citan. La obra en hebreo se perdió. Mas en 1896-1900,<br />
en una sinagoga de El Cairo fue hallado, un manuscrito que contenía más<br />
de la mitad del texto hebreo. Más recientemente, en una cueva de<br />
Qumrán, parecieron otros pequeños fragmentos; en 1964 se descubrió en<br />
Masada un largo escrito con abundantes capítulos, y en 1982 se encontraron<br />
más fragmentos hebreos. Ello muestra que este Libro deuterocanónico,<br />
aunque no forma parte del canon judío, siempre fue tenido en grande<br />
estima por Israel, de manera que los maestros lo citan hasta hoy como<br />
fuente de suma autoridad.<br />
15
Fue traducido al griego, en Egipto, por el nieto del autor, que llevaba<br />
su mismo nombre. La traducción se emprendió en el año 38 del rey<br />
Ptolomeo Evergetes II, es decir, en 132 a. C. El prólogo, caso único en toda<br />
la Biblia, aunque no pertenece al texto es de un valor incalculable. Por él<br />
conocemos, además de las razones que indujeron al nieto a traducir al<br />
griego la obra de su abuelo para los judíos residentes en Egipto, las que<br />
tuvo el autor para escribirlo, que al fin y al cabo son las mismas.<br />
Intención de la obra.<br />
El objeto del Eclesiástico es enseñar la sabiduría, es decir, las reglas<br />
para hallar la felicidad en la vida de amistad con Dios. De ahí que se le ha<br />
llamado “tratado de ética a lo divino”.<br />
Para ilustrar su doctrina, recorre el autor, en los capítulos 44-50, la historia<br />
del pueblo escogido, dándonos una serie de breves improntas de<br />
diversos personajes de la Escritura. desde Abraham hasta su contemporáneo<br />
Simón, hijo de Onías, sumo sacerdote al comienzo del siglo II a.C.<br />
Termina con una oración y una maravillosa exhortación para que todos<br />
aprendan y se aprovechen de la sabiduría, que a todos se brinda gratuitamente,<br />
para saciar la sed del corazón.<br />
División.<br />
El libro no sigue un plan lógico, lo que impide una división rigurosa.<br />
Ello no obstante, señalamos como útil orientación la división que comúnmente<br />
se hace del libro en diez secciones:<br />
1, 1- 4, 11: Elogio de la Sabiduría; deberes para con Dios, para con los<br />
padres, para con el prójimo, para con los pobres y oprimidos.<br />
4, 12- 6, 17: Ventajas de la sabiduría: prudencia y sinceridad en el obrar.<br />
La amistad.<br />
6, 18-14, 21: Ventajas de la sabiduría. Normas contra la ambición. Re -<br />
glas de conducta acerca de varias categorías de hombres. Confianza en<br />
Dios. Hombres de los que hay que desconfiar. Contra la avaricia.<br />
17
14, 22-16, 23: Frutos de la sabiduría. El pecado y su castigo.<br />
16, 24-23, 38: Himno al Creador. Templanza en el hablar y disciplina de<br />
la lengua. Diferencia entre el necio y el sabio.<br />
24, 1- 33,19: Himno a la Sabiduría. Las mujeres. Honestidad en los<br />
negocios. Educación de los hijos. Salud y templanza. El temor de Dios.<br />
33, 20-36, 19: Los esclavos. La superstición. Culto falso y verdadero.<br />
Oración por la salvación de Israel.<br />
36, 20 - 39, 15: Elección de los mejores. Templanza. Relaciones con el<br />
médico. Culto de los muertos. Estudio de la Sabiduría.<br />
39, 16 - 43, 37: Loa de la Divina Providencia. La vida humana, sus penas<br />
y alegrías. Castigos de los impíos. Verdadera y falsa vergüenza. Himno a<br />
Dios Creador.<br />
44, 1 - 50, 23: Elogio de los padres.<br />
Sigue un apéndice que comprende dos partes: a) la oración de gratitud<br />
del autor (51, 1-17); b) un poema <strong>alfa</strong>bético de invitación a la busca de la<br />
sabiduría (51, 18-38).<br />
Enseñanza y utilidad actual.<br />
Estas enseñanzas no son algo pasado de moda; sus normas siguen<br />
teniendo hoy plena actualidad; digamos que prevé todos los casos y re -<br />
suelve todas las dificultades que nos puedan ocurrir.<br />
Junto a estas máximas sapienciales, palidecen y aparecen superficiales<br />
y a menudo vacía y falsa toda la psicología de los moralistas clásicos, griegos<br />
y romanos. En el presente Libro se nos dan gratuitamente consejos que<br />
pagaríamos a peso de oro si tuviésemos que escucharlos o leerlos de un<br />
maestro famoso.<br />
Se diría que Ben Sirá va escrutando, como en un laboratorio, todos los<br />
problemas de la vida humana, y apuntando su solución. El laboratorio del<br />
moralista que aquí nos alecciona está iluminado por un foco nuevo. Los<br />
pensadores de hoy lo llamarían intuición. Para los creyentes hay un nombre<br />
más claro, un nombre divino: el Espíritu Santo, “qui locutus est per<br />
Prophetas” que habló por los profetas.<br />
18
Ojalá nos acercásemos a las reflexiones que Ben Sirá se hace nos sirvirian<br />
para apreciar mejor el tesoro de verdad, de enseñanzas, de soluciones,<br />
que la bondad de Dios pone en nuestras manos con esta obra, tan poco<br />
leída y meditada en los tiempos modernos. Agreguemos que esta sabiduría<br />
práctica del Eclesiástico, no es como un tónico o néctar de excepción,<br />
reservado sólo para los que aspiran a lo exquisito. Es un alimento cotidiano<br />
al que deberíamos de recurrir sistemáticamente.<br />
Concluyo con las mismas palabras que el traductor griego en el<br />
Prólogo dejó escritas: “Os exhorto, pues, a que acudáis con benevolencia,<br />
y con el más atento estudio, a emprender esta lectura”.<br />
20
NUESTRA HISTORIA<br />
PIEDRAS VIVAS.<br />
FR. PEDRO DE LA VEGA<br />
Fr. Ignacio de Madrid, OSH<br />
Monasterio de Santa Mª del Parral<br />
(Segovia)<br />
Hoy nos vamos a entretener<br />
con fray Pedro de la<br />
Vega, autor de la primera<br />
Crónica impresa de la Or -<br />
den de San <strong>Jerónimo</strong> que,<br />
en opinión de Revuelta,<br />
aunque menos conocida que<br />
lo que debiera, no le anda a la<br />
zaga en categoría histórica a<br />
la obra del padre Sigüenza,<br />
con el que, por otra parte,<br />
coincide en multitud de pasajes.<br />
Es más, casi me voy a<br />
limitar a transcribir lo que<br />
de él nos dice el mismo<br />
Sigüenza cuando nos relata<br />
su vida. Lo que escribo<br />
de propia cosecha va entre<br />
corchetes [ ].<br />
El padre fray Pedro de<br />
la Vega, de tierra de Bur -<br />
Iglesia de San Andrés, detalle de San <strong>Jerónimo</strong><br />
(Düsseldorf, Alemania).<br />
gos natural [hacia 1478], siendo de trece años le llevaron, o él se fue, no sé<br />
por qué ocasión, a nuestra Señora de Guadalupe [1491] donde aprendió<br />
gramática con buen cuidado. De allí, siendo mozo de diez y nueve años,<br />
se fue al Monasterio de Nuestra Señora de Prado, en Valladolid, a pedir el<br />
