Directorio 2002 - DiseÃ±o GrÃ¡fico Ribeiro

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INCONVENIENTES SCM Cuáles diría Ud. que son los principales inconvenientes más habituales que se producen en su compañía en relación con la cadena de suministro y planificación de la demanda RESPUESTAS ESPONTÁNEAS El 35.9% mencionó espontáneamente que NO tiene inconvenientes De los siguientes inconvenientes, cuáles diría Ud. que se presentan en su empresa RESPUESTAS INDUCIDAS Y MÚLTIPLES No hay inconvenientes 25,90% -10 puntos porcentuales No se dispone de un sistema eficiente de distribución de productos No se cuenta con un sistema eficaz de rastreo de órdenes Es escasa la colaboración con clientes y proveedores No se cuenta con una determinación instantánea de fechas confiables de compromiso No se administra eficientemente la cadena de suministro 15,10% 14,40% 14,40% 12,20% 11,50% No se posee un control eficaz de la productividad BASE: 139 entrevistados de Producción. 0,00% 25,90% 5,00% 10,00% 15,00% 20,00% 25,00% 30,00% tunidades de mejora para cada empresa e intercambiar las conclusiones con otras empresas participantes”. Esta actividad se está llevando a cabo en la actualidad, a través de una invitación cerrada a las principales empresas del país. Hasta el momento los resultados son excelentes. El objetivo inicial de estos talleres, fue definir el “qué”, es decir, qué son los conceptos de CRM y SCM, qué significa una cadena de valor integrada hacia adentro y hacia fuera de la compañía y qué oportunidades de mejoras surgen en cada empresa. A partir de esta base, en las primeras ediciones del taller surgió que los participantes tienen interés en conocer también el “cómo”, es decir, cómo se puede optimizar la cadena de valor de la empresa. “En IDEA y SAP –añade Gaidulewicz- estamos trabajando ahora en una demanda que surgió de los talleres: la posibilidad de realizar una especie de benchmarking de las prácticas que realizan las empresas en este campo, con el objetivo de lograr mejores resultados. Con este fin, estamos diseñando una reunión post-taller, donde los participantes podrán traer las dudas, inquietudes y desafíos que se le presentaron en sus empresas luego del primer encuentro, permitiéndonos ahondar en la transferencia de lo aprendido al trabajo cotidiano. Esta reunión permitirá también presentar las herramientas de soporte a la gestión integrada y sus beneficios aplicados a un caso real. En este punto, se trabajará tanto en los aspectos técnicos que involucra un proyecto de cambio de este tipo, como los referentes al logro de la aceptación y el arraigo de los cambios que se impulsan a nivel de la organización. Esto constituye un aspecto frecuentemente descuidado en la gestión de estos proyectos y refiere al manejo de aspectos políticos, comunicacionales, interpersonales, entre otros.” Como conclusión, Betina Adorati resume el resultado de este trabajo en conjunto. “IDEA es una institución con mucho prestigio académico a nivel empresarial y SAP tiene expertos en estas soluciones y en los procesos que tienen que ver con el CRM y el SCM. Lo que hicimos fue una combinación interdisciplinaria de conocimiento y experiencia para llevar estos temas a un desarrollo de contenidos bastante completo. También vamos a ofrecer próximamente estos talleres en Chile, para lo cual estamos trabajando junto con una universidad aliada al proyecto. En este sentido, con el auspicio de SAP, la coordinación de IDEA y la participación activa de esta institución con una universidad local chilena, se está diseñando un knowledge transfer y replicar en empresas trasandinas el modelo de los talleres, porque las necesidades son básicamente las mismas. 66 junio-julio de <strong>2002</strong>
Columnista 68 junio-julio de <strong>2002</strong> El contador de fantasías por Daniel Della Costa Unos dicen que sucede en La Cava, otros que en la villa 31 y hay también quienes aseguran que en Ciudad Oculta. Pero lo mismo si se trata de un personaje como el legendario Chuenga, al que solía reportarse como asistente a diferentes canchas cada domingo de fútbol, que si es alguien creado por la imaginación, o un individuo trashumante que peregrina por las diferentes villas de la Capital y del conurbano, lo cierto es que los pibes de esos asentamientos y hasta los más grandecitos, no hacen más que hablar de él. Parece que es un viejo, tal vez setentón o más, de larga barba blanca mal cuidada, vestido con ropa muy maltratada, de sombrero gris y cinta negra. El traje le queda grande, como si hubiera