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Ciertamente, la modernidad además de ser el fruto del atomismo político, era<br />
también el producto de un mundo que cada vez se manifestaba como un universo<br />
material capaz de ser medido y controlado al libre arbitrio. Tanto Descartes como<br />
Berkeley - quien acuñó el término materialismo en el siglo XVIII - habían<br />
establecido las bases de esta nueva dimensión del existir y esto también se veía<br />
reflejado en el terreno político vía la configuración de Instituciones Políticas que<br />
tendían a la homogeneización y al control total de cualquier acción humana. Esta<br />
tendencia “cuantitativa” daría pábulo a la proyección de un Estado que va a ser<br />
también Total pero entendiendo la Totalidad de acuerdo al signo de los tiempos<br />
esto es, de una manera Cuantitativa y Matemática, dicho de otro modo de manera<br />
Totalitaria.<br />
El Estado para Schmitt debía sustraerse a este materialismo atomista y<br />
buscar un espacio más bien cualitativo que pudiese expresar lo político en su<br />
dimensión humana es decir como un lugar natural que debería ser mantenido así<br />
por siempre.<br />
Se ha dicho que Schmitt poseyó dos tendencias políticas opuestas e<br />
irreconciliables, por un lado un decisionismo radical, enfatizando una decisión que<br />
provenía literalmente de la nada y que por lo tanto no consideraba el espacio moral<br />
o social en el que se producía y por otro lado una filosofía del orden,<br />
Ordnungsdenken dirigido a preservar el espacio existente.<br />
De esto último se desprendía su definición de legitimidad que abandonaba también<br />
cualquier reivindicación ética o normativa para quedarse exclusivamente con el<br />
concepto de aceptación mayoritaria (es decir, que un régimen era legítimo si<br />
contaba con la aprobación de la mayoría). Evidentemente para sus críticos esta<br />
última tendencia coincidía con su etapa nazista empero, este “existencialismo<br />
político” era en realidad una característica que había acompañado al jurista durante<br />
toda su obra y que le permitiría fusionar estos dos talante en un principio<br />
contradictorios entre sí.<br />
¿Era entonces Schmitt un relativista?. Definitivamente, su existencialismo<br />
político se desvanecía en el aire cuando sopesábamos este análisis con la noción de<br />
realismo político. De alguna manera, Schmitt adoptaba las posiciones pesimistas<br />
sobre la naturaleza encontradas ya en los trabajos de Maquiavelo, Bodin y Hobbes<br />
que definitivamente habrían servido para que él plasmase su famosa definición de<br />
lo político como la relación entre el amigo y el enemigo. El punto de partida era<br />
entonces la lucha y el conflicto entre opuestos que podían mantenerse en un estado<br />
de lucha eterna a menos que existiese una decisión que terminase de manera<br />
inmediata con la oposición. Este era entonces el sentido del decisionismo que no<br />
aparecía del éter como se mencionaba sino que surgía directamente de un hecho<br />
muy concreto y real, esto es, el Conflicto. En cuanto a la necesidad de contar con<br />
un orden concreto, tampoco era incompatible con el decisionismo pues esto<br />
constituía justamente la forma que digamos así coagulaba el estado de conflicto. La<br />
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