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Soluciones para la triple crisis - Fundación Banco Santander

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EN EL MUNDO DE LAS MUCHAS CRISIS<br />

Hoy: desorientados en un «mundo lleno»<br />

«Hace algunos años, uno de los autores (del libro No sólo de<br />

dinero...) estaba en una convención sobre ingeniería química<br />

en Nueva York, donde asistió al discurso c<strong>la</strong>ve del sector de<br />

producción de pasta de papel. Se explicó que los bosques,<br />

fuentes de <strong>la</strong> pasta de papel, llegarían a escasear algún día de<br />

forma inevitable y que no estaba lejana <strong>la</strong> fecha en que <strong>la</strong> pasta<br />

de papel se hiciese de plásticos, fabricados a partir del petróleo.<br />

Al día siguiente, el conferenciante c<strong>la</strong>ve del grupo del<br />

petróleo profetizó que, a medida que <strong>la</strong>s fuentes de petróleo<br />

y gas natural fuesen disminuyendo, el mundo se inclinaría cada<br />

vez más a sustitutos basados en productos forestales.» (King<br />

y Slesser, 2006, 67)<br />

Volvamos al ejemplo del calentamiento climático y el protocolo<br />

de Kyoto <strong>para</strong> reducir emisiones de GEI (Gases de Efecto<br />

Invernadero). Como se sabe, los ministros de <strong>la</strong> UE acordaron<br />

en 2005 el objetivo de limitar el aumento de <strong>la</strong> temperatura<br />

media del p<strong>la</strong>neta a no más de 2 ºC por encima de los niveles<br />

preindustriales. Pero eso exigirá, <strong>para</strong> 2050, reducir <strong>la</strong>s emisiones<br />

de GEI en los países ricos entre un 60 y un 80% respecto<br />

a los niveles de 1990 (Comisión Europea, 2004). Tal es, por lo<br />

demás, el objetivo que se han dado los países ricos del G-8 en<br />

su reunión de julio de 2009 (que concluyó el día 10): reducción<br />

de un 80% de <strong>la</strong>s emisiones de GEI en 2050. Está c<strong>la</strong>ro que eso<br />

apunta hacia un cambio de modelo energético, y no hacia ningún<br />

conjunto de pequeños cambios incrementales.<br />

No cambiar no es ya una opción<br />

En estas semanas (mientras arrecia <strong>la</strong> <strong>crisis</strong> económica) se ha evocado<br />

un chiste que se difundió en Rusia en <strong>la</strong> segunda parte de los<br />

años noventa y que ahora se cuenta en el este de Europa. Uno le<br />

dice a otro, «es impresionante cuán certera era <strong>la</strong> crítica que desde<br />

el extranjero capitalista se hacía a nuestro sistema». «Tienes razón»,<br />

le contesta el amigo, «pero lo peor es que también era verdad<br />

<strong>la</strong> crítica que nuestra propaganda hacía del capitalismo».<br />

El chiste remite a <strong>la</strong> humorada de Rudi Dutschke, hace ya tantos<br />

años, acerca del socialismo real: «En el Este, todo es real<br />

salvo el socialismo; en el Oeste, todo es real salvo <strong>la</strong> libertad.»<br />

Hoy, no cambiar no es una opción. Lo queramos o no, el mundo<br />

de dentro de veinte años se parecerá poco al que conocemos<br />

hoy. Hacemos frente a <strong>crisis</strong> que se entre<strong>la</strong>zan: y no resulta<br />

exagerado hab<strong>la</strong>r de <strong>crisis</strong> sistémica. Así como de <strong>la</strong><br />

amenaza de co<strong>la</strong>pso ecosocial.<br />

La cuestión, entonces, no es si cambiamos o no, sino si lo hacemos<br />

por <strong>la</strong>s buenas o por <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s. Y no deberíamos esquivar<br />

<strong>la</strong> pregunta: ¿se trata de cambios incrementales en lo que<br />

ya estamos haciendo o de un cambio de modelo?<br />

El capitalismo: un sistema<br />

intrínsecamente expansivo<br />

Bajo re<strong>la</strong>ciones de producción capitalistas, se trata de vender<br />

con beneficio <strong>para</strong> reinvertir y producir más. El mecanismo de<br />

<strong>la</strong> reproducción ampliada del capital produce cantidades crecientes<br />

de bienes y servicios (incluyendo una parte que es<br />

puro despilfarro) y también una masa creciente de valor dinerario<br />

cada vez más divorciada de <strong>la</strong> producción material (remito<br />

aquí a José Manuel Naredo y su lúcido análisis de <strong>la</strong> creación<br />

de «dinero bancario» y luego de «dinero financiero»:<br />

Naredo, 2006, 2009). El «mundo lleno» en términos biofísicos<br />

(saturado en términos de espacio ambiental) es también el<br />

mundo del capitalismo financiarizado.<br />

Centrémonos por un momento en <strong>la</strong> devastadora <strong>crisis</strong> financiera<br />

y económica que comenzó en 2007. Reflexiona un analista:<br />

«¿Hay un problema de exceso de ahorro o sólo de ahorro<br />

apa<strong>la</strong>ncado excesivo (es decir, de ahorro al que se le turbocarga<br />

dándole una potencia adicional mediante <strong>la</strong> deuda)?». Y prosigue:<br />

«Por hacerse una idea de <strong>la</strong>s magnitudes, <strong>la</strong> cifra mundial<br />

de los activos totales gestionados por fondos de inversión y de<br />

pensiones, compañías de seguros y fondos de capital riesgo,<br />

hedge funds y reservas centrales de los países exportadores y

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