21
hábito. Diéronselo y profesó en aquel convento [4 oct. 1498] donde siempre<br />
mostró valor y buen juicio y, sobre todo, fue ejemplar, mortificado y<br />
lleno de virtudes, prometiendo siempre buenas esperanzas de su religión<br />
e ingenio. Mo vi dos de ellas, le enviaron a estudiar al Colegio de Sigüenza<br />
[que tenía la Orden en aquella ciudad, con el título de San Antonio de<br />
Porta Coeli, actual Seminario de la diócesis de Guadalajara], y allí no fue<br />
el postrero de sus compañeros, antes se fue a muchos adelante, y aun se<br />
perdió de vista.<br />
Acabados sus estudios se ofreció que la Orden quiso imprimir unos<br />
misales y breviarios porque tenía falta y en las más de las casas no tenían<br />
sino unos de mano y los breviarios muy diferentes, por seguir cada<br />
monasterio en muchas cosas lo que se usaba en diversos obispados, aunque<br />
siempre concertaban en rezar romano. Parecíole al General, [fray<br />
Francisco de Ureña, elegido en el capítulo general de 1507], que de ninguno<br />
se podía fiar mejor la corrección y el cuidado de aquello que de fray<br />
Pedro de la Vega por ser hombre que tenía noticia de historia eclesiástica<br />
y profana, ceremonias eclesiásticas, lección de santos, lengua latina de lo<br />
bueno de aquel tiempo y, sobre todo, hombre de cuidado y buen ejemplo,<br />
y así le mandó que fuese a Zaragoza y se encargase de esta impresión, y<br />
pasase todo por su mano [MARTÓN aclara: Vino con esta incumbencia a<br />
Zaragoza, estando aquí la mejor impresión de España, y ... el mejor impresor que<br />
vio llamado Jorge Coci,..., tan devoto de nuestro Santuario, que es suya, y está<br />
enterrado con memorias en la segunda capilla de la iglesia superior, a mano derecha<br />
entrando]. Hízose aquello tan bien y dio tan buen remate a todo, que<br />
fue de las impresiones más correctas que salieron en muchos años.<br />
Imprimió unos misales pequeños, junto con los grandes, tan buenos en<br />
el tamaño y letra, y en otras cien diligencias, que fueron codiciados en<br />
toda España. [Tengo referencias ciertas de los siguientes libros litúrgicos<br />
propios de la Orden de San <strong>Jerónimo</strong>, que se imprimieron en Zaragoza,<br />
por Jorge Coci, por los tiempos de nuestro monje: Missale Romanum s[ecundu]m<br />
consuetudinem fratrum ordinis sancti hieronymi. Zaragoza (en folio)<br />
1510 (ejemplar en el Parral), 1526, 1540, (en 8°) 1511, 1532, 1543.-<br />
Breviarium Romanun moribus et consuetis Fratrum Ordinis S. Hieronymi.<br />
Zaragoza 1499, 1512, 1532 (de estos dos últimos, ejemplar en el Parral).-<br />
22
Sa cra mentale Ordinis Fratrum Sancti<br />
Hiero nymi. Za ra goza 1528].<br />
Este fue el primer servicio que fray<br />
Pedro de la Vega hizo a la Orden, que se<br />
estimó en mucho, aunque resultó de él<br />
un daño grande, que desde entonces<br />
cesó en nuestros conventos de todo<br />
punto la más santa y buena ocupación<br />
que los religiosos tenían de escribir breviarios,<br />
horas, capitularios, misales,<br />
aunque ya por la mayor parte había<br />
caído esto con la frecuencia de las<br />
impresiones que se multiplicaban y<br />
pulían cada día, hasta llegar a la multitud<br />
y al primor en que hoy la vemos.<br />
En tanto que asistía en esta impresión<br />
nuestro fray Pedro se ofreció predicar<br />
algunos sermones en aquella ciudad.<br />
Portada de una de las obras de<br />
Fr. Pedro de la Vega.<br />
Como era docto y tenía erudición y buena manera de decir cobráronle afición<br />
los ciudadanos y los religiosos de Santa Engracia, y él también se aficionó<br />
al trato de la gente, y más a aquel santuario tan celebre, poderoso<br />
para llevar tras sí las almas que tuvieren algún gusto de cosas divinas, y<br />
así hizo nueva profesión en aquel convento [18 oct.1515].<br />
Luego, a dos años de profesión, le hicieron vicario, argumento harto<br />
grande en esta Religión de su mucha prudencia y virtud, porque raras<br />
veces se satisfacen de los que hacen estas mudanzas y dejan las casas de<br />
sus primeras profesiones, hasta que el tiempo y el discurso de la vida descubre<br />
los fines que en ellas se pretendió. De allí a poco tiempo le hicieron<br />
prior, y fuelo doce años, los nueve continuos [1522-1525; 1528-1537]. Fue<br />
también prior en San Blas de Villaviciosa [1525-1528], y después General<br />
de la Orden [1537-1540], y aún tornaron a elegirle en su propia casa [1540-<br />
1541]. Tan bien se hallaban con él en toda parte y tanta satisfacción tenían<br />
de su prudencia y virtud que en veinte años no le dejaron descansar un<br />
día.<br />
23
Era muy celoso de la observancia<br />
y de que no se quebrantasen<br />
las costumbres santas de los<br />
primeros fundadores. De esto<br />
dijimos ya en su propio lugar [T.<br />
II, pág. 126], y cuan severo se<br />
mostró contra los que son amigos<br />
de no dejar cosa en pie y gobernarlo<br />
todo por sus cabezas; no<br />
tengo para qué repetirlo aquí.<br />
Con estar tan ocupado en<br />
estos gobiernos, podía tanto en él<br />
la afición a las letras, que todo su<br />
cuidado era entresacar tiempo<br />
para volver los ojos a los libros<br />
donde tenía su corazón -y así<br />
hizo grandes trabajos, verdaderamente<br />
tenía excelente gus to, si al -<br />
canzara mejores tiempos y mejores<br />
libros y guías- y no sé cómo<br />
pudo hacer tantas sisas a la<br />
comunidad que acabase tantas<br />
obras, sino que lo ahorraba de la<br />
Portada de otra de las obras de Fr. Pedro<br />
de la Vega.<br />
comida, del sueño y del descanso. Escribió el Dominical y el Santoral, que<br />
le llaman Flos Sanctorum, y en muchos años no hubo cosa en Es paña en<br />
este género de historia en que poner los ojos sino en él, y lo que después<br />
ha salido (...) no es tal que nos haga olvidar del todo a fray Pedro de la<br />
Vega (...). [El Flos Sanctorum fue un libro popularísimo en toda la Edad<br />
Media y en todas partes. El que obtuvo mayores éxitos en España y que<br />
fue corregido y reproducido muchas veces es el Flos Sanctorum. La vida de<br />
nuestro Señor Jesu Christo, de su sanctissima Madre y de los otros sanctos<br />
segund el orden de sus fiestas, de nuestro fray Pedro de la Vega, que lo concluyó<br />
en 1521. Después lo corrigió y reeditó en 1541. Posteriormente se<br />
corrigió y reeditó por otros autores: 1558, 1572, 1578, 1580].<br />
24
Portada de “Vida de la Virgen” de Fr.<br />
Pedro de la Vega.<br />
Escribió también nuestro<br />
fray Pedro de la Vega una Cró -<br />
nica de nuestra Religión, en<br />
