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Elementos

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cuenta por cualquier estudioso comme il faut. El avance de la Nueva Derecha en<br />

los centros intelectuales de toda Europa nos ha venido a sacar por la fuerza del<br />

error. La derecha (extrema), como alguien indicó con sorna durante el verano de la<br />

Nouvelle droite, también piensa.<br />

1919. Schmitt da a la estampa su obra Politische Romantik. En ella utiliza<br />

por primera vez la categoría de decisión para definir su propia concepción de la<br />

política y del derecho público, y de la relación de la una con el otro. El<br />

contramodelo sería precisamente la visión romántica del mundo, que nada tiene<br />

que ver –pese a las interpretaciones más extendidas- con el pensamiento político<br />

reaccionario. El núcleo ideológico de dicha concepción se encontraría, por el<br />

contrario, en lo que Schmitt denomina ocasionalismo subjetivado: el mundo no<br />

sería, para el romántico, sino una mera ocasión para su propio disfrute estético. Los<br />

conflictos son para él poco más que una oportunidad para experimentar –<br />

pasivamente- determinadas emociones: su acercamiento al universo es de carácter<br />

poético. No decide, se admira paralizado.<br />

De ahí que, cuando se vea enfrentado a la cuestión del poder, empujado<br />

hacia el terreno político, el romántico se encuentre incapacitado para tomar una<br />

decisión radical sobre lo correcto y lo incorrecto, lo justo y lo injusto, actividad que,<br />

conforme a las ideas de Schmitt, caracterizaría esencialmente aquel espacio. Su<br />

destino es, en consecuencia, el oportunismo más banal. Y ello explicaría, según<br />

Schmitt, la ambigua relación del romanticismo político con el pensamiento<br />

contrarrevolucionario. En sustancia coherente con el espíritu ilustrado, el<br />

romanticismo devendría reaccionario en Alemania sólo en el momento en que los<br />

vientos revolucionarios venidos de Francia comiencen a apaciguarse y la<br />

Restauración se convierta en la consigna política del momento. El romántico no<br />

tiene dificultades en trocar el gorro frigio por la cruz, pues, en último término, está<br />

imposibilitado para decidirse resueltamente por una postura en lugar de otra. Y es<br />

en este punto en el que se separa del auténtico contrarrevolucionario.<br />

En el Prefacio a una obra inmediatamente posterior sobre la Dictadura,<br />

Schmitt introduce el término decisionismo, que habría de convertirse después en la<br />

marca definitoria de su teoría jurídico-política. El concepto se construye<br />

polémicamente en oposición a la indecisión liberal –cuyo primer ataque Schmitt ya<br />

había ensayado en Romanticismo político y en artículos anteriores- y al positivismo<br />

y la teoría pura del Derecho, que habían escamoteado el momento del poder –<br />

esencial y determinante, según Schmitt- en sus teorizaciones sobre la construcción<br />

del orden jurídico. El pilar sobre el que se levantan cualesquiera sistemas de normas<br />

jurídicas –dirá Schmitt- no es un norma fundamental –como querría Kelsen-, sino<br />

una decisión fundante que establece los límites del orden jurídico y separa a los<br />

miembros de la comunidad –amigos- de los que representan su posible negación<br />

existencial –enemigos-. Y quien decide es el soberano.<br />

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