Año 57 - 1995 Págs. 41-57 [41] APOCALIPSIS Y ... - Revista Biblica
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[54] interpretación de la Biblia, sin partir de ideas preconcebidas y a veces rayanas en el<br />
delirio. A esta serie de escritos pertenece el libro titulado Prophecy and the Apocalyptic<br />
Dream - Protest and Promise, y que ha sido escrito por David Syme Russell, uno de los más<br />
reconocidos especialistas en esa materia.<br />
Los escritos apocalípticos, dice el autor, suelen ser caracterizados como pertenecientes a<br />
una literatura de revelación. De hecho, la palabra griega apokálypsis significa descubrimiento,<br />
re-velación; es decir, alude al acto de descorrer el velo o la cobertura que<br />
ocultaba un objeto. En el caso de la literatura apocalíptica, este des-cubrimiento se refiere, en<br />
primer lugar, al “misterio” o secreto que encierra para los ojos humanos el curso de la historia.<br />
Ese misterio estaba oculto desde la eternidad en la sabiduría de Dios, pero él ha querido<br />
manifestarlo a un escritor privilegiado, que recibe la revelación divina en visiones o sueños, o<br />
por intermedio de un ángel. El contenido de esta revelación se refiere de un modo especial a<br />
“lo que ha de suceder pronto” (Ap 1,1).<br />
Una característica fundamental de los escritos apocalípticos es la tendencia a considerar<br />
como una unidad todo el ciclo de la historia humana, desde la creación hasta el último día. La<br />
idea de la unidad de la historia ya estaba presente de algún modo en los escritos proféticos<br />
(especialmente en el Déutero-Isaías): pero los profetas, en general, trataron el tema<br />
incidentalmente. Los apocalipsis, en cambio, confieren mucho más relieve a esta idea, y<br />
presentan la totalidad de la historia como el escenario donde Dios realiza sus designios. De ahí<br />
que un punto crucial en la visión apocalíptica sea la referencia constante al plan divino que<br />
recorre toda la historia y se realiza a través de ella.<br />
Este plan no terminará en el último día, porque “el Altísimo no ha establecido una era<br />
sino dos” (2 Esdras 7,50). Hay, por lo tanto, un marcado contraste entre la era actual de<br />
impiedad y corrupción, y el mundo futuro en que reinará la justicia. Sin embargo, la<br />
discontinuidad entre el orden temporal y el eterno no es absoluta, porque uno y otro forman<br />
parte del único plan de Dios. Todo lo que aconteció y acontece en el mundo se realiza<br />
conforme a ese designio misterioso, que habrá de culminar al fin de los tiempos, cuando Dios<br />
triunfe definitivamente sobre las fuerzas del mal. De este modo, la visión apocalíptica de la<br />
historia entra de lleno en la escatología: el propósito de Dios se actualiza en la historia, pero<br />
su justificación y su verdadero sentido están más allá de ella.<br />
De los profetas se suele decir que eran ante todo predicadores, y que sus escritos fueron<br />
redactados, por ellos mismos o por sus