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El exilio es la única salida para
los periodistas encarcelados en Cuba
España acoge a cuatro disidentes liberados por el régimen de Castro
Tuvieron que elegir: o seguir en la
cárcel, o salir de Cuba. El pasado 15
de febrero, las autoridades cubanas
abrieron las puertas de la prisión
para cuatro disidentes: Omar Pernet
Hernández, Pedro Pablo Álvarez
Ramos, José Gabriel “Pepín”
Ramón Castillo y Alejandro González
Raga. Los dos últimos habían ejercido
el periodismo y todos habían sido
detenidos en marzo de 2003 durante
la “Primavera Negra”, una oleada de
arrestos que dio en la cárcel con 75
voces discordantes con el régimen
de Fidel Castro, entre ellos
veinte periodistas que fueron condenados
ese mismo mes, en juicios
sumarísimos, a penas de entre 14 y
27 años de prisión.
Horas después aterrizaban en
España junto con sus familias. “Todo
ha sido muy rápido”, relató Castillo a
la agencia Efe: en apenas un día, las
autoridades tramitaron los pasaportes,
los trasladaron a La Habana –sin
pisar la calle, pues la licencia especial
para salir del país no se lo permitía-
y reunieron a sus familiares para
que les acompañasen en el exilio. La salida
de Cuba de los cuatro disidentes ha sido
posible gracias a las gestiones del Gobierno
de España, que, a través del Ministerio de
Asuntos Exteriores, se ha encargado de trasladarlos
y acogerlos junto con sus familiares,
en Madrid. El gesto del Ejecutivo de José
Luís Rodríguez Zapatero ha sido aplaudido
por Reporteros sin Fronteras, que ha destacado
los esfuerzos de mediación con las
autoridades de La Habana.
Los primeros en abrazarlos al desembarcar
del avión fueron otros exiliados cubanos
en España, entre ellos el poeta y periodista
Raúl Rivero, fundador de la agencia Cuba
Press, detenido también en la “Primavera
Negra”, y puesto en libertad, y expatriado en
Madrid desde el 1 de abril de 2005. Además
de Rivero, otros representantes de la sección
española de Reporteros sin Fronteras
se entrevistaron con los disidentes liberados
durante sus primeras horas en Madrid.
Ante el interés despertado por su llegada
a Madrid, los cuatro ofrecieron una rueda de
prensa en la que los informadores españoles
pudieron comprobar los estragos que las
cárceles cubanas han causado en sus cuerpos.
Omar Pernet, machacado por múltiples
estancias en la cárcel, arrastra una lesión en
una pierna que le obliga a andar con bastón.
José Gabriel Ramón Castillo, a la izquierda, y Alejandro González Raga. Entre ellos, Rafael
Jiménez Claudín, secretario general de Reporteros sin Fronteras España.
Castillo sufre diabetes e insuficiencias hepáticas,
y todos ellos han sido sometidos a
chequeos médicos en España para evaluar y
tratar las secuelas por la mala alimentación,
la falta de atención médica y el hostigamiento
de los reclusos comunes que las prisiones
cubanas imprimen sobre los presos políticos.
No obstante, la salida de la cárcel y el
reencuentro con algunos de sus familiares
–otros se quedaron en la isla- hacía patente
su alegría.
Con vistas al futuro
Sus primeros días en España han sido una
marea de entrevistas y declaraciones, intensificadas
por la renuncia –casi simultánea a
su liberación y publicada en Granma- de Fidel
Castro a ser reelegible por la Asamblea
como Presidente del Consejo de Estado y
Comandante en Jefe de la isla. La ratificación
al frente del régimen de Raúl Castro,
hermano de Fidel y hasta ahora mandatario
interino, y de la “vieja guardia” de la revolución
en primera línea del poder, tampoco les
ha dejado un minuto de respiro. Ninguno de
ellos es optimista sobre el futuro de los
derechos humanos en Cuba.
Pero hay que mirar hacia adelante, incluso
desde la indefinición de su situación de exiliados.
Representantes de Reporteros sin
Fronteras mantuvieron el 21 de febrero un
encuentro con los dos periodistas liberados,
José Gabriel Ramón Castillo y Alejandro
González Raga, para conocer sus inquietudes
inmediatas, escuchar sus planes para
reorganizar su actividad profesional y, en la
medida de lo posible, ayudarles a reciclarse y
reinsertarse en el periodismo.
Tanto Castillo como González Raga desean
volver a escribir, un ejercicio interrumpido por
la reclusión, o casi, porque Alejandro ha compuesto
poemas en la cárcel, versos en tinta
de color que ha logrado llevarse, junto a un
ejemplar de sus publicaciones, en el magro
equipaje que le ha acompañado hasta España.
Ambos sueñan con ponerse al día, adaptarse
y retomar su trabajo. Sus particulares
experiencias penitenciarias, que Pepín asegura
estar escribiendo ya en su cabeza, necesitan
verterse al mundo. Afrontan esta tarea
como una terapia y como un tema ineludible,
llave de cierre y apertura de dos vidas: la que
apresuradamente dejaron y la que el destino
10 REPORTEROS SIN FRONTERAS / Nº 10 / MARZO 2008