latín y romance [Chroni corum<br />
fratrum Hiero n y mitani ordinis<br />
libri tres. Alcalá de Henares<br />
1539. La edición en romance es<br />
del mismo año], y en verdad<br />
que parece propia manera de<br />
decir de santo, y que le tengo yo<br />
envidia en muchos lugares y<br />
me holgara de trasladarle en<br />
ésta, sino por no desigualar el<br />
estilo.<br />
También hizo una exposición<br />
del decálogo [Declara ción<br />
del decálogo de los diez man -<br />
damientos. Zaragoza 1529] en<br />
lengua materna muy docta, y<br />
donde descubre que supo bien<br />
teología. Era muy aficionado a<br />
Tito Livio y, por esto y por co -<br />
brar buen estilo, acordó de traducirlo<br />
[Las quatorce décadas de<br />
Tito Livio Hystoriador de los Romanos... Zaragoza 1520], y le dedicó al Em pe -<br />
rador Carlos V cuando el año de 1529 pasó su Majestad a Italia. Estuvo la<br />
Se mana Santa en Zaragoza, recogíose en Santa Engracia desde el miércoles<br />
de las tinieblas, y allí le presentó fray Pedro de la Vega la traducción<br />
de Tito Livio, que la estimó en mucho el Cesar.<br />
[Escribió además:<br />
- Dei genitricis semperque virginis Marie vita: ex evangelica narratione atque<br />
sanctorum patrum scriptis contexta. Zaragoza, 1534. Esta obra se considera<br />
una de las que pregonan muy alto y acreditan extraordinariamente la pericia<br />
de Jorge Coci en el manejo del arte tipográfico.<br />
25
- Están en este libro la hystoria nueva del bienaventurado doctor e luz de la<br />
Yglesia sant Hieronymo, con el libro de su tránsito, y la hystoria de su translación:<br />
con la de santa Paula. Zaragoza, 1510, 1514 (ejemplar en Parral), 1528,<br />
1546 (ejemplar en Parral); Alcalá de Henares, 1539].<br />
Siendo General [1537-1540] -como si allí sobrase mucho tiempo- escribió<br />
en lengua latina las definiciones y actos de todos los capítulos generales<br />
que había habido hasta su tiempo, y se guardan hoy en los archivos de<br />
San Bartolomé. Dijimos ya (T. II, pág. 151) cómo la Orden, agradeciendo<br />
trabajos tan píos y lo que con su vida, ejemplo y gobierno le había servido<br />
este hijo, le hizo gracia en un capítulo general [1540] que cuando muriese<br />
le dijesen en toda la Orden las misas y sufragios que se dicen por el que<br />
muere siendo General. Así se cumplió, y fue el tercero de los Generales a<br />
quien ha querido la Orden hacer esta gracia.<br />
Acabó santamente la vida en su casa de Santa Engracia el segundo año<br />
del cuarto trienio que fue en ella prior [1541]. Lloráronle los religiosos y<br />
mucha gente de aquella ciudad de Zaragoza, porque le amaban mucho y<br />
por las buenas obras que a todos hacía.<br />
BIBL.: J. M. REVUELTA SOMALO, Los <strong>Jerónimo</strong>s. Una Orden religiosa<br />
nacida en Guadalajara. Guadalajara, 1982., págs. 21-24; J. DE SIGÜENZA,<br />
Historia de la Orden de San <strong>Jerónimo</strong>. Valladolid, 2000, T. I, págs. 367-369; L.<br />
RUBIO GONZÁLEZ, Valores literarios del Padre Sigüenza. Valladolid, 1976,<br />
págs.118-120; L. B. MARTÓN, Origen y antigüedades del subterráneo y celebérrimo<br />
Santuario de Santa María de las Santas Masas, hoy Real Monasterio de<br />
Santa Engracia de Zaragoza. Zaragoza, 1737, págs. 516-520 (Edic.facsimil de<br />
1992).; E. DE LA MADRE DE DIOS, Tiempo y vida de Santa Teresa, en las<br />
“Obras completas de Santa Teresa de Jesús”. Madrid, BAC , 1951, págs.<br />
242-244; J. MARTÍNEZ DE LA ESCALERA, Casiano, el Cerratense y Pedro de<br />
la Vega OSH, en “Hispania Sacra”, 47(1995) 681-693.<br />
26
TEXTOS DE LOS PADRES<br />
CARTAS A FLORENTINO<br />
Fr. Andrés Gª Torralvo.<br />
Santa Mª del Parral<br />
Segovia.<br />
Presentamos hoy aquí las dos cartas escritas a Florentino, monje de<br />
occidente que reside en Belén. <strong>Jerónimo</strong>, aunque no le conoce personalmente,<br />
no duda en pedirle el favor de que entregue la carta adjunta a<br />
Rufino –la que se publicó en el nº 13 de CJ- cuando éste llegue a Tierra<br />
Santa.<br />
Esta carta, la 4 en el epistolario de san <strong>Jerónimo</strong>, está escrita en el año<br />
375, la misma fecha en que escribió la de Rufino.<br />
La 5, escrita ya desde el desierto de Calcis, expresa el ansia de amistad<br />
que, el monje ermitaño siente en el desierto.<br />
Esta carta –que data del 376- y otras de estos años rompen la imagen<br />
huraña que del santo se tiene, tanto en muchos de los escritos sobre él,<br />
como en las representaciones artísticas más frecuentes.<br />
La necesidad de relación amistosa no hemos de entenderla como una<br />
expresión de carencia o evasión de la soledad en que ha ansiado vivir, sino<br />
la certeza que va adquiriendo de que el servicio al Señor es más efectivo<br />
con el apoyo y el ejercicio de la caridad fraterna. Es frecuente la queja que<br />
en ellas expresa, “encerrado en este desierto”, que le impide realizar favores<br />
de amistad que cree necesarios para con aquellos a los que tanto ama<br />
y ha de servir.<br />
Esta última carta no olvida detalles prácticos del escritor que es<br />
<strong>Jerónimo</strong> y en ella no pierde ocasión de recopilar todo el material que<br />
puede para la labor escriturística de la Biblia que le apasiona, aparte de<br />
abordar el tema de un esclavo, que parece ser, Florentino le ha comentado.<br />
27
4 -SOBRE EL NACIMIENTO DE UNA AMISTAD<br />
Hasta qué punto la fama de tu beatitud está en la boca de los más<br />
diversos pueblos, lo puedes comprobar por el hecho de que yo empiezo a<br />
amarte antes de conocerte. Como dice el Apóstol: los pecados de ciertos hombres<br />
se ponen de manifiesto antes mismo del juicio (I Tim 5,24); en tu caso, por<br />
el contrario, la fama de tu caridad se ha difundido de tal manera, que no<br />
es tanto de alabar quien te ama cuanto tenido por indigno quien no te<br />
ama. Paso por alto a muchísimos en quienes has confortado, alimen tado,<br />
vestido y visitado a Cristo: el modo en que ayudaste al hermano Helio -<br />
doro en su necesidad bastaría para hacer hablar a los mudos. ¡Con cuánta<br />
gratitud, con qué reconocimiento re cordaba la ayuda recibida de ti en las<br />
molestias de su peregrina ción! Tanto que yo mismo, normalmente tan<br />
lento por mi pesada enfermedad, me apresuro como quien dice con pies<br />
alados a sa ludarte con esta carta de amistad, pues con el deseo ya te he<br />
abrazado. Te felicito, pues, y ruego al Señor que se digne sellar nuestra na -<br />
ciente amistad.<br />
Nuestro hermano Rufino, del que se dice que ha veni do de Egipto a<br />
