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Labuerda - Revista El Gurrión

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<strong>Labuerda</strong> • Mayo de 2010<br />

DE NUEVO PEREGRINANDO:<br />

MÁS DE MIL KILÓMETROS A GOLPE<br />

DE MOCHILA (II)<br />

Pensamientos y reflexiones tras haber completado a pie el itinerario<br />

entre Sevilla y la Costa da Morte siguiendo la Vía de la Plata,<br />

el camino Sanabrés y el Camino de Muxía<br />

Salir de Santiago, en mi caso<br />

hacia la Costa da Morte, parece que<br />

es andar de espaldas, deshaciendo<br />

un camino, pues cabría entender<br />

que todas las rutas convergen allí<br />

en Santiago y que, después de<br />

haber alcanzado esta ciudad, sólo<br />

resta volver a casa. Pero algunos<br />

peregrinos desean prolongar<br />

su itinerario y su estancia en<br />

Galicia asomándose al mar,<br />

allí donde los pasos terminan<br />

en el legendario final de la<br />

tierra.<br />

SIGUIENDO UN HILO<br />

DE FLECHAS<br />

Mirar hacia atrás en<br />

la despedida de Santiago,<br />

ver la ciudad desde una<br />

perspectiva distinta la que<br />

se tuvo la víspera, cuando<br />

cada paso aproximaba a ella.<br />

Saber cumplido el objetivo<br />

de haber cubierto el camino<br />

propiamente dicho. Pero<br />

caminar, seguir caminando<br />

fieles los pies a ese hilo de<br />

flechas que les guía. Y la<br />

climatología estaba a mi<br />

favor, con un sol alegre, que<br />

acompañaba sin pesar demasiado<br />

en la mochila. Y el ánimo, también<br />

iba suelto y ágil. Y las personas –en<br />

menor número- continuaban siendo<br />

una estupenda galería humana,<br />

una amalgama de intenciones,<br />

proyectos, afanes…<br />

Lo pintoresco no se hizo<br />

esperar ya en esa primera etapa<br />

de las cuatro adicionales –tres<br />

si no se pasa por Fisterra- que<br />

separan Santiago del Atlántico. Un<br />

matrimonio –les calculé a ambos<br />

más de setenta años- y su hija,<br />

ingleses los tres –la madre con<br />

Salir de Santiago siguiendo vieiras<br />

problemas de espalda, según me<br />

contaron, de ahí que no portara<br />

peso alguno- componían una<br />

estampa divertida pues el padre iba<br />

tirando de un carro más propio para<br />

bicicleta que para caminante –se<br />

enorgullecía de contar que lo había<br />

fabricado él mismo- en el que iba el<br />

equipaje suyo y de su esposa. ¡Qué<br />

originalidad más divertida! Parecía<br />

un bici-taxista sin pedales.<br />

Un poco más adelante,<br />

una finca obsequiaba manzanas<br />

para el peregrino, improvisado y<br />

excelente apoyo para un desayuno<br />

que ya había bajado de las<br />

rodillas. Luego reforzaría<br />

esa manzana con una<br />

socorrida lata de sardinas<br />

de la que di cuenta en una<br />

parada en uno de esos<br />

lugares que parecen haber<br />

sido creados únicamente<br />

para aportar serenidad.<br />

Allí, en el placer del<br />

bocadillo, pensaba quizás<br />

de un modo prosaico,<br />

cuánto debemos los<br />

excursionistas a las latas<br />

de conserva.<br />

Al terminar la<br />

etapa, me alegré de no<br />

haber sucumbido a una<br />

parada más prolongada<br />

en Ponte Narela: el<br />

albergue de Silleda<br />

resultó insuficiente para<br />

acoger a tantos peregrinos<br />

como llegamos aquel día.<br />

Detrás de mí, muchos hubieron<br />

de resignarse a pagar un precio<br />

abusivo en el hotel. Ahí, de nuevo<br />

los mercaderes al asalto. Y la<br />

perspectiva para la siguiente jornada<br />

era mala en cuanto a alojamiento<br />

según anunció la hospitalera: pocas<br />

plazas en el albergue de Olveiroa…<br />

– 21 –

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