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ParaSalvarte56

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Es un modo de difundir la inmoralidad, pues dicen los psicólogos<br />

que «la idea lleva al acto».<br />

Por eso la moral católica manda rechazar los pensamientos y deseos<br />

deshonestos.<br />

Quien sinceramente desea evitar un acto prohibido, debe evitar<br />

también el camino que lleva a él.<br />

Se trata, naturalmente, de deseos de cosas prohibidas.<br />

Para los esposos son lícitos los deseos de todo aquello a lo que tienen<br />

derecho. Igualmente los novios pueden desear que llegue el día de su<br />

matrimonio.<br />

Es claro que para que haya pecado en este mandamiento, como en<br />

cualquier otro, es necesario desear o recrearse voluntariamente en lo que<br />

está prohibido hacer.<br />

Quien tiene malos pensamientos, imaginaciones o deseos contra su<br />

voluntad, no peca.<br />

Sentir no es consentir.<br />

El sentir no depende muchas veces de nosotros; el consentir,<br />

siempre.<br />

El pecado está en el consentir, no en el sentir.<br />

Siente el cuerpo, consiente el alma.<br />

Y quien peca es el alma, no el cuerpo.<br />

No creas que has consentido en un mal pensamiento porque haya<br />

durado más o menos.<br />

Puede ocurrir que te presente la imaginación toda una película de<br />

cosas, que si se piensan sin querer, no son pecado ninguno.<br />

Puede un pensamiento molestarte durante mucho tiempo, incluso<br />

durante días. Como una mosca pegajosa que vuelve una y otra vez.<br />

Por muchas vueltas que te dé un mosquito, mientras tú no le dejes,<br />

no te pica.<br />

Si tú no aceptas el mal pensamiento, y haces todo lo posible por<br />

rechazarlo, no sólo no pecas, sino que mereces, y mucho, a los ojos de<br />

Dios.<br />

Debes también distinguir entre el gusto y el consentimiento.<br />

Es muy posible que sientas atracción por la cosa, que veas que te<br />

gusta, incluso que sufras conmoción orgánica, y sin embargo tu voluntad<br />

esté rechazando todo esto.<br />

Mientras tu voluntad no consienta en disfrutar de esa sensación, o en<br />

deleitarte en ese mal pensamiento, no hay pecado ninguno.<br />

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