Jerusalén en compañía de la santa Melania, está unido a mí con un particular<br />
afecto de fraternidad. Por eso te ruego no tengas a mal entregarle esta<br />
carta mía que va adjunta a la tuya. No me midas a mí por sus virtudes. En<br />
él podrás ver notables signos de santidad; yo, que soy pura ceniza, un<br />
puña do del barro más vil, una pavesa, tengo bastante si, mientras vegeto,<br />
la debilidad de mis ojos puede soportar el esplendor de sus virtudes. El ha<br />
sido lavado hace poco, está limpio y blanco como la nieve; yo, en cambio,<br />
manchado con todas las inmundi cias de mis pecados, día y noche me<br />
escondo con temblor para poder dar cuenta del último denario (cf. Mt<br />
5,26). Pero, como el Señor li berta a los cautivos (Sal 145,7) y se complace con<br />
el humilde y con el que teme sus palabras, quizá también a mí, tendido en<br />
el sepulcro de mis culpas, me diga: «<strong>Jerónimo</strong>, sal fuera» (cf. Jn 11,43). El<br />
santo pres bítero Evagrio te saluda cordialmente; y los dos, unien do nues -<br />
tros respetos, saludamos al hermano Martiniano, a quien yo desearía ver;<br />
pero estoy atado por la cadena de mi enfermedad.<br />
28
5 -DESDE EL DESIERTO<br />
Hasta el rincón del desierto en que vivo, allí donde Si ria limita con la<br />
región de los sarracenos, me ha sido traída una carta de tu dilección, y al<br />
leerla, de tal manera se ha vuelto a encender mi deseo de ir a Jerusalén,<br />
que lo que hubiera aprove chado a la amistad a punto ha estado de echar<br />
a perder mi santo propósito de vida monacal. Así, pues, haré lo que<br />
puedo: te man do esta carta que me representará ante ti. Ausente con el<br />
cuer po, me hago presente por el amor y en espíritu, para pedirte encarecidamente<br />
que ni el tiempo ni la lejanía de los lugares rom pan esta naciente<br />
amistad, que ha sido consolidada con el vín culo de Cristo.<br />
Confirmémosla más bien con cartas recíprocas que corran del uno al otro,<br />
se crucen por el camino y hablen con nosotros. No perderá mucho nuestra<br />
amistad si conversa consigo misma con este lenguaje.<br />
Según escribes, nuestro hermano Rufino aún no ha lle gado, y aunque<br />
llegara, de poco iba a servir a mi deseo, pues ya no le podré ver. Porque él<br />
está a tanta distancia de mí, que no podría llegarse hasta aquí, y yo estoy<br />
tan apartado en los confines del desierto que he escogido, que empieza a<br />
no serme líci to aquello a lo que he renunciado. Por eso te ruego y te suplico<br />
encarecidamente le pidas que te deje, para copiarlos, los comen tarios<br />
del bienaventurado Reticio, obispo de Autun, en que con sublime lenguaje<br />
diserta sobre el Cantar de los Cantares. Tam bién me ha escrito alguien<br />
del pueblo del antedicho hermano, el anciano Pablo, diciéndome que en<br />
poder de Rufino obra un códice de Tertuliano que es suyo, y se lo reclama<br />
con urgencia. Te ruego asimismo que de los libros de Rufino mandes a un<br />
es cribiente copiar en papel los que por la nota adjunta verás que me faltan.<br />
Te pido igualmente que me remitas el Comentario a los Salmos davídicos<br />
y el otro libro muy extenso de San Hilario sobre los Sínodos, que yo<br />
mismo copié de propia mano para él en Tréveris. Bien sabes que el alimento<br />
del alma cristiana es me ditar la ley del Señor día y noche. A otros<br />
das albergue, los alientas con tu consuelo y ayudas con tus bienes; si a mí<br />
me procuras lo que te pido, me habrás dado mucho. Y como por gracia del<br />
Señor dispongo de una biblioteca sagrada rica en códices, man da a tu vez:<br />
30
Blasón de la fachada de la Iglesia de Don Diego López Pacheco y de Doña Juana<br />
Enríquez, Marqueses de Villena.<br />
te enviaré todo lo que quieras. Y no pienses me vas a molestar si pides:<br />
tengo discípulos que se dedican al arte de la transcripción. Ni aun así es<br />
grande el beneficio que prometo para lo que pido. El hermano Heliodoro<br />
me contó que buscas muchas cosas sobre la Escritura que no encuentras.<br />
Aunque las tuvieras todas, tu amor te acuciaría a pedir más.<br />
Respecto del actual amo de tu esclavo, sobre el que te has dignado<br />
escribirme, no cabe duda de que quiere traficar con él, y yo mismo pude<br />
ver cómo el presbítero Evagrio, cuando aún estaba yo en Antioquia, lo<br />
reprendió en mi presencia. El contestó: “Yo no tengo por qué temer”. El<br />
joven dice que ha sido puesto en libertad por su dueño. Si lo queréis, ahí<br />
está, mandadlo adonde deseéis. Yo creo que no hago mal si impido que<br />
este individuo vagabundo siga huyendo. Por eso, al no poder yo, encerrado<br />
como estoy en este desierto, hacer lo que mandaste, he pedido a mi<br />
querido Evagrio que, tanto por ti como por mí, se ocupe de este asunto con<br />
todo interés.<br />
31
ORAR CON LOS SALMOS<br />
SALMO 15<br />
Sor Mª Luisa Parias Burrueco<br />
Hija de la Caridad (Córdoba).<br />
Protégeme, Dios mío,<br />
que me refugio en ti;<br />
yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”<br />
Los dioses y señores de la tierra<br />
no me satisfacen.<br />
Multiplican las estatuas<br />
de dioses extraños;<br />
no derramaré sus libaciones con mis manos,<br />
ni tomaré sus nombres en mis labios.<br />
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;<br />
mi suerte está en tu mano:<br />
me ha tocado un lote hermoso,<br />
me encanta mi heredad.<br />
Bendeciré al Señor, que me aconseja,<br />
hasta de noche me instruye internamente.<br />
Tengo siempre presente al Señor,<br />
con él a mi derecha no vacilaré.<br />
Por eso se me alegra el corazón,<br />
se gozan mis entrañas,<br />
y mi carne descansa serena.<br />
Porque no me entregarás a la muerte,<br />
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.<br />
Me enseñarás el sendero de la vida,<br />
me saciarás de gozo en tu presencia,<br />
de alegría perpetua a tu derecha.<br />
32
REFLEXIÓN:<br />
“Tú eres mi Señor<br />
ningún bien tengo sin ti.<br />
Tú eres mi Señor<br />
no hay felicidad fuera de ti.”<br />
Si el Salmo 15 no estuviese inventado, mi corazón, Señor, y mis labios,<br />
lo crearían, y mi voz recogería las voces de todos los que, desde los levitas<br />
de Israel, hasta los últimos “Hassidim”, los últimos enamorados de tu<br />
amor, han proclamado que Tú eres su Señor y su Dios; que son dichosos<br />
porque Tú eres la herencia que les ha tocado, el lote de su heredad; y que<br />
a su corazón enamorado: “sólo Tú le bastas”.<br />
Nunca podría imaginar, Señor, que yo, pobre y desamparada criatura,<br />
