milagros del carteo - Asociación Española de Bridge
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CADA COSA A SU TI<br />
Por Iñigo Ba<strong><strong>de</strong>l</strong>l<br />
E<br />
n la vida <strong>de</strong> Arcadio López el tiempo ocupó<br />
siempre un lugar prioritario. No nos referimos<br />
al tiempo relacionado con los solsticios<br />
y la eclíptica; tampoco al tiempo que mi<strong>de</strong> el irremediable<br />
transcurrir <strong>de</strong> los meses y los años. El<br />
protagonista <strong>de</strong> nuestro relato era poco <strong>de</strong>portista<br />
por lo que no le afectaba si brillaba el sol o hacía<br />
frío. Partiendo <strong>de</strong> una juventud vivida con gran<strong>de</strong>s<br />
estrecheces, había logrado con enorme esfuerzo<br />
personal llegar a su madurez en una confortable<br />
situación económica. Por ello, la natural nostalgia<br />
<strong>de</strong> tiempos pasados, común a la mayoría <strong>de</strong> la<br />
gente, al estar en su caso lastrada por la fealdad <strong>de</strong><br />
la pobreza, yacía en el fondo <strong>de</strong> su memoria ascendiendo<br />
a la superficie en muy contadas ocasiones.<br />
El tiempo que realmente le interesaba era el <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
cronómetro. Toda su carrera y su fortuna se la<br />
<strong>de</strong>bía a un tal Fre<strong>de</strong>rick Winslow Taylor, ingeniero<br />
americano inventor <strong>de</strong> la organización científica<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> trabajo. La doctrina taylorista favoreció la<br />
carrera profesional <strong>de</strong> Arcadio pero también afectó<br />
su vida personal hasta el punto <strong>de</strong> que para abrocharse<br />
un chaleco tenía que investigar previamente,<br />
cronómetro en mano, si tardaba menos tiempo<br />
empezando la abotonadura por arriba o por abajo.<br />
Su célebre eslogan: "Cada cosa a su tiempo" lo aplicaba<br />
ineludiblemente a todos los actos <strong>de</strong> su vida.<br />
Nunca le había fallado la norma hasta aquella tar<strong>de</strong><br />
en que el <strong>de</strong>stino le jugó una mala pasada.<br />
Sucedió en uno <strong>de</strong> los numerosos viajes a Madrid<br />
que Arcadio realizaba por motivos <strong>de</strong> negocios.<br />
Albergándose en el hotel Eurobuilding, la casualidad<br />
hizo que allí se encontrara con Brigitte Astier<br />
<strong>de</strong> la Vigerie, una bella e inteligente mujer a la que<br />
conoció en sus tiempos universitarios y con la que<br />
mantuvo una estrecha amistad. Al verla recordó<br />
con nostalgia teñida <strong>de</strong> amargura una ocasión que<br />
se le presentó para traducir esa amistad platónica<br />
en <strong><strong>de</strong>l</strong>iciosa práctica hedonista y que resultó fallida<br />
porque al hurgarse en el bolsillo <strong><strong>de</strong>l</strong> pantalón no<br />
encontró dinero suficiente para pagar el hospedaje<br />
en un hotel <strong>de</strong> la categoría a que su amiga estaba<br />
habituada. ¡Qué bochorno tan espantoso cuando,<br />
bajo la mirada irónica <strong><strong>de</strong>l</strong> recepcionista, tuvo que<br />
contar a Brigitte que no había habitación!<br />
Esta vez el reencuentro <strong>de</strong> la pareja se realizaba en<br />
condiciones bien diferentes: el dinero ya no era un<br />
problema para Arcadio quien a<strong>de</strong>más tenía a su<br />
favor la gran experiencia acumulada sobre tiempos y<br />
métodos. Después <strong>de</strong> saludarla efusivamente le ofreció<br />
compartir amigablemente un plan <strong>de</strong> tres etapas<br />
que meticulosamente planeó sobre la marcha:<br />
- Primero, iremos al teatro; luego cenaremos en<br />
un romántico restorán que conozco; <strong>de</strong>spués tomaremos<br />
una copa en el hotel.<br />
- Acepto - respondió Brigitte con una encantadora<br />
sonrisa -. Pero yo ve-nía a jugar un torneo <strong>de</strong><br />
bridge; te sugiero que sustituyamos el teatro por<br />
las cartas ¿No presumías en tu juventud <strong>de</strong> ser un<br />
excelente jugador?<br />
- No fui nunca un jugador brillante - respondió<br />
con mo<strong>de</strong>stia Arcadio -: sólo fui un jugador siempre<br />
respetuoso con el método. Ya conocías mi eslogan:<br />
"Cada cosa a su tiempo".<br />
Arcadio se esmeró en jugar lo mejor que sabía.<br />
Brigitte se mostraba gozosa <strong>de</strong> ver como ambos<br />
superaban los trances más difíciles. La primera<br />
etapa se estaba <strong>de</strong>sarrollando satisfactoriamente;<br />
con la perfección <strong>de</strong> un reloj suizo. Si obtenían un<br />
buen resultado en la última mano ganarían con<br />
seguridad el torneo y una mujer feliz es siempre<br />
más abierta y asequible. Desgraciadamente, esta<br />
última mano resultó bastante complicada:<br />
Febrero 2004 46 BRIDGE