NOVIEMBRE <strong>2006</strong> | CIENCIA Y DESARROLLO 27
UN ENCUENTRO CON EMILY >La participación <strong>de</strong> <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción, los sectores <strong>de</strong> gobierno –fe<strong>de</strong>ral, estatal y municipal–, <strong>la</strong> iniciativa privada y los medios <strong>de</strong> comunicación ayudó a proteger <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> los habitantes DOMINGO 17 Llegó el huracán. Todo era actividad, se quitaron lámparas y venti<strong>la</strong>dores, se guardó el mobiliario <strong>de</strong> <strong>la</strong>s terrazas, <strong>la</strong>s sil<strong>la</strong>s <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ya se acomodaron en torres y se sumergieron en <strong>la</strong>s albercas para evitar su dispersión por el viento. Se protegieron los gran<strong>de</strong>s ventanales c<strong>la</strong>vando tiras <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en forma <strong>de</strong> marco y se fijaron hojas <strong>de</strong> trip<strong>la</strong>y al muro. Debido a <strong>la</strong> alerta naranja, el aeropuerto y el ferri suspendieron activida<strong>de</strong>s a <strong>la</strong>s nueve <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana. Los barcos se resguardaron en Cuba. A <strong>la</strong>s doce <strong>de</strong>l día ya estaba nub<strong>la</strong>do, el toque <strong>de</strong> queda se dio tres horas <strong>de</strong>spués. Había una extraña sensación <strong>de</strong> tranquilidad con incertidumbre, <strong>la</strong> naturaleza aún estaba en calma. Se recomendó guardar el equipaje en el baño al abandonar <strong>la</strong> habitación y dirigirse al refugio, el cual está en una construcción sólida circu<strong>la</strong>r, con techo <strong>de</strong> arco falso (bóveda maya), sin ventanas, pero con entrada amplia sobre un corredor que comunica al vestíbulo principal; cuenta con sanitarios y salida hacia <strong>la</strong>s cocinas, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> estar protegido entre varios edificios, y está <strong>de</strong>sp<strong>la</strong>ntado a medio nivel (es <strong>de</strong>cir, aproximadamente 2 metros arriba <strong>de</strong>l nivel <strong>de</strong> <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong>l hotel). Como el viento arreciaba, salimos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s habitaciones tras un chubasco a <strong>la</strong>s cinco <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>. En el refugio se repartieron frazadas para dormir sobre el piso, parecía una tienda <strong>de</strong> beduinos. Algunos fuimos a <strong>la</strong> recepción para obtener información acerca <strong>de</strong>l avance <strong>de</strong>l huracán por <strong>la</strong> radio local y por internet. La tecnología nos permitía verlo acercarse en <strong>la</strong>s imágenes <strong>de</strong>l satélite NOAA emitidas en tiempo real, cada 30 minutos; supimos por el Servicio Meteorológico Nacional que Emily era extremadamente peligroso, apuntaba al norte <strong>de</strong> Cozumel y a <strong>la</strong>s 6:00 p. m. <strong>de</strong>scendió dirigiéndose a <strong>la</strong> punta sur. Aunque el nerviosismo crecía, <strong>la</strong> información oportuna fue útil para mantener buen ánimo. Parecíamos marinos en su barco, leíamos los boletines y salíamos a observar el cielo y el mar que iban cambiando, el viento aumentaba y llovía. Vimos que el ojo <strong>de</strong>l huracán entraría hacia <strong>la</strong> punta sur, en algún lugar entre Tulum y P<strong>la</strong>ya <strong>de</strong>l Carmen. A <strong>la</strong>s 7.30 p.m. vimos el último aviso “Alerta roja, resguardo total: permanecer a<strong>de</strong>ntro”. En el refugio, <strong>la</strong> gente se veía tranqui<strong>la</strong>. A <strong>la</strong>s 9 p.m. hubo un ligero sobresalto al apagarse <strong>la</strong> luz, a pesar <strong>de</strong> que ya sabíamos que se suspen<strong>de</strong>ría para evitar cortocircuitos; entonces entró en funcionamiento <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta propia con dos lámparas ámbar que propiciaron un ambiente <strong>de</strong> quietud. LUNES 18 De <strong>la</strong> medianoche a <strong>la</strong>s tres <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana, subió el sonido <strong>de</strong>l viento, era como estar bajo un avión con los motores encendidos. De pronto, a <strong>la</strong>s 3:30 a. m. el viento abrió <strong>la</strong> puerta principal, trayendo agua y unas ramas <strong>de</strong> palma; hubo algunos gritos que <strong>de</strong>spertaron a todos; <strong>la</strong>s personas que estaban cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> entrada se levantaron al sentir <strong>la</strong> lluvia y se apresuraron a atrancar <strong>la</strong> puerta con costales <strong>de</strong> arena. La furia <strong>de</strong>l viento continuó hasta <strong>la</strong>s 4.30 a. m.; por momentos cedía, pero luego se intensificaba. A <strong>la</strong>s cinco <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana pudimos asomarnos. Todavía no amanecía, el ambiente era tibio, el viento intenso y no llovía. Media hora <strong>de</strong>spués, con <strong>la</strong>s primeras luces <strong>de</strong>l lunes, <strong>de</strong>sayunamos frente a un mar sucio e inquieto. Había árboles muy maltratados, los más altos y frondosos 28 CIENCIA Y DESARROLLO | NOVIEMBRE <strong>2006</strong>