que no tengo parientes ricos que me dejen una fortuna, iba a ser agraciada<br />
con esta suerte, con este lote tan hermoso, tan perfecto; con la única<br />
herencia que puede darme la riqueza y la felicidad total y completa, y además<br />
para siempre: Tú, mi Señor y mi Dios, mi único tesoro. Lo jugué todo<br />
a una carta y me hice con el premio mayor, porque me fié, puse toda mi<br />
confianza en ti, mi Dios y todo mi bien.<br />
Contigo se alegra mi corazón y gozan mis entrañas y mi pobre carne<br />
humana, descansa segura. ¿Qué más puedo desear que sea capaz de colmar<br />
mis ansias de amor y de amar? ¿Qué otro ser bajo el sol puede darme<br />
la felicidad que ansío en lo más hondo del ser que me has dado?<br />
…Porque “es a tí a quien amo”, te digo con Agustín de Hipona.<br />
Mi vida entera, como un ramillete, la he ofrecido a ti y ya nada de la<br />
tierra me satisface. Y, aunque no desprecio ninguna heredad de las que el<br />
mundo ofrece, siento que no son suficientes para este corazón hambriento<br />
de ti que Tú me has regalado.<br />
33
Tú, Señor, me aconsejas y me enseñas el camino de la vida, que a veces<br />
es tan oscuro y misterioso, pero, aunque camine por cañadas oscuras,<br />
nada temo porque tu vara y cayado me sostienen.<br />
Estoy segura, mi Dios y Señor, que no me dejarás conocer la corrupción<br />
y que, tras mi muerte, me saciarás, total y eternamente, de gozo en tu presencia.<br />
Señor, mi “Adonay”, mi vida entera está pegada a ti como la yedra al<br />
tronco, como el blanco a la nieve, como la uña a la carne y, si te escondes<br />
o si yo me voy, me duele tanto como si me arrancaran la uña o la nieve<br />
dejara de ser blanca.<br />
Yo me pregunto, mi Dios: si Tú llenas el corazón, como nada puede colmarlo;<br />
si eres fuente de alegría y plenitud, ¿por qué te siguen tan pocos?<br />
¿Por qué se alejan de ti y van a beber a unas fuentes tan agrias? ¿Por qué<br />
hay tanta escasez de vocaciones consagradas a ti? ¿Tan pocos quieren ser<br />
felices? ¿Pudiera ser que en los rostros de tus consagrados no asoma la<br />
felicidad y no transmiten el gozo profundo que da el seguirte? ¿A qué se<br />
debe esta crisis de espíritu tan fuerte? ¿Tienen los cristianos hondas experiencias<br />
de ti? ¿Alguien les ha enseñado el gozo del don de la entrega total,<br />
del amor incondicional, del servicio como ofrenda?<br />
Sólo Tú, Señor, sabes la respuesta.<br />
Mi Señor, mi alegría perpetua, te bendeciré por siempre y mi pobre<br />
corazón desea amarte por todos, perdona mi atrevimiento y protégeme,<br />
Dios mío, que me refugio en ti mientras pasa la calamidad.<br />
34
MONJES JERONIMOS<br />
PENSAMIENTOS SOBRE LA VOCACIÓN<br />
Llegarse a unir con Dios<br />
olvidando todo lo del suelo y<br />
cuando no es eterno. He aquí el<br />
fin único, propio y directo de la<br />
vida monástica, de la Orden de<br />
San <strong>Jerónimo</strong>. Las demás santas<br />
religiones –nos advierte el<br />
padre Si güenza- podemos<br />
decir que se hicieron para los<br />
hombres, ésta –la de San<br />
<strong>Jerónimo</strong> y, en general todas las<br />
órdenes monásticas- parece<br />
que sólo se hizo para Dios;<br />
aquellas, para enseñarles la fe<br />
y penitencia a los ignorantes,<br />
ésta para desvelarse en los loores<br />
y servicio divinos.<br />
Por eso la vocación del<br />
Ilustración de Cristóbal Toledo.<br />
monje jerónimo no se puede<br />
comprender sino desde Dios;<br />
sólo tiene sentido para quienes Dios ocupa el único lugar en su vida; no la<br />
entenderá más que el que haya penetrado en las altas verdades sobre la<br />
soberanía de Dios en el mundo y acerca de las relacio nes de las criaturas<br />
con su Creador.<br />
El monje jerónimo, —diremos para terminar— es un cristiano más ló -<br />
gico, más exigente, que, mientras los demás van paso a paso, él se de cide<br />
por lanzarse a toda marcha hacia un destino idéntico para todos.<br />
¿Cómo realiza el monje jerónimo esta unión con Dios?<br />
35
Tiene determinado esta Orden desde sus principios ser pequeña,<br />
humilde, escondida y recogida, llevar a sus hijos por una senda estrecha,<br />
tratando dentro de sus paredes de la salud de sus almas, ocupándose<br />
continuamente en las alabanzas divinas, recompensa de las<br />
ofensas que por otra parte se hacen: orando, cantando y llorando, servir<br />
a la Iglesia y aplacar la ira de Dios contra los pecados del mundo.<br />
Supuestos los tres votos de OBEDIENCIA, CASTIDAD y POBREZA,<br />
con los que el monje —a fin de que sólo Dios le llene— hace el vacío más<br />
absoluto en su corazón con relación a todas las criaturas (personas, cosas,<br />
afectos y aun su propia voluntad), destaca, en primer lugar —como medio<br />
específico— el CULTO DIVINO, ya que la principal y mayor parte de la<br />
vida ordenó esta religión<br />
para el coro y alabanzas<br />
divinas: ocupación de ángeles.<br />
Del monje jerónimo<br />
podemos decir que es un ser<br />
para quien vivir es dar culto<br />
a Dios. Es así como orienta<br />
hacia Dios su persona y su<br />
propia vida. Es en esto en lo<br />
que pretende principalmente<br />
parecerse a San Jeró -<br />
nimo: emplearse de día y<br />
de noche en las continuas<br />
alabanzas de Dios, cantar<br />
los salmos y celebrar con<br />
singular devoción los oficios<br />
divinos. Con esto, el<br />
monje jerónimo cumple su<br />
misión —encomendada por<br />
la Iglesia— de tributar todo<br />
honor y gloria a su Fun -<br />
dador, Cristo, y, por me dio<br />
36
de El, al Eterno Padre. Tiene, pues, parte principalísima en el culto oficial<br />
de la Iglesia: LA LITURGIA.<br />
No sabríamos ahora decir si todas las demás prescripciones que or -<br />
denan y encauzan la vida de un monasterio jerónimo son una necesidad<br />
para cumplir a la perfección esta encomienda o, más bien, una conse -<br />
cuencia de su completa dedicación al culto de Dios. Pensamos que muy<br />
bien pueden ser ambas cosas a la vez. No puede cumplirse debidamente<br />
con este curso perpetuo de las divinas alabanzas sin contemplación, so -<br />
ledad, silencio, penitencia, humildad; ni se puede dejar de estimar estas<br />
virtudes después de estar dedicado todo el día al culto de Dios. Nos lo<br />
corrobora Su Santidad Pío XII:<br />
De esta suerte la acción privada y el esfuerzo ascético estimulan<br />
nuestras energías y nos disponen a participar con mejores disposiciones<br />
en las acciones litúrgicas, y a celebrar los ritos sagrados de<br />
manera que se salga de ellos más animados y formados para la oración<br />
