Año 57 - 1995 Págs. 41-57 [41] APOCALIPSIS Y ... - Revista Biblica
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[44] existiendo en el mundo, sin haberlo querido ni pedido, y sin saber a ciencia cierta qué<br />
sentido tiene la existencia que le ha sido dada. En la raíz de todo ese discurso está el<br />
sentimiento de encontrarse allí, en el mundo, perdido en la vastedad inmensa del espacio y del<br />
tiempo, sometido a toda clase de presiones, y abandonado cada uno a su propia suerte. Así<br />
resplandece ante los ojos la contingencia y precariedad de la condición humana, puesta en una<br />
situación que obliga a asumir la propia existencia e impone a cada uno la ineludible tarea de<br />
realizarse así mismo, en un medio natural que no se ajusta a sus deseos y en un entorno social<br />
muchas veces hostil, conflictivo o Indiferente. En una situación tal, no es difícil repetir con<br />
aprobación las amargas palabras de Macbeth (Acto V, escena V), que sintetizan de manera<br />
impresionante la idea en que se fundan las visiones nihilistas de la historia: “La vida es una<br />
obra vacía, que recita un actor idiota, llena de fracaso y de furor, y que no tiene ningún<br />
sentido”.<br />
El evolucionismo idealista<br />
El evolucionismo de impronta idealista, en cambio, considera que la historia es la<br />
proyección de una realidad invisible —la Voluntad en Schopenhauer, el Espíritu en Hegel—<br />
que se manifiesta y realiza en el curso de los acontecimientos históricos, de tal modo que las<br />
apariencias ocultan y revelan a la vez la realidad permanente que está detrás de ellas. En<br />
Hegel, la historia del mundo, que es al mismo tiempo la historia de Dios, es la verdadera<br />
teodicea, la justificación de Dios. Según él, el proceso universal es uno, y el curso laborioso<br />
del Espíritu es el camino necesario para su autoperfeccionamiento. Todo lo históricamente<br />
real es racional, y todo lo racional se realiza: lo que no encaja en este orden dotado de una<br />
finalidad no es en absoluto real. En cuanto a lo negativo de la existencia humana (la<br />
destrucción, el dolor, incluso el mal moral), es algo que pertenece esencialmente a la<br />
evolución dialéctica de la historia. La historia es lucha y superación; lo negativo es un<br />
momento necesario de lo positivo, un progresivo tránsito a lo superior, y en cada grado de su<br />
autodesenvolvimiento se hace real lo que sirve mejor a la perfección del todo. A la vida<br />
pertenece la muerte; lo trágico de la existencia forma parte de la autorrealización y la historia<br />
del Espíritu absoluto. Así el sufrimiento y el mal son elementos negativos subordinados a un<br />
plan superior que se realiza a través de ellos. Este plan coincide con la aventura del Espíritu,<br />
que al entrar en el mundo se despoja