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Labuerda - Revista El Gurrión

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Mayo de 2010 • <strong>Labuerda</strong><br />

Pic de l´Aiguillette “circula” en<br />

todo momento entre los 2.500 y los<br />

2.600 metros.<br />

Abandonamos esta bonita cota<br />

para descender por una ladera muy<br />

inclinada que nos lleva directamente<br />

al Puerto Biello, al que llegamos<br />

a las 13:30 horas. <strong>El</strong> collado de<br />

Puerto Viejo o Biello es la cota<br />

más baja de este cordal fronterizo<br />

y constituye sin duda el paso más<br />

natural y lógico a Francia, desde<br />

el Circo español de la Pinarra. Sin<br />

embargo, algunas<br />

personas recuerdan<br />

todavía que<br />

pasaban a Francia,<br />

en aquel dramático<br />

“entonces”, no por<br />

aquí sino por La<br />

Forqueta. Pero la<br />

verdad –y así lo<br />

comentan José Luis,<br />

Constante y Juliánes<br />

que se utilizaron<br />

los dos “pasos”:<br />

Puerto Biello y La<br />

Horqueta, según<br />

testimonios de<br />

personas que aún<br />

viven. Por ejemplo,<br />

Paco lanao, de<br />

<strong>Labuerda</strong>, amigo de<br />

los tres, no tienen la<br />

menor duda de que él con su familia<br />

pasaron a Francia por el Puerto<br />

Biello. Y con la misma seguridad,<br />

personas de Boltaña amigas de<br />

Julián, afirman haberlo hecho<br />

por La Forqueta. La experiencia<br />

que estamos viviendo: pisar con<br />

pocas horas de diferencia los dos<br />

puertos, nos permite decir que<br />

La Forqueta compensa su mayor<br />

altitud y más difícil acceso con<br />

la ventaja de bajar derechamente<br />

a la zona habitada de la vertiente<br />

francesa, Aragnouet; mientras que<br />

Puerto Biello, con menor altitud<br />

y evidente mejor acceso, tiene sin<br />

embargo el inconveniente de que<br />

Collado de Puerto Biello. Foto M. Coronas<br />

para llegar a Aragnouet hay que dar<br />

un largo rodeo por el Barranco de<br />

Barroude.<br />

Son las 14:00, mediodía solar.<br />

Descendemos algunos metros<br />

y pronto encontramos agua.<br />

Sentados los tres en torno al<br />

manantial, abrimos las mochilas<br />

y sacamos diversos alimentos<br />

para recuperarnos del esfuerzo<br />

realizado. Los tres nos sentimos<br />

encantados en esta soledad tan pura<br />

que nos brinda la alta montaña.<br />

<strong>El</strong> tiempo ha pasado velozmente,<br />

como siempre que nos envuelve un<br />

sentimiento de plenitud y el sosiego<br />

apacienta nuestro espíritu. A las tres<br />

de la tarde, nos ponemos en marcha<br />

de nuevo. Hay que cubrir la última<br />

etapa, larga pero suave, pues todo<br />

será ya descenso.<br />

Constante encuentra al borde<br />

del sendero un testimonio que<br />

demuestra, sin lugar a dudas, que<br />

el Puerto Biello, el menos duro y<br />

más accesible, fue el collado por el<br />

que salieron aquellos que lo hacían<br />

en condiciones más precarias,<br />

como los enfermos. La prueba<br />

encontrada son unas herrumbrosas<br />

angarillas metálicas, totalmente<br />

oxidadas, pues hace ya más de<br />

medio siglo que tuvo lugar aquel<br />

éxodo. Constante dice que a las<br />

angarillas se las conoce por aquí<br />

con la curiosa palabra “bastes”.<br />

Las angarillas, colocadas sobre<br />

un mulo, permitían trasladar a dos<br />

personas, sentadas una a cada lado<br />

de la caballería.<br />

Alcanzamos la parte inferior del<br />

Circo y nos metemos en el barranco.<br />

Divisamos una marmota, que<br />

alertada de nuestra presencia, cruza<br />

el sendero y se pierde<br />

ladera arriba. Cuando<br />

estamos por la mitad<br />

del barranco, Constante<br />

propone remojarnos<br />

las piernas en las frías<br />

aguas del torrente:<br />

fórmula ideal de<br />

descanso y de relajación<br />

de las extremidades<br />

inferiores. Nos<br />

sentamos sobre piedras<br />

entre las que regatea un<br />

agua transparente y tan<br />

fría que tenemos que<br />

sacar pronto los pies;<br />

aunque algún valiente<br />

se remoja también la<br />

cabeza y el torso.<br />

Tras esos minutos<br />

deliciosos, aceleramos<br />

el paso para terminar el descenso.<br />

A las 17:30 llegamos a la boca<br />

española del túnel, donde nos espera<br />

el coche de Constante que nos lleva<br />

al Mesón de Salinas. Esta mañana<br />

fue nuestro lugar de encuentro y<br />

ahora va a ser también el lugar de<br />

nuestra despedida. Para celebrarla,<br />

nos tomamos un par de porrones<br />

de cerveza con limón. Constante<br />

Gabás, José Luis Anzorandía y<br />

Julián Olivera, bindan para que el<br />

año próximo les permita compartir<br />

jornadas como la de hoy… ¡Dios lo<br />

quiera!<br />

Julián Olivera<br />

– 44 –

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