y contempla ción, para la abnegación y el sacrificio, a corresponder<br />
activamente a las inspiraciones y a las invitaciones de la gracia y<br />
a imitar cada día más las virtudes del Redentor”. (Enc. “Mediator<br />
Dei”).<br />
Ya queda insinuado cómo la CONTEMPLACION es el fin al que está<br />
ordenada la Liturgia y al que deba efectivamente conducir. La Liturgia<br />
halla en la contemplación su mejor coronamiento; es más, la Liturgia no es<br />
solamente preparación para la contemplación, sino que puede servir de<br />
marco a su ejercicio actual, pues vivir la Liturgia no implica tanto la participación<br />
material y visible en las ceremonias del culto —aunque no se<br />
pueda prescindir de ella— como una comunión de lo más profundo de<br />
nuestro ser con la oración de la Iglesia.<br />
La unión con Dios —que es la respuesta del monje jerónimo a la vocación,<br />
a la llamada de Dios— implica además separación total de todo<br />
37
aquello que no concurre a esta unión. En una palabra, el monje jerónimo<br />
debe renunciar a todo lo que no es Dios —apartándose de este mundo<br />
peligroso para él: afecto natural a los parientes, preocupación por los bienes<br />
materiales, el placer que el hombre busca en esos bienes— y buscar la<br />
SOLEDAD.<br />
El SILENCIO consuma la obra de la soledad, pues se puede vivir en un<br />
desierto como en medio del mundo. Bastaría con admitir las noticias de<br />
este mundo y compartir sus preocupaciones para perder los beneficios de<br />
la soledad.<br />
El silencio es, además, una protección no menos eficaz contra el pecado.<br />
En el mucho hablar no faltará pecado, nos advierte la Escritura. Y<br />
nuestros padres decían que está muy cerca de perderse el que no calla,<br />
porque si no calla no medita; si no tiene meditación no tiene<br />
recogimien to; faltando éste no puede caber en la celda, ni aun en el<br />
claustro, y de allí a poco se le hará todo el monasterio angosto.<br />
El silencio pone también al monje en guardia contra sí mismo, pues no<br />
sólo se trata de huir del mundo y del pecado, sino también del hombre<br />
viejo. El monje fácilmente comprobará que lo que le impide escuchar a<br />
Dios es su naturaleza rebelde, que se niega a entrar por la puerta estre cha<br />
por donde Dios quiere hacerle pasar. Hay, pues, que poner silencio a las<br />
pasiones, a la memoria, a la imaginación...<br />
Pero el silencio es más. Es algo más que la ausencia de ruido y que la<br />
separación de lo que no es Dios. Sobre todo es la actitud del alma que<br />
quiere recibir la palabra divina. Esta, para que sea fecunda, tiene que ser<br />
acogida en el silencio. Esta relación entre silencio y Dios nos hace comprender<br />
la insistencia con que se exige jerónimo el más riguroso silencio.<br />
38
APORTACIONES<br />
CAMINO DEL PARRAL.<br />
Jorge Mora Fernández<br />
Los Ángeles (EEUU)<br />
Recuerdo de niño, en el pueblo, ¡Vamos a echarnos la siesta al emparrado!,<br />
indicaba mi madre. Allí descansábamos los intensos sueños que<br />
surgen después de una sabrosa comida campestre y de una laboriosa<br />
mañana reparando el techo del Molino de agua que mi abuelo de Granada<br />
había comprado en Pajares, pueblito de Guadalajara, con gran esfuerzo y<br />
sudor. Eso si, Molino con un problema de goteras constante.<br />
Así me dirigía una vez más al Monasterio del Parral, con goteras generadas<br />
por las dudas del estrés y de la adicción al trabajo, sumadas a las<br />
preocupaciones mundanas que, más a menudo de lo deseado, me habían<br />
hecho perder el norte de lo que en realidad se trata la vida. No era mi primera<br />
visita, aunque sí una de las más necesitadas en lo que se refiere a<br />
momento de decisiones en mi vida: estudios en el extranjero, terminación<br />
de una tesis doctoral en fase de defensa, inventario vocacional en pocas<br />
palabras.<br />
Allá llegué en tren y, desde la estación, en taxi. Cuando me abrió las<br />
puertas un ángel de tez morena y sonrisa angelical, y vi la fuente de<br />
musgo plena, supe que estaba en casa, la que desde niño siento cuando<br />
estoy en un espacio de paz y aliento. De pronto el brío de otro ángel de<br />
barba blanca de varios días, el hermano hospedero Fray José, vestido de<br />
mono azul de carpintero, me sorprendió: ¡Pero tú no estás apuntado en mi<br />
libreta¡. Yo siempre la llevo conmigo y apuntó a los que llaman; por un<br />
momento las dudas y miedos que traía me invadieron pensando y ahora<br />
¿dónde voy con mi desaliento?. Así que al refranero me agarré pensando<br />
“la verdad nos hace libres”, y me armé de valor para explicar que había<br />
llamado en dos ocasiones, una inseguro cuando di mi nombre, y otra para<br />
confirmar, sin dar mi nombre, y que en medio de esa confusión de prisas<br />
y necesidad en mis llamadas, probablemente mi nombre se habría perdido<br />
en la incomunicación. Consultando con el prior, amablemente se me<br />
39
acompañó a mi cuarto y se me explicó que en estos tiempos hay muchas<br />
personas que cogen cosas que no son suyas, y que de ahí la prudencia.<br />
Volví al cuarto acogedor y calentito en el que otras ocasiones recordé<br />
estar: una cama sencilla con su luz y mesita, con una mesa escritorio y silla<br />
y un pequeño armario; contiguo estaba el baño con su ducha. Los ventanales<br />
de madera, con contraventanas, se erigían en arcos de medio punto<br />
de yeso. Al fondo la bella Segovia a distancia, con su catedral incluida,<br />
ilustraba la separación que necesitaba para contemplar mi vida diaria ciudadana<br />
a lo lejos. En la ventana una rendija en el cristal, unida a su otra<br />
parte con celo para evitar entrar el aire me demostraba una vez más que<br />
lo espiritual es lo práctico y que lo material es aparente y meramente funcional.<br />
Hoy descansaré y mañana me incorporaré a sus rezos, que me encantan,<br />
le comento al hermano hospedero, quien pregunta si a comer bajaré o<br />
no, mientras me señala los horarios ordenados del Monasterio. Ante eso<br />
recuerdo que apenas desayuné para tomar el primer tren de Chamartín a<br />
Segovia y que también “de pan vive el hombre”. Este último pensamiento,<br />
pero al contrario de como Jesús lo dijo: “no sólo de pan vive el hombre”,<br />
es el que me anima, después de una dulce siesta mañanera de viajero,<br />
a compartir el Ángelus antes de la Sexta !Qué nostalgia reconocida en<br />
cuanto las oraciones comenzaron musicales en el coro¡. Y es que echaba en<br />
falta esa armonía mental que ora en constancia, en vez de la neurosis de<br />