pertenecido a otro; los zapatos no admiten más remendones; fuma puchos que recoge del suelo, come de lo que le dan, acepta un mate si alguien se lo ofrece, aunque esté lavado y con los paraguayos nadando y, una vez que se le arriman los pibes que ya lo conocen, más otros atraídos por su fama, comienza a contar cuentos. Pero no se trata de cuentos cualquiera, de esos con príncipes y cenicientas, ni tampoco del tipo fantasioso, como los de Harry Potter. Son cuentos muy raros, verdaderas extravagancias que el viejo indudablemente extrae de su aún portentosa imaginación. Y los chicos, aunque atrapados por los relatos, advierten que el viejo a veces exagera y por eso, por lo bajo, lo llaman “El Abuelito Macaneador”. ¿Y qué es lo que les cuenta este anciano, mientras a la villa van llegando los cirujas con sus carritos y sus bolsas llenas y salen a trabajar los escruchantes, los dealers y las chicas que van a hacer la calle Pues cosas realmente increíbles. Como que él había pertenecido a una cosa muy famosa antes en la Argentina, que se conocía como clase media. Que trabajaba ocho horas por día, cobraba puntualmente cada fin de mes, recibía aguinaldo y tenía tres semanas de vacaciones pagas. Que un año se iba a Mar del Plata y otro a Buzios. Cuando no agarraba el auto -porque ese viejito miserable afirmaba que había tenido autoy se largaba a recorrer las sierras o se mandaba hasta las Cataratas con toda la familia. Que cuando la mayor cumplió 15 alquiló un salón como para cien personas y que cuando el pibe se recibió lo mandó a hacer un master en Harvard. Pero eso no era nada. Cine todas las semanas, teatro y conciertos una o dos veces por mes; un día almorzaba en La Emiliana, que era un restorán muy bacán, otro en el Chantacuatro y otro iban todos a comer pizza al Güerrín, pero no para ahorrar sino porque les gustaba la de jamón y morrón que hacían allí. ¡Y cómo empilchaban! En Casa Muñoz, donde un peso vale dos, en El Niño Argentino, en Harrod’s y Gath y Chaves; minga de outlets ni de segunda selección. Los chicos iban a la Facultad a estudiar y recibirse, porque salían y había veinte empresarios que les abrían las puertas de sus establecimientos con unos sueldazos de novela. En aquellos viejos buenos tiempos, asegura el viejo, los taxis los manejaban los choferes y los arquitectos y los psicólogos se dedicaban a lo suyo, sin pensar siquiera que su destino pudiera estar en Ezeiza. Pero para hacer todavía más gracioso el relato, este cachafaz les asegura a los pibes de las villas, que su abuelito había venido de Europa, analfabeto y con una mano atrás y otra adelante y acá había hecho guita, le había dado educación universitaria a sus cuatro hijos y año por medio agarraba el Conte Rosso y se iba a visitar a sus parientes en una aldea remota de la Apulia. Y que su padre también había tenido un buen pasar, lo mismo que un tío, que cambiaba de auto todos los años. Y él mismo no sólo había tenido plata en el banco, sino que podía sacarla cuando quería y si no le alcanzaba hasta le daban crédito. Los cuentos del viejo son tan buenos que los pibes hasta se olvidan de que no comieron, ni salen corriendo cuando alguien les avisa que llegaron las bolsas del McDonald’s. Pero la cosa se termina cuando alguno de los presentes, tal vez cansado de reír, juntando los deditos sucios de ambas manos y sacudiéndolas, le pregunta: “Abuelo, si las cosas antes eran tan buenas como vos las contás, ¿qué pasó que se pudrió todo” Porque si el anciano, que está medio duro de oído debido a la edad, llega a escuchar lo que le dice el pibe, reacciona de una manera muy rara. Suspende el relato, mira a su alrededor como si recién descubriera el lugar en que se encuentra, agarra el sombrero por el ala, lo aplasta contra su cabeza y se pone a llorar como una Magdalena. Hasta el punto que los pibes, temiendo que el viejo se les quede allí nomás, salen en busca de sus mamás. Que creyendo que al hombre lo que le pasa es que no ha comido nada o que tiene una sed tremenda, acuden a él con un pedacito de salamín o de hamburguesa a medio morder, o con una botellita de Fanta ya empezada. Hasta ahora el viejo siempre reaccionó y prosiguió con su gira de cuentos por las villas. Pero quién sabe por cuánto tiempo más. No sólo porque el hombre ya tiene muchos años, sino porque sus relatos, a medida que pasa el tiempo, se vuelven cada vez más increíbles. Y los pibes de hoy, para cuentos de fantasía, prefieren El Hombre Araña o La guerra de las galaxias.
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