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Labuerda - Revista El Gurrión

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<strong>Labuerda</strong> • Mayo de 2010<br />

Dejamos a nuestra izquierda la<br />

senda que sube hasta el Puerto Viejo<br />

y nos encaminamos hacia el Este-<br />

Norte, en busca de La Horqueta.<br />

Una yerba seca, alta y áspera, cubre<br />

por completo la enorme ladera por<br />

la que empezamos a subir; una<br />

ladera engañosa, pues de lejos no<br />

parece que tenga este serio desnivel<br />

que encontramos ya metidos en<br />

ella. Y aquí se pone en juego la<br />

campesina sabiduría de Constante:<br />

precediendo en unos metros a<br />

José Luis y Julián, va marcando<br />

“lazos” o “bucle” que nos permiten<br />

remontar la ladera, poco a poco.<br />

Pequeños roquedos que amenizan<br />

las yermas laderas nos sirven<br />

de referencia para apoyarnos en<br />

ellos, contorneándolos, y seguir<br />

ascendiendo en dirección Oeste-<br />

Norte. ¡Por fin, cercana ya la cresta<br />

que culmina estas faldas, vemos<br />

una pequeña brecha: es, sin duda,<br />

¡La Forqueta! No la habíamos visto<br />

hasta ahora, cuando ya estamos<br />

encima, y es que se trata de una<br />

abertura o ventana de pequeñas<br />

dimensiones: el umbral del portillo<br />

sólo tiene un par de metros y lo<br />

flanquean dos piedras verticales de<br />

tres o cuatro metros de altura.<br />

Julián se adelanta a sus dos<br />

compañeros para llegar a la brecha<br />

unos minutos antes de que lo<br />

hagan Constante y José Luis. En<br />

estos breves minutos de soledad<br />

sobre el rocoso desgarro abierto a<br />

Francia, Julián se encierra en una<br />

triste reflexión: durante la última<br />

Guerra Civil, algunos familiares<br />

y amigos suyos –junto con otros<br />

muchos compatriotas- pasaron por<br />

estos ásperos parajes a Francia.<br />

Entre ellos iban niños, mujeres,<br />

ancianos, enfermos, inválidos…<br />

¡una dramática caravana de la que<br />

todavía nos “hablan” documentos<br />

gráficos de la época! ¡Ojalá que<br />

jamás vuelvan a repetirse aquellas<br />

trágicas escenas!<br />

José Luis y Constante llegan pocos<br />

minutos después a la Forqueta, y<br />

reunidos con Julián, los tres amigos<br />

celebran con alegría y gratitud el<br />

poder compartir la grandeza de este<br />

soberbio escenario, con el añadido<br />

encanto de hacerlo en soledad, pues<br />

no han visto a nadie, ni próximo ni<br />

en lejanía, desde que empezaron la<br />

“calcetinada”. <strong>El</strong> día es espléndido:<br />

soleado, sin viento, sin calor, sin<br />

calimas ni neblinas; un día sano que<br />

estimula el caminar por la naturaleza<br />

y nos ofrece los panoramas con<br />

nítida limpieza, acercándonos las<br />

lejanías. Al asomarnos a Francia, la<br />

temperatura cambia bruscamente:<br />

penetra por el ventanal una brisa fría,<br />

como un cuchillo, que viene de la<br />

vertiente Norte; y vemos a su través<br />

picos franceses y debajo mismo de<br />

nosotros la carretera que se mete en<br />

el túnel camino de España. Sobre la<br />

escueta plataforma de esta brecha,<br />

nos volvemos hacia el Sur, hacia ese<br />

Sur del que venimos y somos, hacia<br />

nuestra España. Es en verdad un<br />

bellísimo espectáculo contemplar<br />

desde aquí la región pirenaica que<br />

se vertebra en torno al grandioso<br />

Valle de Bielsa, cuya cabecera se<br />

encuentra bajo nuestro pies. Los<br />

tres amigos –José Luis, Constante y<br />

Julián-manifiestan casi a coro que,<br />

desde la altanera perspectiva que<br />

nos ofrece La Forqueta, la vertiente<br />

pirenaica española es mucho más<br />

hermosa que la francesa, ¡sin la<br />

menor duda!<br />

Las reflexiones escritas sobe<br />

La Forqueta –contemplación<br />

paisajística e invocación históricahan<br />

sido más largas que nuestra<br />

física permanencia sobre el umbral<br />

de la misma, porque el frío nos<br />

obligó enseguida a retirarnos de su<br />

abertura. Tomamos algo de fruta,<br />

“echamos unos tragos” de vino de<br />

la bota de Constante y, tras una<br />

hora de permanencia en el collado<br />

(son las 11:45), decidimos reanudar<br />

la marcha camino de Puerto Biello.<br />

Al igual que en el ascenso, se pone a<br />

la cabeza del grupo Constante Gabás.<br />

La marcha, ahora –contrariamente al<br />

zigzagueante faldear de la subida-,<br />

será siguiendo el cordal fronterizo.<br />

Aunque los primeros centenares de<br />

metros los hacemos por debajo de<br />

la cresta, no tardamos en ponernos<br />

a su altura. En este largo cordal<br />

aparecen varios cuellos de bronca<br />

morfología, con suelos de esquistos<br />

y pizarra descompuesta. En uno de<br />

los cuellos nos detenemos unos<br />

minutos, y Julián, para hacer unas<br />

fotos, deja sus gafas encima de una<br />

piedra y después no las encuentra…<br />

¡Son tantas y tan oscuras las<br />

piedras que cubren el piso de estos<br />

inhóspitos portillos! Cuando Julián<br />

ya desespera, Constante (él tenía<br />

que ser con ese instinto certero de<br />

montañés) encuentra las gafas.<br />

Continuamos caminando por el largo<br />

cordel fronterizo que se despliega<br />

entre La Forqueta y Puerto Biello.<br />

Cuando nos acercamos a la vertical<br />

de este último puerto, vemos<br />

encima del mismo una última<br />

punta de la cresta que venimos<br />

recorriendo; sin duda, la que<br />

ofrece un perfil de cierta gallardía<br />

y destaca entre los demás Puntones<br />

que apenas se levantan sobre la<br />

cuerda. Decidimos subir a esa<br />

punta y cuando llegamos a su cima,<br />

encontramos una torre geodésica:<br />

montón de piedras que colocan a<br />

veces los montañeros en cumbres<br />

que no tienen el monolito de vértice<br />

de los Institutos Geográficos.<br />

Es ésta la única cota a la que los<br />

planos otorgan un nombre en todo<br />

este cordal: el topónimo francés Pic<br />

de L´Aiguillette (2.517 metros). La<br />

cuerda que venimos recorriendo se<br />

desploma sobre ese gran vano que<br />

es el Puerto Viejo (2.386 metros),<br />

para levantarse de nuevo hasta los<br />

2.723 metros del llamado “Pico<br />

de Puerto Viejo”. La larga cresta<br />

recorrida entre La Horqueta y el<br />

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