responsabilidades ficticias disarmónicas en la que se había convertido mi<br />
pensamiento en los últimos tiempos.<br />
La humilde, por lo que de trabajada en la huerta y en la oración, generosa<br />
y sabrosa comida reconstituía las células muertas por el humo y las<br />
comidas rápidas y aceleradas de la ciudad.<br />
Con la libertad de visitar el Monasterio, su esplendida y laboriosamente<br />
trabajada huerta, con su paseos de columnas y fuentes que le transportan<br />
a uno a una dimensión más sencilla, plena en amor y plenitud.<br />
Momentos de encuentro con la sabiduría olvidada, de recuerdos de niño<br />
donde el raciocinio nada importaba. Arriba de la colina unas cuevas, acogedoras<br />
para la reflexión y el amor, que la roca, abuela del ser humano por<br />
ser parte de la tierra antes que el hombre, expresa en su frescura. Más en<br />
40
Subida al Parral.<br />
lo alto una explanada, con una encina centenaria, si no milenaria, que se<br />
erige frente a la catedral de Segovia, en el horizonte. Unos buenos abrazos<br />
bastan para entender que las preocupaciones no son en realidad más que<br />
meros pensamientos pasajeros a los que desmesuradamente se les ha dado<br />
importancia, y qué reconfortantes son las conversaciones que, si se solicitan,<br />
se pueden tener con los monjes.<br />
Procurando seguir el libre orden del monasterio, sus tiempos de oración,<br />
comidas y trabajo, con la libertad que el cuerpo físico y espiritual le<br />
pida a uno, porque esa es la prioridad en el Monasterio del Parral. Que<br />
uno en su estadía experimente la comunión de su alma con el Dios que él<br />
concibe gracias a la ferviente y melódica, i.e. cristiana, que los Frailes<br />
<strong>Jerónimo</strong>s practican: llena de entrega, misericordia y pasión por el bienestar<br />
del prójimo. Y es que a veces el silencio es canto de ángeles.<br />
41
APORTACIONES<br />
BREVE RESEÑA DE LA HISTORIA DE LA<br />
CONGREGACIÓN DE HERMANAS<br />
JERÓNIMAS DE LA ADORACIÓN CON<br />
MOTIVO DEL 75 ANIVERSARIO DE<br />
NUESTRO INSTITUTO (18-07-1931—2006)<br />
Hna. María del Carmen Laguna<br />
Jerónima de la Adoración<br />
Nuestros orígenes se remontan por los años de 390 en que san<br />
<strong>Jerónimo</strong> funda los primeros monasterios de monjas y monjes en Belén,<br />
tierra del nacimiento de Jesús.<br />
En España la Orden es aprobada por el papa Gregorio XI, el 15 de octubre<br />
de 1373.<br />
También el espíritu de san <strong>Jerónimo</strong> se prolonga, desde España hasta<br />
Méjico y así doña Isabel de Guevara funda en 1585 el monasterio de san<br />
<strong>Jerónimo</strong>, primero de la Orden en tierras de América. En este monasterio<br />
brillaron monjas de gran santidad y en él vivió su vida religiosa la insigne<br />
poetisa sor Juana Inés de la Cruz, gloria de la literatura Hispana.<br />
Este monasterio de san <strong>Jerónimo</strong> subsistió hasta el 8 de mayo de 1863.<br />
En dicho año las religiosas fueron exclaustradas. Actualmente es universidad,<br />
llamándose “<strong>Claustro</strong> de Sor Juana”.<br />
En 1598 doña Marina de Mendoza, novicia del monasterio de san<br />
<strong>Jerónimo</strong>, funda el de san Lorenzo, que sería el segundo de la Orden de<br />
san <strong>Jerónimo</strong> en Méjico. El papa Clemente VIII, por bula fechada en<br />
diciembre de 1599 confirmó, este monasterio de manera formal y perpetua,<br />
con todos los privilegios y gracias espirituales de la Orden Jerónima.<br />
También este monasterio edificó durante muchos años al pueblo mejicano<br />
por la santidad de vida de muchas de sus religiosas.<br />
42
En 1863, durante la persecución de<br />
Juárez, fueron exclaustradas las monjas<br />
de todos los conventos. En el de<br />
san Lorenzo había, en aquel momento<br />
28 religiosas. El estado se incautó del<br />
convento y actualmente pertenece al<br />
Instituto Politécnico Nacional. La<br />
Iglesia se conserva para el culto<br />
El gobierno de Porfirio Díaz permite<br />
nuevamente a las religiosas ocupar<br />
sus conventos y en 1872 ocho de las<br />
religiosas exclaustradas del de san<br />
Lorenzo, se reúnen en una casa de<br />
Tacubaya para reanudar la vida religiosas.<br />
En 1903 es elegida priora la madre<br />
María de los Ángeles de san Agustín,<br />
a los 29 años de edad. Ella sería el instrumento<br />
elegido por la Providencia<br />
para reavivar el antiguo espíritu eucarístico<br />
que se vivía en los monasterios<br />
Madre María de los Ángeles de San de la Orden. Inmediatamente se<br />
Agustín<br />
encarga de organizar la vida en<br />
común.<br />
A causa de las circunstancias socio-políticas de México, de nuevo la<br />
comunidad del monasterio de san Lorenzo se ve obligada a salir de su<br />
casa y trasladarse a España el 27 de agosto de 1926, viéndose acogida por<br />
los monasterios de la Orden, hasta que consiguieron establecerse en Gijón,<br />
Oviedo.<br />
Regía la diócesis de Oviedo el obispo don Juan Bautista Luís Pérez, de<br />
espíritu profundamente eucarístico, el cual deseaba tener en su diócesis<br />
un instituto religioso femenino dedicado a la adoración y al culto del<br />
Santísimo Sacramento. Don Juan Bautista, en unión con María de los<br />
Ángeles establecen en la comunidad la adoración a Jesús Sacramentado.<br />
43
Este convento, que ya en<br />
México no había podido<br />
observar la clausura papal<br />
ni emitir votos solemnes por<br />
la persecución religiosa,<br />
deseaba estabilizar de una<br />
forma concreta su misión,<br />
por lo cual se pide a la Santa<br />
Sede la gracia de que la<br />
comunidad se convierta en<br />
Congregación de votos simples,<br />
sin perder nada de lo<br />
sustancial de nuestra regla y<br />
costumbres, y de nuestra<br />
pertenencia a la Orden Je -<br />
rónima.<br />
Era el 18 de julio de 1931<br />
cuando surge, del añoso y<br />
frondoso árbol de la Orden<br />
Jerónima, la Congregación<br />
de hermanas Jerónimas de Madre Mª Ángeles con el crucifijo.<br />
la Adoración, de votos simples,<br />
la cual, como vigorosa<br />
púa se nutre y alimenta de la savia y vieja raíz de dicha Orden, cuyos fundadores<br />
fueron san <strong>Jerónimo</strong> y santa Paula. Ellos son como el Viejo Árbol<br />
nacido en Belén junto a la cueva del Salvador.<br />
El nuevo Instituto se dedicará al culto y devoción al Santísimo<br />
Sacramento, solemnemente expuesto en sus capillas, y a la evangelización<br />
mediante la enseñanza y demás necesidades de la Iglesia, como más abajo<br />
se especifica.<br />
