Año 57 - 1995 Págs. 41-57 [41] APOCALIPSIS Y ... - Revista Biblica
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Por otra parte, la idea de la evolución dirigida está abierta a la trascendencia. En el<br />
proceso evolutivo, el factor más importante es la afinidad natural de los elementos, que los<br />
lleva a combinarse y complicarse, formando de ese modo nuevas estructuras estables. Aquí el<br />
azar juega un papel importante, pero no basta para explicarlo todo. Si la cosmogénesis aún no<br />
está terminada, y el cosmos sigue un proceso de transformación permanente encauzada, es<br />
preciso reconocer la existencia de un Centro personal, de una trascendencia, hacia el que toda<br />
la creación converge y en el que encuentra su consistencia.<br />
En esta concepción hay asimismo espacio para la escatología. Pero no para una<br />
escatología de índole catastrófica, susceptible de producirse en cualquier momento, y que no<br />
mantiene ninguna relación precisa con el nivel de desarrollo alcanzado por la humanidad,<br />
Aquí se trata, por lo tanto, de una visión escatológica que presenta una cierta afinidad con la<br />
de aquellos textos de la Escritura que hablan de un mundo en gestación, que avanza hacia su<br />
perfección a través de los dolores del parto y que es esencialmente fecundo. O para decirlo<br />
todo de una vez: el fin no se alcanzará antes que la humanidad llegue a un punto crítico<br />
evolutivo de maduración colectiva; un punto crítico de maduración humana que algunos<br />
pensadores cristianos, solidarios con estos puntos de vista, no dudan en identificar con la<br />
venida triunfante de Cristo al fin de los tiempos.<br />
El historicismo absoluto<br />
En contra de todas estas concepciones, Benedetto Croce sostiene un punto de vista<br />
radicalmente historicista. El historicismo absoluto, según él, es el producto maduro del<br />
pensamiento en su desarrollo hasta el presente. La vida, la realidad, es historia y nada más que<br />
historia. No hay ninguna realidad fuera de la historia, que es inmanencia absoluta. Por eso da<br />
lo mismo llamar al Dios oculto “materia”, “espíritu” o “inconsciente”, o tratar de explicar el<br />
proceso histórico mediante los átomos que se reúnen y que al fin volverán a su primitiva<br />
dispersión. En todas esas pretendidas explicaciones se pone en juego una sola cosa: la inútil<br />
pretensión de conocer lo absoluto. Sin embargo, esta búsqueda afanosa de un fin trascendente<br />
es tan ilusoria como el intento de abarcar con una mirada el curso completo de la historia y el<br />
deseo de reducirlo todo a un esquema general. Las llamadas historias universales, dice Croce,<br />
o no son