Después de 24 años de ausencia, en el año 1950 vuelven las hermanas<br />
jerónimas a la ciudad de Méjico para seguir ayudando al pueblo con el testimonio<br />
de su presencia y apostolado.<br />
44
Actualmente estamos presentes en España, México y en la India, y con<br />
nuevos proyectos de expansión para transmitir nuestra fidelidad a la<br />
Iglesia y llevando el carisma propio de la Congregación, como es el culto<br />
y devoción al Santísimo Sacramento y la extensión del Reino de Dios.<br />
NUESTRO CARISMA<br />
Extendemos, a través de nuestro apostolado, el amor a la Eucaristía,<br />
mediante el anuncio evangélico; su culto y devoción en las celebraciones<br />
sacramentales. Todo ello como fuente de la verdadera VIDA.<br />
Fomentamos la lectura y comprensión del contenido de las Sagradas<br />
Escrituras, a través del conocimiento y testimonio de la Palabra de Dios,<br />
según el espíritu de san <strong>Jerónimo</strong>.<br />
- Impartimos nuestro apostolado en la educación a todos los niveles y<br />
según el ideario católico del centro, el cual ofrece una cultura humana,<br />
abierta al mensaje de salvación, creando un clima de testimonio y<br />
de vivencia cristiana a la luz de la fe.<br />
- Ofrecemos catequesis de niños para la preparación a la primera<br />
comunión, a los jóvenes para la confirmación, a los adultos con reuniones<br />
en las casas, visitamos y administramos la Eucaristía a los<br />
enfermos.<br />
- Atendemos las misiones de poblados marginados, donde se ofrecen a<br />
las mujeres clases de cultura, corte y confección.<br />
- Ayudamos en la pastoral de todas las parroquias donde estamos ubicadas,<br />
con encuentros, reuniones, retiros, etc.<br />
- Atendemos residencias de jóvenes estudiantes, donde se les proporciona<br />
un ambiente familiar y cristiano.<br />
Pero sin que todo este trabajo excluya estar abiertas a otras formas de<br />
piedad o de acción apostólica según los signos de los tiempos y las necesidades<br />
de la Iglesia.<br />
45
EL RINCON DEL POETA<br />
DELANTE DE DIOS (Cf. foto contraportada)<br />
Fr. Andrés Gª Torralvo, OSH<br />
Monasterio Santa Mª del Parral (Segovia)<br />
Como felicitación navideña, un poco tardía, me llega esta foto tomada<br />
en Madrid el día 3 de octubre del pasado 2005. Trae un pie que dice: “La<br />
luna delante del sol”, que hace referencia al último eclipse, acaecido en esa<br />
fecha.<br />
Se diría que más que una foto es un cuadro abstracto en el que, ya sabemos,<br />
el artista no se inspira en la realidad, donde el color y la forma tienen<br />
su propio valor artístico. Sí, parece que los rayos, dispuestos con longitud<br />
e intensidad variables, sugieren un universo irreal, regido únicamente por<br />
las leyes cromáticas donde los elementos geométricos, círculo y cruz, reflejan<br />
su anhelo de acercarse al misterio.<br />
Según esta aproximación a definición, no tenemos que buscar parecidos,<br />
simplemente exclamar: ¡Es bello!<br />
Pero el poeta transciende el tema y se pregunta. Si la luna delante del<br />
sol crea esta hermosa sinfonía de formas y colores, ¿que pasaría si nosotros<br />
nos pusiésemos delante del Señor? ¡Quedaríamos transfigurados!<br />
No tengo que componer los versos del “rincón”, están escritos, aparecen<br />
como himno de laudes en el liturgia de las Horas de la fiesta de la<br />
Transfiguración del Señor. Rezan así:<br />
Transfigúrame,<br />
Señor, transfigúrame.<br />
Quiero ser tu vidriera<br />
tu alta vidriera azul, morada y amarilla.<br />
Quiero ser mi figura, sí, mi historia,<br />
pero de ti en tu gloria traspasado.<br />
46
Transfigúrame,<br />
Señor, transfigúrame.<br />
Mas no a mí solo,<br />
purifica también a todos los hijos de tu Padre<br />
que te rezan conmigo o te rezaron,<br />
o que acaso ni una madre tuvieron<br />
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.<br />
Transfigúranos,<br />
Señor, transfigúranos.<br />
Si acaso no te saben, o te dudan<br />
o te blasfeman, limpiales el rostro<br />
como a ti la Verónica;<br />
descórreles las densas cataratas de sus ojos,<br />
que te vean, Señor, como te veo.<br />
Transfigúralos,<br />
Señor, transfigúralos.<br />
Que todos puedan, en la misma nube<br />
que a ti te envuelve, despojarse del mal y revestirse<br />
de su figura vieja y en ti transfigurada.<br />
Y a mi, con todos ellos, transfigúrame.<br />
Transfigúranos,<br />
Señor, transfigúranos. Amen.<br />
En los inicios de la Cuaresma me parece que sería buen propósito el<br />
ponernos delante del Señor para quedar transfigurados, convertidos, cambiados<br />
a su imagen, como cuando Yahvé creo al hombre y la mujer, según<br />
nos cuenta el Génesis, en los albores del mundo: a imagen de Dios los creo….<br />
47
Trastocar valores, transformarse, convertirse, son palabras que suenan<br />
insistentemente en este santo tiempo…<br />
Antes de Jesús, convertirse significaba siempre un «volver atrás» (el<br />
término hebreo, shub, significa invertir el rumbo, regresar sobre los propios<br />
pasos). Indicaba el acto de quien, en cierto punto de la vida, se percata<br />
de estar «fuera del camino»; entonces se detiene, hace un replanteamiento;<br />
decide cambiar de actitud y regresar a la observancia. Hace un<br />
verdadero cambio de sentido, un «giro en U». La conversión, en este caso,<br />
tiene un significado moral; consiste en cambiar las costumbres, en reformar<br />
la propia vida.<br />
En labios de Jesús este significado cambia. Convertirse ya no quiere<br />
decir volver atrás, sino que significa más bien dar un salto adelante y<br />
entrar en el Reino, aferrar la salvación que ha venido a los hombres gratuitamente,<br />
por libre y soberana iniciativa de Dios.<br />
Conversión y salvación se han intercambiado de lugar. Ya no está,<br />
como lo primero, la conversión por parte del hombre y, por lo tanto, la salvación<br />
como recompensa de parte de Dios; sino que está primero la salvación,<br />
como ofrecimiento generoso y gratuito de Dios, y después la conversión<br />
como respuesta del hombre. En esto consiste el «alegre anuncio»,<br />
el carácter gozoso de la conversión evangélica.<br />
Dios, al igual que el sol nos da luz y el colorido, lleva siempre la iniciativa,<br />
nos está ofreciendo continuamente su gracia y salvación. Tan solo<br />
basta que nos pongamos delante de él, y nos dejemos transfigurar.<br />
48
SI DESEAS INFORMACION VOCACIONAL PONTE EN CONTACTO CON:<br />
Noviciado Orden de San <strong>Jerónimo</strong>. Monasterio de Santa María del Parral - 40003 Segovia<br />
Teléf. 921 43 12 98 • E-mail: oshsmparral@plan<strong>alfa</strong>.es